Cómo EE.UU. se estrangula con sus propias manos
"Su enorme influencia internacional [de EE.UU.] está amenazada por divisiones políticas internas que ya se han hecho crónicas y que limitan su capacidad para liderar el mundo", señala el analista Moisés Naím en su artículo publicado en 'El País'. Y en ese contexto presenta algunos ejemplos.
La enorme influencia internacional de EE.UU. está amenazada por divisiones políticas internas que ya se han hecho crónicas
Uno de ellos, según el analista, es el Fondo Monetario Internacional (FMI), que necesita de manera urgente mejoras a través de una serie de reformas y que el presidente Barack Obama propuso. Sin embargo, el Congreso de EE. UU. es incapaz de aprobarlas. "El congresista Hensarling, electo en el Quinto Distrito de Texas, está a cargo del comité que debe aprobar estas reformas. Y ni a él ni a sus aliados del Tea Party les gusta el FMI", señala Naím.
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Como resultado "China fundó en 2014 su propia institución, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), al que invitó a participar como accionistas a otros países", escribe y prosigue: "Washington desplegó una agresiva campaña diplomática para disuadir a otros Gobiernos de unirse a esa iniciativa. Fracasó", dijo recordando que hasta aliados cercanos de siempre se unieron a la iniciativa prometedora de Pekín.
Washington desplegó una agresiva campaña diplomática para disuadir a otros Gobiernos de unirse al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras. Fracasó.
"Otro organismo para proyectar la influencia económica de EE.UU. en el mundo es su banco para el financiamiento de las exportaciones, el Eximbank. Un grupo de congresistas amenaza con cerrarlo. No les importa que todos los grandes países exportadores del mundo tengan instituciones parecidas. O que solo en los últimos dos años China haya prestado 670.000 millones de dólares en apoyo a sus exportaciones, frente a los 570.000 millones concedidos por el Eximbank desde que fue creado por el presidente Franklin D. Roosevelt en 1934", subraya.
Por otra parte, está el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que es la principal fuente de financiamiento para América Latina. "Para mantener su influencia en esta área, EE.UU. —el principal accionista del BID— debería aportar 39 millones de dólares al año durante siete años. En cambio, todos los otros países accionistas estuvieron de acuerdo en participar. Así, una combinación de ceguera ideológica del Congreso y la increíble incompetencia de los burócratas del departamento del Tesoro hicieron que EE.UU. perdiera un instrumento más para ser relevante en una región que, según los discursos oficiales, es una prioridad para la Casa Blanca", afirma Naím.