Sociedad
Los restos del Costa Concordia se convierten en destino turístico
La isla del Giglio en Italia central, tristemente famosa por ser escenario de uno de los mayores naufragios del Siglo XXI, el del Costa Concordia, está experimentando un verdadero boom turístico.
Desde que el pasado 13 de enero la nave chocó contra un arrecife en frente de la costa del Giglio -acabando con la vida de más de 30 personas-, las autoridades locales temían que el eco de la tragedia causara un colapso económico total en la isla que vive mayormente del turismo. Sin embargo, la realidad demostró lo contrario.
El naufragio no solo no repelió a los potenciales visitantes, sino que multiplicó la actividad turística en la zona. El crucero recostado de lado a pocos metros de la orilla provoca “una curiosidad extrema” en miles de personas y ha convertido la localidad en “un museo”, según el alcalde de Giglio, Sergio Ortelli. "Se registra, sobre todo, un boom del turismo de un día; es decir, de curiosos que llegan por la mañana para admirar a este paquidermo que descansa sobre el arrecife, sacar fotos, comer un trozo de pizza e irse por la noche”, comenta.
Desembarcar de una lancha turística para estar de visita en la isla un día cuesta 1 euro, mientras un billete de ida y vuelta a la playa de Caldaie, donde se tiene la mejor vista panorámica del gigante crucero que reposa en el mar Tirreno, vale 12 euros. Un recorrido alrededor de la isla en un barco, con una parada a unos metros de los restos de Costa Concordia, para sacar fotos, puede costar entre 10 y 25 euros.
Sin embargo, los autóctonos no parecen estar contentos con la popularidad que de repente tuvo su localidad. Insisten que está dañando sus intereses: "El turismo que nosotros preferimos, que ama el mar limpio y protege el medio ambiente, ha sido el más afectado", comenta Ortelli.
El naufragio no solo no repelió a los potenciales visitantes, sino que multiplicó la actividad turística en la zona. El crucero recostado de lado a pocos metros de la orilla provoca “una curiosidad extrema” en miles de personas y ha convertido la localidad en “un museo”, según el alcalde de Giglio, Sergio Ortelli. "Se registra, sobre todo, un boom del turismo de un día; es decir, de curiosos que llegan por la mañana para admirar a este paquidermo que descansa sobre el arrecife, sacar fotos, comer un trozo de pizza e irse por la noche”, comenta.
Desembarcar de una lancha turística para estar de visita en la isla un día cuesta 1 euro, mientras un billete de ida y vuelta a la playa de Caldaie, donde se tiene la mejor vista panorámica del gigante crucero que reposa en el mar Tirreno, vale 12 euros. Un recorrido alrededor de la isla en un barco, con una parada a unos metros de los restos de Costa Concordia, para sacar fotos, puede costar entre 10 y 25 euros.
Sin embargo, los autóctonos no parecen estar contentos con la popularidad que de repente tuvo su localidad. Insisten que está dañando sus intereses: "El turismo que nosotros preferimos, que ama el mar limpio y protege el medio ambiente, ha sido el más afectado", comenta Ortelli.
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