Un año sin Ben Alí: ¿Se dirige Túnez a un férreo islamismo?
Túnez, un año después de la caída del régimen autoritario y la llegada al poder del partido islamista Ennahda, parece no haber cambiado radicalmente, aunque el signo del Gobierno sí que lo haya hecho (la dictadura de Ben Alí era laica y enfrentada a los islamistas). Pese a que este movimiento, que abrió una nueva página en la historia de la nación al llegar al poder, prometió que en el país no se instauraría la sharia (la ley islámica), algunos ya observan con inquietud la situación.
Una parte de la población tiene miedo de caer de nuevo en el absolutismo ya que Ennahda ha obtenido un 40% de los escaños en el Parlamento y el primer ministro también pertenece a esta formación. Los tunecinos temen que se produzcan nuevas confrontaciones y revueltas.
El conflicto, a fondo
Uno de los problemas principales reside en las costumbres religiosas. Ahora algunas mujeres tunecinas vuelven a insistir en su derecho a llevar el nicab, un velo que oculta todo el rostro dejando solo una pequeña ranura para los ojos. El uso de esta prenda genera preocupación en los docentes universitarios que en principio no tienen nada contra la libertad de vestimenta, pero no aceptan de tan buen grado tener a gente con los rostros cubiertos en el aula.
“Una mujer que lleva un nicab va en contra de mi dignidad, me siento como una especie de animal violento que puede hacerle daño”, explica Leila Blibi, una profesora de historia en la Universidad de Manouba. Muchos opinan que la ropa religiosa no tiene nada que ver con la vida civil de la población y debe llevarse solo en un lugar apropiado para ello, como la mezquita.
A veces el deseo de seguir las normas religiosas prevalece sobre otros principios. Así ocurrió en una universidad capitalina cuando un grupo de jóvenes que quería llevar el nicab logró interrumpir las clases. “Fue una minoría de estudiantes, hicieron un paro de tres semanas. La universidad permaneció cerrada por dos semanas por decisión del consejo de educación. La mayoría de los estudiantes estaba en contra del paro, pero fue amenazada por la minoría. Estamos en contra de que las chicas se cubran la cabeza en clase y durante los exámenes. Es cuestión de seguridad y confianza entre los profesores y los estudiantes. Es inaceptable”, cuenta Blibi.
Una elección marcada por la falta de cultura política del país
Algunos ya empiezan a sospechar que se equivocaron a la hora de votar después del cambio de régimen. El partido que llegó al poder tras la revolución es islamista y su estricto apoyo a las tradiciones musulmanas no ayuda a resolver los problemas que tienen su raíz en las diferencias religiosas.
El activista social Haifa Ben Abdallah cree que la elección fue especialmente difícil por no tener el país cultura política: “No tenemos cultura política aquí en Túnez, es algo nuevo para nosotros ya que ocurre por primera vez. Hacer una elección entre los programas políticos fue difícil, especialmente por los islamistas que dividían a todo el mundo entre musulmanes y no musulmanes. Es el modo de caracterizar a la gente. O crees en Dios o si no eres islamista, no crees en él”.
Sin embargo, esa manera de clasificar a las personas parece que no se aplica a los extranjeros ya que las nuevas autoridades aseguran que los turistas no tienen nada que temer y pueden vestirse como deseen. Parece difícil establecer si era este el tipo de democracia por el que protestaban los tunecinos hace cerca de un año o si estas manifestaciones de religiosidad marcan la deriva hacia una tendencia islamista más radical.