Así es la vida en la 'torre de las cápsulas', capricho arquitectónico japonés en peligro (fotos)
La torre de cápsulas Nakagin, conocida mundialmente por su nombre en inglés (Nakagin Capsule Tower) y construida en 1972, es un ejemplo único del movimiento arquitectónico del metabolismo, opuesto al funcionalismo expandido rápidamente durante todo el siglo pasado.
De color oscuro y poco atractivo, el edificio consta de 144 módulos o cápsulas con dimensiones fijas: 2,3 por 3,8 por 2,1 metros. Estos están concentrados en torno a dos pilones portantes en distintas combinaciones y están comunicados entre sí. Solo cuatro pernos mantienen cada módulo sujetado a su respectivo pilón.
La idea original del arquitecto, Kisho Kurokawa, era cambiar las cápsulas cada 20 años y de esta manera darle flexibilidad al edificio con objeto de que permaneciera en pie al menos dos siglos. Pero ello nunca se hizo factible y sus paredes exteriores se han ido deteriorando inexorablemente.
El descontento de los propietarios de las viviendas del edificio ha ido creciendo debido a las reducidas dimensiones de su espacio vital, a la incomodidad de contar con una gran ventana circular sobre la cama y al vetusto mobiliario empotrado. Según la revista 'Esquire', los vecinos estaban preocupados también por la alta presencia de asbesto en las paredes. En 2007 la mayoría de los residentes votó a favor de demoler el edificio.
Entonces, el arquitecto propuso un plan para salvar la creación a través de una reconstrucción. Lo apoyaron el Instituto de Arquitectura de Japón y las principales asociaciones profesionales, pero el proyecto resultó demasiado costoso y las obras ni siquiera han comenzado en los casi diez años transcurridos desde entonces.
Solo 30 cápsulas de las 144 disponibles están ocupadas actualmente por viviendas. El resto están abandonadas o son utilizadas como trasteros o pequeños almacenes. El alquiler mensual de cada uno de estos pequeños módulos cuesta unos 60.000 yenes (más de 550 dólares) y eso que los diminutos cuartos del baño existentes no cuentan ni siquiera con agua caliente.
Incluso algunos vecinos se han deshecho de los muebles empotrados para ganar algo de espacio y decorar la cápsula a su manera. Otros propietarios han mantenido la estructura original pero intentando darle un toque algo más individual.