¿Por qué los veteranos de guerra disparan contra los policías en EE.UU.?
EE.UU. ha visto dos ataques mortales a un grupo de policías en diez días. En el primero de ellos Micah Xavier Johnson, un afroamericano de 25 años, mató a tiros cinco policías e hirió a otros siete durante una manifestación en Dallas (Texas). Posteriormente, Gavin Long, de 29 años y también de raza negra, abrió fuego contra una patrulla dejando tres muertos y tres heridos en Baton Rouge (Luisiana). Tanto Jonson como Long murieron en el lugar.
A ambos los movió la venganza por las recientes muertes de afroamericanos no armados a manos de policías en Luisiana y Minnesota, lo que ha causado amplias protestas en el país.
Las dos biografías están unidas porque ambos sirvieron en las Fuerzas Armadas estadounidenses y estuvieron en zonas de conflicto: Johnson en una brigada de ingenieros en Afganistán entre noviembre de 2013 y julio de 2014 y el marine Long en Irak entre 2008 y 2009. Ambos fueron buenos tiradores.
Bajo umbral de tolerancia
Los militares de raza negra siempre han regresado de la guerra con un umbral de tolerancia más bajo a las manifestaciones de racismo, según escribe 'Newsday'. Durante el llamado Verano Rojo, una serie de disturbios raciales registrados en 1919, tras la Primera Guerra Mundial los afroamericanos formaron unidades de autodefensa para hacer frente a los pogromos blancos en Charleston, Chicago o Washington.
En 1948 la presión de los veteranos afroamericanos empujó al presidente Harry Truman a poner fin a la segregación racial en las Fuerzas Armadas, donde hasta el momento los negros y los blancos servían en unidades separadas e incluso la transfusión de sangre a los heridos se realizaba según criterios raciales.
Según los padres de Johnson, su hijo, que de niño soñaba con ser policía, regresó de Afganistán como un hombre diferente.
"Las matanzas en Baton Rouge y Dallas se produjeron en el sur de EE.UU., donde la discriminación racial continúa", señaló el escritor e historiador Gerald Horne en una entrevista concedida a RT en inglés. "Muchos de los veteranos vuelven a casa con serios trastornos psíquicos que necesitan ser tratados", agregó Horne.
Síndrome de la generación perdida
La prolongada tensión física y moral que uno experimenta en una situación bélica está detrás de la frustración moral. Según datos del Pentágono, un 38% de los militares del Ejército y un 31% de los marines sufren problemas psíquicos a su llegada desde zonas de conflicto. Para la Guardia Nacional el nivel es aún más alto al situarse en el 49%.
De acuerdo con estadísticas del Departamento de Asuntos de los Veteranos, el 11% de los veteranos de la última guerra de Irak, el 20% de los de Afganistán, el 12% de los que lucharon en la primera guerra de Irak y el 30% de los que combatieron en Vietnam sufren trastorno por estrés postraumático, que se manifiesta en una inclinación al suicidio y la agresión, el sentimiento de culpa por permanecer con vida y una actitud agudamente negativa hacia las instituciones sociales y gubernamentales. Más de 60.000 de los recién movilizados recibieron asistencia médica por esta condición en 2015.
El 10% de los presos estadounidenses son veteranos que sufren en su mayoría trastorno por estrés postraumático. Según el Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC, por sus siglas en inglés), de los 3.000 presos en espera en el corredor de la muerte, 300 son exmilitares.
Los juristas del DPIC creen que el trastorno por estrés postraumático debe calificarse de circunstancia atenuante a la hora de emitir una sentencia.
"Casi el 35% de los militares en servicio actual padecen trastornos psíquicos. El número de soldados va en retroceso y estos se pasarán años desempleados o tratando de obtener el estatus de veterano de guerra o el de retirado, algo que causará conflictos con las instituciones militares. Las diferencias que surgen causan fuerte estrés y provocan suicidios. Las prisiones, clínicas psiquiátricas y refugios de los sintecho están repletos de veteranos", comentó a RT el redactor jefe de Veterans Today, Gordon Duff.
22 suicidios al día
Según datos del Departamento de Asuntos de los Veteranos, entre 1990 y 2012 se registraron 22 suicidios de veteranos estadounidenses como media diaria, lo que lo convierte en una causa mortal más importante que el cáncer o las enfermedades cardíacas.
Entre los militares en servicio el número de suicidios fue de 259 el año pasado, o lo que es lo mismo, 18,7 casos por 100.000 personas, una cifra que es un 48% mayor que el promedio de EE.UU.
Las muertes por suicidio entre los militares superan a las bajas en las zonas de conflicto.
Anhelo de destrucción y tiros terapéuticos
Del medio millón de personas sin hogar en EE.UU. cerca de un cuarto son veteranos. Trastornos psíquicos y la incapacidad de adoptarse a la vida pacífica figuran entre las causas por las que acaban en la calle sin techo. Tras abandonar el Ejército Timothy McVeigh, condecorado con la Estrella de Bronce por la Operación Tormenta del Desierto, pasó una larga temporada hospedándose en cámpings, hostales y casas de sus compañeros de armas.
Soñaba con convertirse en un boina verde, pero falló el curso de fortaleza física. La experiencia bélica combinada con la frustración de planes de carrera le llevaron a una idea de luchar contra la tiranía del Gobierno federal.
En abril de 1995 se produjo atentado terrorista más sangriento en la historia del país hasta el 11 de septiembre de 2001. La explosión en un edificio en la ciudad de Oklahoma dejó 168 personas muertas, entre ellas 19 jóvenes, y más de 600 resultaron heridas.
Por este delito McVeigh fue ejecutado.
La película 'Francotirador' de Clint Eastwood, que fue estrenada en 2014, se inspiró en las memorias de Chris Kyle, el francotirador más letal de la historia estadounidense. El miembro retirado del cuerpo de élite (SEAL) fue asesinado por un veterano de la guerra de Irak que sufría trastorno por estrés postraumático durante el entrenamiento de tiro en un polígono en 2013.
Según el citado filme, en cierto momento el mismo Kyle perdió cualquier conexión con el mundo circundante y parecía en cualquier momento estar a punto de acribillar al primero que se le pusiera por delante.