La euforia por la victoria de Syriza en las elecciones parlamentarias del pasado 25 de enero ya ha quedado en un segundo plano. Solo una semana después de los comicios, la agenda del nuevo Ejecutivo griego refleja la encrucijada en la que se encuentra el país.
Este miércoles en Bruselas, Tsipras se entrevistó por separado con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, con el máximo representante del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el del Parlamento Europeo, Martin Schulz. Y ya por la tarde viajó a París para reunirse con el presidente francés, François Hollande.
Tras las reuniones mantenidas con los líderes de las tres principales instituciones comunitarias, Tsipras se mostró "muy optimista" dentro de los "desacuerdos" con sus socios europeos. "La estabilidad de la UE presupone un cambio de política económica, un giro hacia el crecimiento (…) Europa no está en una situación muy lógica desde el punto de vista económico", afirmó el líder de Syriza tras la entrevista con Hollande.
En esas mismas 24 horas, el nuevo ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, negoció en Frankfurt con el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, quien recordó a Grecia que no puede reestructurar la cartera de títulos de deuda helena que tiene en cartera por sus operaciones de política monetaria. Asimismo urgió a Atenas a comprometerse constructiva y rápidamente en las negociaciones con el Eurogrupo.
Varoufakis, por su parte, indicó que el Gobierno griego está interesado "en minimizar las pérdidas de nuestros socios y el mejor camino para conseguirlo es pasar página, reformar y empezar a crecer y así podremos ser capaces de devolverlo todo con intereses".
Entretanto en Grecia sus ciudadanos esperan respuestas inmediatas para mejorar su nivel de vida. Tras seis años de crisis económica, uno de cada tres griegos se encuentra en situación de pobreza y endeudamiento, según un reciente estudio.
"Le pido al nuevo primer ministro que no diga sí a todo a la Unión Europea. Eso es lo que hizo el anterior Gobierno. Nuestra situación económica hace que vivamos con rabia e indignación", comenta Andromachi Georgiou, una desempleada que vive con su familia en una pequeña casa en un barrio marginal de Atenas y que votó por Syriza porque quería un cambio radical.
Pavlos Kostid es otra de las miles de personas que residen en ese barrio: gana menos de 600 euros al mes y ocupó ilegalmente una casa prefabricada para que su familia tuviera un hogar. A pesar de la llegada al poder de un partido de izquierda tiene pocas esperanzas de que cambie algo.
"En los últimos meses me he visto obligado a robar la electricidad a mi madre. Ella es mi vecina. No tenemos dinero y solo de esta forma puedo mantener a mis hijos calientes", lamenta Kostid.
El Gobierno de Tsipras acaba de tomar posesión y ya se encuentra entre la espada y la pared. A un lado, las políticas de austeridad dictadas desde Bruselas; al otro, la urgencia social de millones griegos que buscan un verdadero cambio. Y un reloj que corre en su contra.
Para más información sobre Syriza, lea la RTpedia, la nueva sección de nuestro sitio.