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Reportaje exclusivo de RT desde Raqqa, un infierno creado por el Estado Islámico
Decapitaciones, abusos, torturas. En Raqqa, Siria, gobierna la ley islámica más radical. Tierra de salvación, para sus fieles; infierno, para el resto. ¿Cómo sobreviven? ¿Es posible huir?
Raqqa es uno de los puntos más estratégicos dentro del mapa de Siria. Se separa de cien kilómetros desde Alepo, Hama y es la capital autoproclamada del Estado Islámico.
Las huellas de los enfrentamientos son evidentes. Vehículos incendiados. Reliquias destruidas. Hasta hace poco, una zona de la ciudad estaba bajo los milicianos de Al Baghdadi, el cabecilla del Estado Islámico.
"Los terroristas atacan autobuses y el transporte privado. Patrullamos esta zona del desierto y cuando el Ejército descubre a los terroristas, empieza su persecución", dice un soldado del Ejército que acompaña al equipo de RT.
Un camino para liberar a los civiles de Raqqa; o para que los yihadistas se abastezcan de pertrechos.
Un hombre sirio, junto a su esposa y 13 hijos, logró huir. Y aunque hoy nuevamente pueda ver la televisión o fumar, no ha logrado escapar del miedo. "Un yihadista vino a mi casa y ordenó que mi hija se casara con él. Yo me negué: ¿Dónde está escrito que si la niña tiene 15 años debe casarse? Él tiene 40 años, es de mi edad. ¿Con qué derecho quería tomar a mi hija? Eso es el Estado Islámico. Ese es el islam que quieren imponer", cuenta el hombre.
Pero desobedecer es duramente castigado. "Me tiraron del tejado. Caí de espaldas y me dañé la columna vertebral. No podía caminar. Necesitaba urgentemente una operación", relata.
Una mujer, cuya identidad no se puede revelar, también sufrió las consecuencias de este extremismo. "Si cometíamos una falta, nos golpeaban o hasta mataban. Si un niño hacía algo impropio, le daban latigazos. ¿Acaso el islam permite eso? El islam no permite matar, acuchillar ni la 'sex-yihad'", explica la mujer.
Por sus dos hijas, dice, decidió arriesgar su vida y recuperar su libertad. Pero, ¿cómo consiguieron escapar?
A medida que la carretera se acerca a Raqqa, hay menos tráfico. Sin embargo, el tránsito de un punto a otro está permitido, garantizando la seguridad a través de numerosos controles de seguridad.
La noche anterior, el Ejército logró recuperar terreno y ahora construyen trincheras. "Creamos nuevos puestos de apoyo en dirección a Raqqa. El Ejército está avanzando y hemos logrado que los terroristas tengan que retroceder", señala uno de los soldados.
Más allá, los combates son intensos. Un peligro para cualquier civil que intente huir. "Los milicianos nos permiten salir de la ciudad, pero tenemos prohibido ir a las regiones controladas por el Ejército estatal. Así que fingimos que íbamos a un poblado del Estado Islámico", dice una refugiada.
"Cuando nos alejamos, cambiamos nuestra dirección hacia un pueblo controlado por el Ejército sirio. Cuando vi a los militares, no podía creerlo. Les mostré mis heridas y me llevaron hasta un hospital en Alepo", cuenta otro refugiado.
Al acercarse a Raqqa, la amenaza del Estado Islámico se percibe incluso entre los soldados. Más allá de los últimos puestos de control del control del Ejército sirio está la zona controlada por el Estado Islámico. De ahí las altas medidas de militarización implementadas en este lugar.
Tras largos minutos, se acerca un vehículo. Los militares advierten que podrían ser extremistas.
"Los terroristas obligan a los civiles a comprar alimentos con la amenaza de ejecutar a sus familiares. No podemos detenerlos, por eso aseguramos que no lleven armas y les dejamos pasar", dice el soldado.
El objetivo es otro, asegura este alto rango militar. "¿Estrategia para luchar contra estos apóstatas? No existe otra manera de resolver el problema: vamos a exterminarlos con todo tipo de armas".
Y recuperar la ciudad, subraya, para que familias como estas regresen a su hogar, pero, sobre todo, para que Raqqa deje de ser la autoproclamada capital de Estado Islámico.
