Sociedad
Hollywood, bastión fallido del fascismo mundial
Adolf Hitler tenía planeado gobernar el mundo desde una lujosa mansión en Hollywood. Los preparativos para que el Führer pudiera instalarse en California empezaron apenas ganó las elecciones de 1933.
Aquel año la ciudadana estadounidense Jessie Murphy, que había heredado una fortuna gracias a un negocio minero de su familia, compró el terreno para el futuro ‘palacio’ de Hitler a Will Rogers, actor que siempre interpretaba personajes de vaquero. Se trataba de un ‘rancho’ de unas 20 hectáreas situado a unos metros del famoso cartel gigante del imperio cinematográfico que identifica la ciudad.
Militante fiel de las 'camisas plateadas', un grupo siniestro de fascistas que tomaron su nombre de los ‘camisas pardas’, una organización tipo milicia de los nazis alemanes, Murphy entabló una relación con un tal señor Schmidt a quien consideraba un agente secreto del Tercer Reich en EE. UU. Schmidt no tardó en convencerle del inevitable ascenso de Hitler y el nazismo como los dominadores del planeta. No le costó mucho lograr que la mujer que pretendía ganarse un lugar en el futuro régimen nacionalsocialista universal invirtiera 4 millones de dólares (unos 66 millones en precios de hoy) para hacer del local un bastión digno para alojar al supuesto emperador del mundo.
La mansión edificada fue especialmente fortificada y tenía 22 dormitorios, un refugio antibombas, una central eléctrica diésel, un refrigerador gigante y un tanque de agua de hormigón para 1,7 millones de litros. También había planes para construir luego más comedores, cinco bibliotecas, una piscina y una sala de gimnasia, pero ya con dinero que debía llegar desde Alemania.
flickr.com
Mientras se esperaba la futura llegada del Führer, el local no estuvo vacío. Sirvió de residencia a unos 50 fascistas estadounidenses, aunque no durante mucho tiempo. Al día siguiente de lo que pasó en Pearl Harbor, que supuso el ingreso de los EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial, la Policía interrumpió en el rancho y allanó la propiedad.
Con el paso del tiempo, el lugar, ahora en manos de las autoridades de Los Ángeles, se deterioró en gran parte por un incendio en 1978 que hizo cenizas gran parte de la propiedad. Hoy en día es un complejo de ruinas cubiertas con grafitis.
flickr.com
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Militante fiel de las 'camisas plateadas', un grupo siniestro de fascistas que tomaron su nombre de los ‘camisas pardas’, una organización tipo milicia de los nazis alemanes, Murphy entabló una relación con un tal señor Schmidt a quien consideraba un agente secreto del Tercer Reich en EE. UU. Schmidt no tardó en convencerle del inevitable ascenso de Hitler y el nazismo como los dominadores del planeta. No le costó mucho lograr que la mujer que pretendía ganarse un lugar en el futuro régimen nacionalsocialista universal invirtiera 4 millones de dólares (unos 66 millones en precios de hoy) para hacer del local un bastión digno para alojar al supuesto emperador del mundo.
La mansión edificada fue especialmente fortificada y tenía 22 dormitorios, un refugio antibombas, una central eléctrica diésel, un refrigerador gigante y un tanque de agua de hormigón para 1,7 millones de litros. También había planes para construir luego más comedores, cinco bibliotecas, una piscina y una sala de gimnasia, pero ya con dinero que debía llegar desde Alemania.
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Mientras se esperaba la futura llegada del Führer, el local no estuvo vacío. Sirvió de residencia a unos 50 fascistas estadounidenses, aunque no durante mucho tiempo. Al día siguiente de lo que pasó en Pearl Harbor, que supuso el ingreso de los EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial, la Policía interrumpió en el rancho y allanó la propiedad.
Con el paso del tiempo, el lugar, ahora en manos de las autoridades de Los Ángeles, se deterioró en gran parte por un incendio en 1978 que hizo cenizas gran parte de la propiedad. Hoy en día es un complejo de ruinas cubiertas con grafitis.
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