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¿De dónde proviene el fetiche de las decapitaciones del Estado Islámico?

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Las ejecuciones perpetradas por las milicias del Estado Islámico copan las portadas y noticieros de todo el mundo. Shashank Joshi, analista del Instituto Real de Servicios Unidos (Reino Unido), ha analizado las causas de esta estrategia.
¿De dónde proviene el fetiche de las decapitaciones del Estado Islámico?
"Los yihadistas del Estado Islámico son una fuerza militar altamente profesional más parecida a un ejército que a un grupo de insurgentes. Buscan establecer un Estado bien administrado. Entonces, ¿por qué ejecutan mediante decapitaciones y crucifixiones?", escribe Joshi en su columna para el diario británico  'The Telegraph'.

Desde su punto de vista, hay tres explicaciones principales. Primero, opina que la guerra psicológica es un elemento clave de la estrategia militar del Estado Islámico. La milicia yihadista está aprovechando su reputación para disuadir a las fuerzas iraquíes de entrar en combates con ella. "¿Qué soldado mal pagado se arriesgará a ser decapitado, empalado o a que le amputen las extremidades para defender un Gobierno lejano y en ruinas? El miedo es la única arma efectiva", argumenta Joshi.

Segundo, el Estado Islámico se ha percatado de que a los Gobiernos occidentales en cierto modo también les disuade la perspectiva de que un soldado estadounidense o británico pueda enfrentarse al mismo destino, insiste el analista. En varias ocasiones los extremistas amenazaron con inundar Occidente con sangre: su retórica sobredimensiona sus capacidades, pero su historial de asesinatos y tortura es también una forma de disuasión.

El tercero y último motivo es que el terrorismo es una forma de propaganda con hechos: "cuanto más escalofriante sea la acción más impactante es la propaganda", puntualiza Joshi. Según el analista, la naturaleza 'gráfica' de la decapitación, la focalización en un individuo y el acto de la profanación del cuerpo convierten este método en algo mucho más escalofriante que la explosión de una bomba, aunque en este último caso el número de las víctimas es mucho mayor.

Según la cifra de la ONU, al menos 9.347 civiles murieron, otros 17.386 resultaron heridos y 1,8 millones de personas resultaron desalojadas entre junio y septiembre de este año mientras el Estado Islámico tomaba bajo su control vastos territorios en el norte de Irak. Se les imputa, además, el secuestro y la explotación de mujeres como esclavas sexuales, el reclutamiento forzado de niños y represalias étnicas y religiosas.

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