¿Cuáles son los indicios más destacados de la futura glaciación?
El debilitamiento de la corriente del Golfo
De acuerdo con los especialistas meteorológicos, la primera víctima del calentamiento global que nos llevará a una nueva glaciación será la corriente del Golfo, el flujo de aguas templadas superficiales que arranca en el golfo de México, cruza el Atlántico y recorre de sur a norte la costa occidental europea. Este 'río dentro del mar' trasporta aguas cálidas de los trópicos hacia el norte y hace posible que Europa tenga un clima benigno para la latitud en que se encuentra.
Cuando la corriente del Golfo calienta la costa europea en su trayectoria ascendente, el agua superficial de origen tropical se va enfriando a medida que se acerca al Ártico. Como es agua salada, el frío aumenta su densidad hasta provocar que se hunda. Entonces el agua superficial del trópico se desplaza hacia allí para llenar el hueco dejado por el hundimiento del agua fría, y así cíclicamente.
No obstante, una investigación llevada a cabo por científicos del Centro Nacional de Oceanografía de Southampton, en el Reino Unido, demuestra que la fuerza de la corriente ha disminuido drásticamente, hasta un 30 % en los últimos doce años.
La razón de ello es el deshielo de los casquetes polares y de los glaciares de Groenlandia. El agua dulce que anteriormente estaba congelada actualmente se ha vuelto líquida y va a parar al Atlántico Norte, donde se mezcla con el agua marina. Al no ser lo suficientemente salada, no se hunde con las bajas temperaturas, y el motor de la corriente del Golfo se va debilitando cada vez más, lo que podría provocar el enfriamiento de Europa.
Actualmente, la corriente cálida está perdiendo su calor en el océano, provocando el cambio de flujos de aire en la atmósfera. Habitualmente estos flujos recorrían todo el mundo, pero actualmente se 'estancan' en ciertas zonas durante periodos prolongados. En 2010, este fenómeno causó una tremenda subida de temperaturas en la parte central de Rusia.
La reducción de la actividad solar
Aparte de los retos que encara la corriente del Golfo existe otro fenómeno que puede afectar el clima de nuestro planeta. Se trata de la significativa disminución de la actividad solar que están observando los científicos actualmente. El Sol tiene su propio ciclo de actividad, caracterizado por la variación en la intensidad de las manchas solares. En la actualidad esa intensidad es tan baja que los expertos incluso vaticinan un nuevo 'mínimo de Maunder', como se conoce el periodo entre los años 1645 y 1715 en que las manchas solares casi desaparecieron de la superficie del astro. Durante esos 70 años entre los siglos XVII y XVIII se registraron en el Sol unas 50 manchas, cuando lo normal habría sido observar entre 40.000 y 50.000.
En esa época, según los registros históricos, el "frío intenso" congeló el río Támesis en Londres, y gran parte del planeta se vio sometido a condiciones que no se han vuelto a experimentar desde entonces. Pero según los científicos, la miniglaciación a la que nos enfrentamos actualmente podría ser mucho peor que la última miniedad de hielo.
"El sol ha sido muy 'extraño' durante casi 15 años", dice el científico de la Universidad Técnica de Dinamarca Jens Pedersen.
Pedersen subraya que hace poco el astro ha alcanzado el máximo solar, por lo que debería demostrar una actividad de manchas solares muy intensa. Pero no lo ha hecho.
"Tenemos que retroceder 100 años para encontrar un máximo solar tan débil como el que observamos en este momento. Y el reciente mínimo solar parecido al actual se produjo hace 200 años", comentó.
El Sol también prepara otras sorpresas que afectarán a la humanidad, como las tormentas solares. Las tormentas solares de clase X son las más fuertes en cuanto a los potenciales efectos sobre la Tierra, que varían de acuerdo con su magnitud. Las de clase M generan una alerta moderada, y las de clase B y C, aunque no tienen mayor incidencia en nuestro planeta, pueden anteceder a una tormenta mayor. Entre los efectos de estas tormentas destaca la capacidad de devastar los sistemas de comunicación y el suministro de electricidad y afectar a la salud humana.
Al mismo tiempo se registra un aumento de hielo en el Ártico, que se acerca poco a poco a la costa de EE.UU. y Canadá. Desde el inicio del siglo la temperatura media en estos países también disminuyó unos siete grados, mientras que Rusia, por ejemplo, experimenta un aumento de las temperaturas.
El 'regreso' de las capas de hielo
Otro indicio preocupante es la reversión de la capa de hielo Laurentino.
Fue una capa de hielo masiva que cubrió cientos de miles de kilómetros cuadrados cuatro veces durante las épocas glaciares en la Tierra. Se sabe que abarcó en su momento la mayor parte de Canadá y una gran parte del norte de EE.UU. En el periodo que va desde hace 95.000 años a 20.000 años antes de la era actual consiguió su apogeo al cubrir la mayor parte del territorio septentrional de América del Norte.
La última vez que la capa de hielo Laurentino se desheló fue hace 11.000 años. De acuerdo con una teoría científica, todas las edades de hielo en la Tierra empiezan con la reaparición del Laurentino. Y, según los investigadores, este podría formarse en los próximos 1.000 años. Sin embargo, los ciudadanos de EE.UU. podrían notar los cambios negativos en un futuro mucho más próximo.
El cambio climático en EE.UU. en el siglo ХХI se confirma por la creciente potencia de los huracanes. El año 2005 estuvo marcado por la tragedia provocada por el huracán Katrina, que se llevó la vida de 1.836 personas y causó daños que se estimaron en 125 billones de dólares. Fue el huracán atlántico más potente de la historia. Le siguieron el Ike en 2008 y el Sandy en 2012.
De acuerdo con los científicos, dentro de 2.000 o 3.000 años también resurgirá el hielo escandinavo, que no solo cubrirá Noruega, Suecia y Finlandia, sino que llegará también, por ejemplo, a la ciudad rusa de San Petersburgo.
Dentro de 10.000 años, según las predicciones de los científicos, la región de Moscú se convertirá en una tundra rodeada de hielo, mientras que en Siberia surgirán nuevos lagos de enormes dimensiones.
¿A quién va a tocar la catástrofe?
Es cierto que estos cambios climáticos dramáticos no sucederán pronto, pero algunos países, como EE.UU., Canadá y las naciones europeas, podrían acusar su aproximación ya en nuestra época. Por ejemplo, el Reino Unido ya está desarrollando programas especiales para hacer frente a inviernos más fríos provocados por el debilitamiento de la corriente del Golfo, mientras que los campesinos estadounidenses percibirán la influencia del cambio de las temperaturas en forma de cosechas menos abundantes que antes.