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"Todo lo que Trump intenta imponer ya me sucedió tras el 11-S"

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Adama Bah es una inmigrante guineana que creció en EE.UU. y fue detenida tras el 11-S, cuando tenía 16 años. Después de pasar seis semanas y media en un centro de detención juvenil, tuvo que llevar un dispositivo de vigilancia en el tobillo y cumplir un toque de queda durante tres años. En Entrevista, de RT, explica el calvario que sufrió a causa de su origen.
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La protagonista de esta entrevista es Adama Bah, oriunda de Guinea. Su familia emigró a Estados Unidos cuando ella tenía dos años y creció en territorio norteamericano, por lo que no dudaba que era estadounidense. Sin embargo, las cosas cambiaron después de los atentados del 11-S, cuando tenía 16 años. 

Esta mujer confiesa que antes del 11-S "vivía en mi mundo" ya que, cuando se produjeron esos ataques terroristas, era una adolescente corriente que se preocupaba por las tareas domésticas y se comunicaba con sus coetáneos. 

Arresto y detención

El 24 de marzo de 2005, llamaron a la puerta de su casa y su vida cambió. "Eran agentes federales, oficiales de Policía y agentes del servicio de inmigración", que entraron en su domicilio cuando ella y una de sus hermanas ya estaban durmiendo, evoca Bah.

"Estábamos desconcertadas. ¿Qué hacía toda esta gente en nuestra sala de estar?", recuerda la mujer, que escuchó cómo algunos agentes gritaban a su madre que la enviarán de regreso a su país.

Durante los interrogatorios posteriores, las autoridades estadounidenses utilizaron "un juego doloroso" para presionarla: "Me dijeron: 'Todos tus profesores, todos tus amigos nos han contado todo sobre ti'", hasta casi hacerla dudar si era una terrorista.

"Tuve que pasar seis semanas y media en un centro de detención juvenil". Mientras estaba presa, Bah tuvo que aprender cómo funciona el sistema migratorio en EE.UU. "porque antes ni siquiera sabía el significado de 'indocumentado'".

Vigilancia y toque de queda

"Como no presentaron cargos, me liberaron a cambio de que llevara un dispositivo de vigilancia en el tobillo y cumpliera un toque de queda", un calvario que tuvo que soportar tres años: "Cuando lo recuerdo, me entran ganas de llorar".

Esa circunstancia provocó que sintiera una paranoia constante de que los agentes de la ley se encontraban en su centro educativo o su empresa y comenzó a sentir miedo de sufrir una depresión y hasta de sacar la basura.

Finalmente, Adama Bah no esconde su rechazo a las políticas que pone en marcha la Administración de Donald Trump. "Todo lo que hace y quiere hacer a las familias de los inmigrantes ya me sucedió a mí: detenernos, ponernos un dispositivo de vigilancia, deportarnos... mi familia ya sufrió todo eso".

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