Orejas y manos cortadas, asesinatos por encargo... Así castiga la Mara 18
Tal como se informó recientemente en este mismo medio, el pasado lunes fue detenido en Madrid uno de los cabecillas de la Mara 18, el conocido por el alias de “Mexicano”. Su presencia en España se debía a una misión: poner en marcha la actividad de dicho grupo en España.
Durante sus investigaciones, la policía ha podido constatar que este grupo criminal está interesado en establecerse en Europa, especialmente en Italia y en España.
¿Qué es y como surge la Mara 18?
El nombre de La Mara 18 tiene un orígen bíblico, referido al número de la bestia "666", ya que la suma de los tres números es 18. Esta mara tiene un potente rival, la mara Salvatrucha, también conocida como MS-13. Ambos grupos criminales son enemigos acérrimos, que están en constante conflicto en El Salvador y toda Centroamérica. Sin embargo el origen de ambas bandas es común.
Las guerras civiles en Guatemala y El Salvador provocaron que toda una generación de refugiados llegara a Los Ángeles, una ciudad en fase post-industrial durante los años 80. La marginación de estos recién llegados, sus problemas familiares y la habitual delincuencia en la que a menudo se veían inmersos hicieron que muchos jóvenes latinos, en un país desconocido, se unieran para defenderse de las bandas locales, generalmente integradas por afro-americanos, como las de los Crips y los Blood. Así fue como nacieron las dos bandas más importantes: Salvatrucha y Mara 18.
La Mara 18 cuenta hoy con más de 20.000 integrantes registrados.
Delincuencia y violencia extrema
Las principales vías de financiación de las maras están relacionadas con actividades delictivas y violentas: las extorsiones, definidas como "el impuesto de la guerra" -que consiste en exigir rentas semanales a empresarios y comerciantes-, el tráfico de estupefacientes, los secuestros exprés, el tráfico de armas y el robo de vehículos son las más habituales.
Una menor repercusión en las arcas de la mara tienen la ocupación de inmuebles para su posterior alquiler a otras personas y el pago de las cuotas fijadas a sus miembros.
En cuanto a sus métodos de castigo, son de extrema violencia. La mayoría de sus integrantes funcionan como sicarios que matan por encargo, cumpliendo órdenes de superiores jerárquicos.
Sus castigos para las deslealtades o la tortura de los miembros de bandas rivales incluyen prácticas tan sórdidas como cortar manos u orejas.
Tal como señala la Policía Nacional en un comunicado de prensa al respecto, "actualmente las maras se organizan en un sistema de células territoriales llamadas 'clicas', que son agrupaciones de jóvenes de entre 25 y 50 miembros, que hacen del delito su medio de vida".
David Romero