El exitoso método del KGB para frustrar los planes de la CIA, al descubierto
El problema data de mediados de los años 70, cuando la gerencia de la CIA trataba de adivinar cómo la agencia de inteligencia soviética (KGB) identificaba a los agentes norteamericanos y frustraba sus operaciones. Buscando la respuesta, el organismo de EE.UU. se enfocaba en la investigación de oficiales propios que podrían filtrar la información, pero "subestimaba las capacidades de sus homólogos soviéticos", escribe en su nuevo libro sobre la inteligencia de la URSS el profesor de historia Jonathan Haslam, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), citado por el portal Salon.
El protagonista de la historia es Yuri Titov, del KGB, a quien los estadounidenses llamaban el "director de personal de la CIA en la sombra". El oficial aplicó por primera vez sus métodos para identificar a agentes norteamericanos a finales de los años 50 en Tailandia y más tarde en Japón. Al regresar a Moscú, Titov comenzó a estudiar los archivos del KGB, la literatura especializada y la información de las autoridades policiales de varios países, obtenida de fuentes abiertas. Al final elaboró 26 indicadores que servían para una identificación casi segura de agentes de inteligencia de EE.UU. en el extranjero.
Las biografías de los agentes contenían evidentes lagunas, estos hablaban varios idiomas extranjeros y las reorganizaciones dentro de las Embajadas nunca les afectaban, mientras que sus despachos se encontraban en zonas especiales de los edificios. A diferencia de los diplomáticos que seguían reglas estrictas de protocolo, estos agentes podían aparecer y desaparecer de los eventos en cualquier momento y al regresar a EE.UU. normalmente no figuraban en los documentos públicos del Departamento de Estado. Éstas eran algunos de los indicadores que ayudaban a Titov a identificar a los miembros de la CIA.
El hecho de que Titov fuera capaz de descubrir a tantos agentes norteamericanos, justificaba la idea de que "organismos clave para la política exterior de EE.UU. experimentaban defectos estructurales", concluye en su libro Jonathan Haslam.