El fenómeno de Tunguska, el mayor impacto en la Tierra registrado en la historia moderna, permanece sin resolver 108 años después. Un grupo de investigadores rusos acaba de rebatir una de las teorías con las que la comunidad científica internacional creía haber esclarecido este misterio.
El 30 de junio del año 1908, un objeto ígneo voló miles de kilómetros sobre Siberia antes de explotar en las proximidades del río Podkámennaya Tunguska. El origen de este fenómeno todavía es una cuestión discutida por los científicos.
La explosión del denominado 'bólido de Tungunska', oída a más de mil kilómetros de distancia, tuvo una potencia equivalente al estallido de una bomba termonuclear y arrasó más de 2.000 kilómetros cuadrados de bosque.
En los días siguientes se avistaron una serie de extraños fenómenos sobre el cielo de Europa, como nubes plateadas y brillantes, vistosas puestas de sol y un inusual brillo en la noche.
Los periódicos rusos de la época reportaron sobre el impacto de meteorito, mientras que los extranjeros sugirieron varios escenarios, desde una erupción volcánica hasta la intervención de ovnis. Debido a las turbulencias políticas que se produjeron en los años siguientes en Rusia, los estudios sobre la explosión de Tunguska tardaron dos décadas en comenzar.
En esas primeras investigaciones, para sorpresa de los científicos, no se halló ningún tipo de resto del supuesto objeto caído del cielo ni tampoco ningún cráter.
El lago que supuestamente era un cráter
En 2007 un equipo de la Universidad de Bolonia (Italia), liderado por Luca Gasperini creyó haber resuelto este misterio. Los científicos italianos plantearon la hipótesis de que un pequeño lago de la zona, llamado Cheko, podría haber sido el cráter dejado por el impacto del meteorito. Su suposición se basó en el hecho de que el lago es inhabitualmente profundo para la región y que que su forma se asemeja a la de un cráter. Además de esto, se añade el hecho de que el lago no había sido registrado antes del año 1908.
En julio de 2016, un grupo de investigadores rusos de Krasnoyarsk y Novosibirsk exploraron el lago para intentar evaluar su edad real.
Los científicos tomaron muestras de los sedimentos del fondo para realizar un análisis geoquímico y bioquímico. Sus colegas del Instituto Siberiano de Geología y Mineralogía completaron el análisis radioscópico de las muestras.
Según el comunicado de la Sociedad Geográfica de Rusia, el estudio fechó la muestra más antigua en hace unos 280 años, lo que prueba que el lago es más antiguo que el fenómeno de Tunguska, desmintiendo así la hipótesis de los italianos.