En marzo la Fuerza Aérea de EE.UU. desplegó en la región Asia-Pacífico tres bombarderos estratégicos furtivos B-2 Spirit de los 20 de los que dispone, dice Dave Majumdar, autor de un blog de la revista digital 'The National Interest'. Los aviones se encuentran en la zona para participar en una serie de ejercicios en los territorios de sus aliados Corea del Sur y Japón.
Se trata de un despliegue provisional, pero el autor del blog opina que Washington podría estimar que se haga permanente con el transcurso del tiempo. El bloguero se pregunta: ¿Tiene sentido tal despliegue?
En su opinión, al menos hasta que la Fuerza Aérea adquiera los 80 o 100 novedosos bombarderos de largo alcance Northrop Grumman B-21, que pretende comprar en los próximos años, no debe ni pensar en llevar la aviación estratégica más allá de su territorio.
A medida que China desarrolle sus capacidades bélicas, las bases aéreas en Japón y Corea del Sur serán cada vez más vulnerables a un eventual ataque en caso de guerra. Aunque los Gobiernos de esos países den luz verde a la aviación estratégica en su territorio, no es este el argumento decisorio, sino la seguridad. "Probablemente ni siquiera Guam sea seguro", agrega Majumdar.
Desplegar los bombarderos en Australia sería mucho más complicado desde el punto de vista del consentimiento de sus autoridades, considera el autor. "Canberra podría no querer necesariamente acoger una sola unidad de los B-21, puesto que China es el mayor socio comercial de Australia".
A tenor de estos motivos, Majumdar recomienda al mando militar de EE.UU. limitarse al despliegue de la aviación furtiva en bases aéreas como Hickam (Hawái), Elmendorf o Eielson (Alaska), o sea, en su propio territorio.