Sociedad
El cambio de sexo no es un juego de niños
El Senado argentino aprobó la ley de identidad de género. El documento obliga al sistema de salud a conceder a toda persona el acceso a intervenciones quirúrgicas y/o tratamientos hormonales para adecuar el cuerpo a su identidad de género autopercibida, sin autorización judicial o administrativa.
Permite, además, rectificar el género, la imagen y el nombre en los registros públicos sin recurrir a la justicia.
La iniciativa beneficia no sólo a los adultos, sino también a los menores de edad. Para someterse a tratamientos hormonales y cirugías de reasignación genital, los adolescentes deberán contar con la aprobación de un juez, mientras que para cambiarse el nombre tendrán que adjuntar la autorización de sus padres o tutores. En caso de no conseguirla, pueden solicitar el cambio de su documentación por vía judicial.
"La razón es que el travestismo se asume entre los 8 y los 13 años. Y muchas veces esos chicos o adolescentes son expulsados de sus casas por sus padres, por lo que nunca conseguirían ese aval", explica Lohana Berkins, dirigente de la Cooperativa Textil Nadia Echazú, la primera escuela cooperativa para travestis y transexuales de Argentina.
Según los médicos, el número de menores en el mundo que sienten que nacieron con un cuerpo equivocado está creciendo. Así, los informes de especialistas del Hospital Infantil de Boston (EE. UU.) detallan que desde la década de los 90 la cantidad de menores que solicitan cambio de género se ha cuadruplicado. Hoy en día suman de promedio 19 personas al año, frente a los cuatro pacientes anuales de hace 20 años.
La investigación realizada por los especialistas del hospital, encabezada por el doctor Norman Spack, reveló que es posible que los niños que quieren cambiar de género tengan diferencias cerebrales más similares a las del sexo opuesto. Calculan que esta condición está presente en uno de cada 10.000 niños. Según los médicos es siempre necesario dar seguimiento a estos pequeños. Subrayan que demorar el tratamiento podría ser dañino para los menores que, en muchas ocasiones, recurren a la automutilación para tratar de cambiar su anatomía y son propensos al estrés, la depresión y el suicidio. El paciente más pequeño que trató este grupo de médicos tenía tan sólo 4 años.
Un caso ilustrativo es el de la joven británica Jackie Green (anteriormente Jack) que avanza con paso firme hacia el título de Miss Inglaterra: ya está en el semifinal que se celebrará el 30 de mayo.
Según Susie, la madre de Jackie, a su hijo -el mayor de cuatro hermanos varones-, le gustaba siempre jugar con Barbies y ponerse jerseys en la cabeza para sentir que tenía pelo largo. “Mamá, Dios cometió un error: tengo la mente de un chico en el cuerpo de una niña”, fue la frase que Susie oyó una vez del pequeño. La mujer confiesa que cuando Jack empezó a asistir el colegio, empezó a sufrir intimidaciones y que cuando pasó a la secundaria los abusos por parte de sus compañeros de estudios se agravaron.
Jack intentó sucididarse cinco veces y en una ocasión amenazó con cortarse genitales con una navaja. A los 12 años de edad lo llevaron a una consulta psicológica en Boston. Allí le prescribieron tratamiento con hormonas femeninas. Como regalo para su 16 cumpleaños, Jack recibió una operación de cambio de género en Tailandia (en el Reino Unido tales operaciones pueden realizarse solo a partir de 18 años). Para pagar los costes médicos de 28.000 libras, Susie tuvo que hipotecar su casa.
Que los niños empiecen a recibir tratamiento hormonal para bloquear la pubertad tiene un efecto psicológico positivo, según Spack. Los efectos de las drogas son reversibles y la idea es dar a los niños tiempo para madurar emocionalmente y estar seguros de que realmente quieren un cambio de sexo permanente. De acuerdo con Stark sólo uno de 97 menores rechazó el tratamiento permanente.
La iniciativa beneficia no sólo a los adultos, sino también a los menores de edad. Para someterse a tratamientos hormonales y cirugías de reasignación genital, los adolescentes deberán contar con la aprobación de un juez, mientras que para cambiarse el nombre tendrán que adjuntar la autorización de sus padres o tutores. En caso de no conseguirla, pueden solicitar el cambio de su documentación por vía judicial.
"La razón es que el travestismo se asume entre los 8 y los 13 años. Y muchas veces esos chicos o adolescentes son expulsados de sus casas por sus padres, por lo que nunca conseguirían ese aval", explica Lohana Berkins, dirigente de la Cooperativa Textil Nadia Echazú, la primera escuela cooperativa para travestis y transexuales de Argentina.
Según los médicos, el número de menores en el mundo que sienten que nacieron con un cuerpo equivocado está creciendo. Así, los informes de especialistas del Hospital Infantil de Boston (EE. UU.) detallan que desde la década de los 90 la cantidad de menores que solicitan cambio de género se ha cuadruplicado. Hoy en día suman de promedio 19 personas al año, frente a los cuatro pacientes anuales de hace 20 años.
La investigación realizada por los especialistas del hospital, encabezada por el doctor Norman Spack, reveló que es posible que los niños que quieren cambiar de género tengan diferencias cerebrales más similares a las del sexo opuesto. Calculan que esta condición está presente en uno de cada 10.000 niños. Según los médicos es siempre necesario dar seguimiento a estos pequeños. Subrayan que demorar el tratamiento podría ser dañino para los menores que, en muchas ocasiones, recurren a la automutilación para tratar de cambiar su anatomía y son propensos al estrés, la depresión y el suicidio. El paciente más pequeño que trató este grupo de médicos tenía tan sólo 4 años.
Un caso ilustrativo es el de la joven británica Jackie Green (anteriormente Jack) que avanza con paso firme hacia el título de Miss Inglaterra: ya está en el semifinal que se celebrará el 30 de mayo.
Según Susie, la madre de Jackie, a su hijo -el mayor de cuatro hermanos varones-, le gustaba siempre jugar con Barbies y ponerse jerseys en la cabeza para sentir que tenía pelo largo. “Mamá, Dios cometió un error: tengo la mente de un chico en el cuerpo de una niña”, fue la frase que Susie oyó una vez del pequeño. La mujer confiesa que cuando Jack empezó a asistir el colegio, empezó a sufrir intimidaciones y que cuando pasó a la secundaria los abusos por parte de sus compañeros de estudios se agravaron.
Jack intentó sucididarse cinco veces y en una ocasión amenazó con cortarse genitales con una navaja. A los 12 años de edad lo llevaron a una consulta psicológica en Boston. Allí le prescribieron tratamiento con hormonas femeninas. Como regalo para su 16 cumpleaños, Jack recibió una operación de cambio de género en Tailandia (en el Reino Unido tales operaciones pueden realizarse solo a partir de 18 años). Para pagar los costes médicos de 28.000 libras, Susie tuvo que hipotecar su casa.
Que los niños empiecen a recibir tratamiento hormonal para bloquear la pubertad tiene un efecto psicológico positivo, según Spack. Los efectos de las drogas son reversibles y la idea es dar a los niños tiempo para madurar emocionalmente y estar seguros de que realmente quieren un cambio de sexo permanente. De acuerdo con Stark sólo uno de 97 menores rechazó el tratamiento permanente.
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