El 3 de septiembre de 1945, un grupo de alemanes encabezados por Wilhelm Dege se rindió al capitán del buque noruego Blassel, dedicado a la caza de focas. De este modo se dio por terminada su misión secreta de un año en el Ártico destinada a recoger datos meteorológicos para el Tercer Reich.
"La información meteorológica tenía una importancia vital, tanto para los alemanes como para los aliados. Hitler fijó posteriormente el momento de atacar en las Ardenas a partir de la información que le llegó de la estación meteorológica de las islas Spitzbergen. (…) Sin la información meteorológica no se entendería buena parte de las decisiones que se tomaron a lo largo de la guerra", comentó al diario 'ABC' el historiador y periodista Jesús Hernández, que reúne los detalles de lo sucedido en su libro 'Pequeñas grandes historias de la Segunda Guerra Mundial'.
El primer intento de los nazis de instalarse en la región ártica tuvo lugar en 1943, pero su base en Groenlandia fue arrasada por el Ejército estadounidense. Sin embargo, el Gobierno de Adolf Hitler no abandonó sus planes. Esta vez la operación Haudegen ('estocada') fue tan secreta que el llamamiento a voluntarios para participar no decía nada más que "una misión muy especial en una zona muy fría", destaca Hernández.
Para prepararse para las bajas temperaturas, los 70 militares que se presentaron voluntarios para el experimento recibieron entrenamiento en los Alpes. Una vez seleccionado un equipo final de 10 miembros, se les designó como jefe al geógrafo y geólogo Wilhelm Dege. En septiembre de 1944 el grupo llegó a la isla deshabitada de Spitzbergen. Su tarea fue enviar periódicamente información atmosférica a Alemania sin ser descubiertos.
Tras instalar la base, una serie de barracones prefabricados que solo hubo que bajar del buque, los 11 se pusieron mano a la obra. Pero la misión prevista para, al mínimo, 3 años, se terminó mucho antes. Al recibir en mayo de 1945 la noticia sobre el suicidio de Hitler, Dege comunicó a los aliados que rendía la base. Sin embargo, tuvieron que esperar cuatro meses hasta que un barco pesquero civil 'aceptase' su capitulación y los recogiera. De este modo, los 11 hombres se convirtieron en los últimos nazis en rendirse de la II Guerra Mundial.