EE. UU. se revuelve contra la plaga de la pederastia
Algunos desaparecen, otros guardan silencio durante el resto de sus vidas intentando olvidar la pesadilla. Los casos de menores de edad que han sido víctimas de pederastas se pueden contar por millones en todo el mundo. Y Estados Unidos, desde luego, no es una excepción. Las autoridades señalan que una de cada cuatro mujeres, y uno de cada siete hombres sufren en este país algún tipo de abuso sexual antes de llegar a los 18 años de edad.
Ron creía tener una familia perfecta al lado de su esposa e hijos, hasta que se enteró que su hija menor había suifrido abusos a manos de un pederasta. Entonces, el mundo entero se le vino abajo a este padre de familia.
“Despiertas un día y te das cuenta de que alguien abusó sexualmente de tu hijo o de tu hija. A medida que te enteras, descubres que esto ha venido sucediendo durante años, pero el pequeño no lo dijo porque tenía miedo. Y todo eso en tu casa, o en tu vecindario, o en un hotel. Esta es una realidad cotidiana en nuestro país y en otras partes del mundo: gente que se aprovecha de la inocencia de los niños y comete estos actos terribles”, dice Ron Book, padre de una víctima de abuso sexual.
Aunque el agresor que abusó de la hija de Ron pagó ante la justicia por su crimen, no hay forma alguna de borrar el dolor, ni de volver atrás. Terry Norton pasó varios años en la cárcel por acusaciones de pederastia y ahora vive en la indigencia. Las consecuencias de sus actos arruinaron su vida y la de su familia.
“Mi esposa no pudo aceptarlo y se suicidó al saber lo que había sucedido. No soy pederasta, no soy violador: estaba ebrio y cometí un error que me costó el resto de mi vida”, confiesa Norton.
El debate sobre el tratamiento de los pederastas en EE. UU. es una realidad que no se puede soslayar. Tanto víctimas como legisladores buscan las condenas más duras para estos criminales. Hace algunos años, con el fin de proteger a los menores de edad, las autoridades del condado de Miami-Dade aprobaron una ordenanza que dictaminaba que cualquier persona con un expediente criminal de pederasta estaría obligada a vivir a una distancia de no menos de 762 metros de cualquier establecimiento en donde hubiera menores de edad.
“Existe la idea de que si mantenemos a las personas con delitos de ofensas sexuales lejos de nuestras escuelas y centros infantiles, nuestra comunidad estará más segura”, dice Maria Kayanan, representante de la Unión de Libertades Civiles.
Y es que dada la concentración de parques, escuelas y otras áreas en las que proliferan los niños dentro del área metropolitana de Miami, la consecuencia efectiva para estos delincuentes es el confinamiento de estas personas a tres lugares: los pantanos en Evergaldes, el aeropuerto y las zonas debajo del puente de Julia Tuttle Causeway, conocido como el Puente de los marginados.
De acuerdo a las autoridades del condado de Miami-Dade, una media de 10 personas sale mensualmente de las cárceles locales después de cumplir condenas por abuso sexual de menores. Una buena parte de estos individuos termina aquí, bajo el tráfico de la ciudad y lejos de una sociedad cuyas normas violaron.