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La discriminación condena a los indígenas a la miseria y la exclusión social en México

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Ser indígena en México puede convertirse en sinónimo de marginación. El territorio de Oaxaca, con un alto índice de población aborigen, es un ejemplo de donde más se siente el peso de esta discriminación económica y moral.
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La discriminación de las poblaciones indígenas de México es uno de los grandes problemas del país y también uno de sus tabúes más profundos. El modo de vida y la cultura de estos pueblos están amenazados por la falta de un marco de protección y reconocimiento que las ayude a sobrevivir. Esta realidad se hace más evidente en el estado de Oaxaca, donde el 58% de la población es indígena y donde la marginación está a la orden del día.

RT habló con el secretario de Asuntos Indígenas del estado de Oaxaca, Adelfo Regino Montes. "Muchas de nuestras comunidades y muchos de los municipios oaxaqueños están caracterizados como de muy alta marginación, en donde los índices de pobreza y los índices de exclusión son sumamente elevados comparados con el estándar medio nacional", contó el funcionario.

Además, el 34% de la población habla alguna de las 15 lenguas indígenas del estado de Oaxaca, una riqueza cultural que se transforma en un motivo más para la discriminación.
Hay una discriminación muy acentuada por la identidad étnica y cultural 

"A menudo una persona es discriminada por su color, por su aspecto físico, por no hablar el castellano o por no hablarlo adecuadamente. Es decir, hay una discriminación muy acentuada por la identidad étnica y cultural, y esta discriminación lamentablemente la vivimos con mucha frecuencia", agrega.

Las escasas oportunidades que los habitantes indígenas encuentran en sus pueblos y comunidades les llevan a emigrar a las grandes ciudades del país en busca de un futuro mejor. Una de esas personas fue Verónica Lorenzo, una artesana y emprendedora indígena que dejó su minúsculo pueblo de Jamiltepec para ir a probar suerte a Oaxaca como comerciante de artesanía indígena. Enseguida las barreras se hicieron evidentes.

"La barrera más grande es que no hablen español", insiste la líder indígena. "Cuando yo llegué a la ciudad muchas puertas no se me abrían. Aprendí el español como segunda lengua por necesidad y también por las ganas de salir adelante. Es difícil. Así como la gente nos ve, así nos tratan. Si no puedes hablar español aquí en la ciudad, la gente se aprovecha."

Muchos años han pasado ya desde la llegada de Verónica a la ciudad y ahora su misión es facilitar la adaptación de los jóvenes indígenas que dejan el pueblo. Su hogar se convirtió en una casa de acogida para los jóvenes que llegan para probar suerte en la ciudad. Les provee de un techo y comida para que la adaptación no sea tan dura. Los chicos aprovechan al máximo esta herramienta sacando partido a sus estudios y esfuerzos y reinvirtiendo sus conocimientos en la comunidad.

"He recibido mucha ayuda de ella. Cuando llegué a estudiar era la primera vez que venía a la ciudad de Oaxaca y no conocía nada", cuenta Ronaldo, estudiante de medicina. "Lo más importante para mí era tener un lugar donde hospedarme y, además, tener un pedazo de pueblo acá. Entonces, el tránsito de comunidad a la ciudad fue más digerible", agrega.

"En el caso de los abogados, [los indígenas] necesitan traductores; y yo puedo intervenir en este sentido como traductor para poder apoyar y ver que no se vulneren los derechos humanos de mi gente" explica Cirilo, un joven abogado indígena. "Hay muchos indígenas que están en prisión solo por el hecho de que no pudieron defenderse", afirma.

Cuanto más profundas son las barreras, cuanto más grandes son los abusos, más se ayudan los indígenas entre ellos. Saben que la clave está en prepararse y defender su modo de vida. Además, los indígenas que forman parte de la Administración luchan cada día por implementar marcos legales que favorezcan la integración y el desarrollo de sus pueblos. El objetivo es acabar con la discriminación y asentar las bases de un futuro digno para las nuevas generaciones indígenas de México.

Los indígenas en México han sido siempre sometidos y nunca se les ha considerado como pueblos independientes, opina Andrés Díaz Fernández, coordinador del Área de Defensa del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
 
"Vivimos en una sociedad que desde siempre ha tenido estos niveles de discriminación no solamente por el origen indígena de las personas, sino también por cuestiones económicas, por cuestiones de raza, de piel, por cuestiones de clase social", opina el analítico. 

"Cuando los indígenas han estado en momentos históricos de lucha, como durante la independencia y la revolución, también han sido dominados y utilizados por la clase burguesa que ha liderado estos movimientos nacionales sociales y nunca se les ha permitido continuar con su propio desarrollo", explica.

"Se pensaba que el indígena debía integrarse a la sociedad mexicana, es decir, el indígena tiene que venir con el mestizo porque el mestizo representa el proyecto de nación única", insiste, agregando que nunca se ha considerado a los indígenas como "pueblos independientes, pueblos originarios, que tienen otros procesos y otros formas de ser".

"El Estado quiere administrar siempre al indígena, y el indígena nunca participa en la administración del Estado" finaliza, asegurando que por toda América Latina se pueden ver casos similares al mexicano.  
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