Las huellas de los enfrentamientos son evidentes. Vehículos incendiados. Reliquias destruidas. Hasta hace poco, una zona de la ciudad estaba bajo los milicianos de Al Baghdadi, el cabecilla del Estado Islámico.
"Los terroristas atacan autobuses y el transporte privado. Patrullamos esta zona del desierto y cuando el Ejército descubre a los terroristas, empieza su persecución", dice un soldado del Ejército que acompaña al equipo de RT.
Un camino para liberar a los civiles de Raqqa; o para que los yihadistas se abastezcan de pertrechos.
Un hombre sirio, junto a su esposa y 13 hijos, logró huir. Y aunque hoy nuevamente pueda ver la televisión o fumar, no ha logrado escapar del miedo. "Un yihadista vino a mi casa y ordenó que mi hija se casara con él. Yo me negué: ¿Dónde está escrito que si la niña tiene 15 años debe casarse? Él tiene 40 años, es de mi edad. ¿Con qué derecho quería tomar a mi hija? Eso es el Estado Islámico. Ese es el islam que quieren imponer", cuenta el hombre.
Pero desobedecer es duramente castigado. "Me tiraron del tejado. Caí de espaldas y me dañé la columna vertebral. No podía caminar. Necesitaba urgentemente una operación", relata.
¿Dónde está escrito que si la niña tiene 15 años debe casarse? Él tiene 40 años, es de mi edad. ¿Con qué derecho quería tomar a mi hija? Eso es el Estado Islámico. Ese es el islam que quieren imponer
Una mujer, cuya identidad no se puede revelar, también sufrió las consecuencias de este extremismo. "Si cometíamos una falta, nos golpeaban o hasta mataban. Si un niño hacía algo impropio, le daban latigazos. ¿Acaso el islam permite eso? El islam no permite matar, acuchillar ni la 'sex-yihad'", explica la mujer.
Por sus dos hijas, dice, decidió arriesgar su vida y recuperar su libertad. Pero, ¿cómo consiguieron escapar?
A medida que la carretera se acerca a Raqqa, hay menos tráfico. Sin embargo, el tránsito de un punto a otro está permitido, garantizando la seguridad a través de numerosos controles de seguridad.
La noche anterior, el Ejército logró recuperar terreno y ahora construyen trincheras. "Creamos nuevos puestos de apoyo en dirección a Raqqa. El Ejército está avanzando y hemos logrado que los terroristas tengan que retroceder", señala uno de los soldados.
Más allá, los combates son intensos. Un peligro para cualquier civil que intente huir. "Los milicianos nos permiten salir de la ciudad, pero tenemos prohibido ir a las regiones controladas por el Ejército estatal. Así que fingimos que íbamos a un poblado del Estado Islámico", dice una refugiada.
Los terroristas obligan a los civiles a comprar alimentos con la amenaza de ejecutar a sus familiares. No podemos detenerlos, por eso aseguramos que no lleven armas y les dejamos pasar
"Cuando nos alejamos, cambiamos nuestra dirección hacia un pueblo controlado por el Ejército sirio. Cuando vi a los militares, no podía creerlo. Les mostré mis heridas y me llevaron hasta un hospital en Alepo", cuenta otro refugiado.
Al acercarse a Raqqa, la amenaza del Estado Islámico se percibe incluso entre los soldados. Más allá de los últimos puestos de control del control del Ejército sirio está la zona controlada por el Estado Islámico. De ahí las altas medidas de militarización implementadas en este lugar.
Tras largos minutos, se acerca un vehículo. Los militares advierten que podrían ser extremistas.
"Los terroristas obligan a los civiles a comprar alimentos con la amenaza de ejecutar a sus familiares. No podemos detenerlos, por eso aseguramos que no lleven armas y les dejamos pasar", dice el soldado.
El objetivo es otro, asegura este alto rango militar. "¿Estrategia para luchar contra estos apóstatas? No existe otra manera de resolver el problema: vamos a exterminarlos con todo tipo de armas".
Y recuperar la ciudad, subraya, para que familias como estas regresen a su hogar, pero, sobre todo, para que Raqqa deje de ser la autoproclamada capital de Estado Islámico.
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