Venezuela tiene el luctuoso privilegio de haber inaugurado una forma de terrorismo de Estado que más tarde sería perfeccionada en Argentina y el resto del Cono Sur mediante el Plan Cóndor: las desapariciones.
Fue durante la presidencia de Raúl Leoni (1964 y 1969) cuando se experimentó con el aniquilamiento de la disidencia política, particularmente contra los partidos ubicados a la izquierda del espectro.
"Es un oprobio, no un orgullo [que] mucho antes de que en Argentina, Uruguay y Chile se institucionalizara la práctica de la desaparición de luchadores democráticos y revolucionarios, en Venezuela se estrenaba" ese método, dice una investigación publicada por AVN.
"Junto con la tortura y las ejecuciones sumarias", detalla el texto, "la desaparición forzosa era una de las disciplinas impartidas en la célebre Escuela de las Américas (instituto del Pentágono norteamericano, con sede en Panamá, donde se graduaron más de 60.000 oficiales militares y policiales de América Latina)"
Si bien el presidente Leoni dio inicio a esa práctica, que dejaría 3.000 desaparecidos en Venezuela, más al sur resultó mucho peor.
Cómo desaparecer
Cuando una persona es calificada como 'desaparecida' se está haciendo referencia "en primer lugar, a aquellas personas que fueron víctimas del dispositivo del terror estatal, que fueron secuestradas, torturadas y, finalmente, asesinadas por razones políticas y cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus deudos y, en su gran mayoría, todavía permanecen desaparecidos".
Entrevistado por RT, el psicólogo e investigador social radicado en Guatemala, Marcelo Colussi, señala que durante la denominada guerra contra el comunismo, gobiernos de la región se convirtieron en "Estados terroristas" y valiéndose de los recursos disponibles se "mató, secuestró, masacró, torturó, siempre con fondos públicos, a parte de su población".
Y ¿qué pasó con tantas personas desaparecidas?; para Colussi es importante aclarar que en el uso del término "desaparición, hay un eufemismo interesado o, dicho de otro modo, un engaño. Las personas no desaparecieron [solas], ¡fueron víctimas de una política sistemática de desaparición! Por tanto, hay responsables directos. Puntualmente, fueron capturadas ilegalmente, luego fueron ocultadas y, casi en su totalidad, eliminadas. Esto no es lo mismo que desaparecer".
Historia de infamias
En el caso específico venezolano, la persona con mayor autoridad para hablar de las desapariciones es el experimentado periodista José Vicente Rangel, porque desde sus inicios en la política (electo diputado al Congreso en cinco períodos consecutivos y tres veces candidato presidencial), investigó y denunció los crímenes cometidos como política de Estado.
En 1970, Rangel publicó un libro titulado 'Expediente negro', donde se retratan las sistemáticas violaciones a los derechos humanos en Venezuela durante los años 1960 y 1970.
En un fragmento explica como los ejecutores de asesinatos, torturas y desapariciones jamás eran castigados: "Los verdugos se pasean sin acoso, ni remordimiento; el olvido, cultivado con devoción por las clases dominantes interesadas en que prospere esta planta que sustituye el recuerdo (...) Se afirma con frecuencia: para qué volver la mirada hacia el pasado. Con esto, desde luego, no se desea perdonar a un verdugo, sino a todo un sistema, al cual, de una u otra forma, hay intereses en defender y apuntalar".
Un canto
Los desaparecidos jamás lo hicieron de la mente y el corazón de quienes aún siguen buscándolos. Desde Argentina hasta Ayotzinapa cientos y cientos de grupos siguen reclamando justicia y verdad.
Es una exigencia que no pocas veces ha encontrado eco en la cultura popular. Por ejemplo, en 1984 se publicaba el LP 'Buscando América', del músico panameño Rubén Blades. Apenas finalizaban las cruentas dictaduras del Cono Sur y este ídolo de la salsa (música del Caribe por excelencia) ponía en boca de muchos quizá la más espantosa realidad vivida en este lado del mundo: las desapariciones forzadas.
El tema relata varias historias de personas desaparecidas y concluye preguntándose:
"¿Adónde van los desaparecidos?
Busca en el agua y en los matorrales.
¿Y por qué es que se desaparecen?
Porque no todos somos iguales.
¿Y cuándo vuelve el desaparecido?
Cada vez que los trae el pensamiento.
¿Cómo se le habla al desaparecido?
Con la emoción apretando por dentro".
Esa canción era un atrevimiento, si se toma en cuenta que había pasado menos de un año del fin de la dictadura argentina y aún no se desmontaba el temido Plan Cóndor, que produjo 30.000 desaparecidos, 50.000 asesinados y 400.000 personas encarceladas en operativos conjuntos aplicados por los militares de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y, esporádicamente, Perú, Colombia, Venezuela y Ecuador; con el apoyo irrestricto de Estados Unidos.
Reparación
El actual Gobierno venezolano ha decidido actuar de manera diferente frente a las denuncias de violaciones a los derechos humanos. También asumió la responsabilidad del Estado en la inauguración de la figura del desaparecido y, en abril de este año, creó una Comisión por la Verdad y la Justicia, pero con un elemento novedoso: el reconocimiento y la reparación a las víctimas.
Nombrada por el presidente Nicolás Maduro, esta comisión se propone reparar a las víctimas de la violencia estatal desde 1958 hasta 1998. La integran comisionados por el Ejecutivo, comités de víctimas y se invitó a los partidos de oposición para que nombrasen tres integrantes.
Durante el primer encuentro entre delegados del presidente y organizaciones de derechos humanos, Maite García, vocera del Frente Contra el Sicariato Campesino, dijo: "Nuestra propuesta es que se sepa la verdad, nosotros no podemos hablar de justicia sin verdad y no podemos hablar de paz sin justicia".
Ernesto J. Navarro