"Aquí en España estoy muy feliz porque todo está bien, la gente, el trabajo y la escuela para mi hijo", son las palabras de Osama Abdul Mohsen, el refugiado sirio pateado por una reportera húngara en un paso fronterizo con Serbia. Desde el pasado mes de septiembre está contratado por el centro nacional de formación de entrenadores en Getafe, España.
Que su historia saltase a los medios le sirvió para conseguir refugio rápidamente, pero también se ha convertido en un arma de doble filo. El Partido de la Unión Democrática, la rama siria del partido de trabajadores de Kurdistán, le ha acusado de pertenecer a Al Nusra, vinculado al grupo terrorista Al Qaeda, algo que posteriormente él ha desmentido. Ahora, además no descarta irse de España por la imposibilidad de traer al resto de su familia, que sigue esperando en Turquía.
A España llevan mucho tiempo llegando refugiados fuera del foco mediático y muchas veces también fuera de la acción institucional.
Unos voluntarios van cada día a la principal estación de autobuses de Madrid para darles asistencia y derivarles a albergues municipales. "La gente llega aquí cansada pero llega con buen humor, deseando integrarse porque obviamente no vienen aquí como vacaciones sino que vienen a buscar una vida nueva", dice Tomas Hansing.
Aunque el sistema de acogida español es garantista, los recortes se han notado, sobre todo en el tiempo de estancia en los centros, de nueve meses o un año, a seis.
"Poder garantizar la integración de una persona refugiada en seis meses es una labor casi imposible por no decir milagrosa. Europa tiene que buscar la armonía de políticas y un sistema común de asilo para que todos los estados ofrezcamos las mismas posibilidades a los refugiados y eso es un reto que ahora mismo tiene la UE", según la Secretaria General de CEAR Estrella Galán.
El alcalde de Arganda del Rey explica a RT que llevan mucho tiempo preparados para acoger refugiados pero que de momento, pueden hacer muy poco. "Las instituciones que tienen ahora más problemas económicos son los primeros que están deseando recibir a asilados políticos y esto es difícil de contrastar con las instituciones a alto nivel que todavía no han hecho nada", dice.
Arganda es uno de los municipios de la red de ciudades-refugio, una propuesta capitaneada por Barcelona. Incluso el club de fútbol de la ciudad, el Barça, ha impulsado una campaña con el objetivo de recaudar fondos para los refugiados, pero sobre todo para sensibilizar a la sociedad y ayudar en su integración.
De los poco más de 9.000 refugiados que España se comprometió a reubicar procedentes de Grecia ante la Unión Europea por el momento sólo han llegado al país por esa vía 12 personas. Una lentitud del proceso que contrasta con la disposición de parte de la sociedad, instituciones privadas o municipios. En definitiva, los plazos de la política no son los de la realidad y las cifras, que no son números, sino personas, son las que son. Sólo en 2015 han llegado a Europa más de un millón de inmigrantes y solicitantes de asilo.