Una serie de recientes declaraciones públicas de varios militares y políticos estadounidenses y rusos hace creer que un enfrentamiento bélico entre ambos países es muy probable, incluido hasta cierto punto un conflicto nuclear. Al mismo tiempo los responsables de los servicios diplomáticos de Occidente y el mando político de la OTAN descartan que hayan reanudado la Guerra Fría, y mucho menos que nos estemos acercando a una guerra real.
El renombrado periodista ruso Alexandr Golts, autor de varios ensayos sobre temática militar publicados en 'Jane's Defence', ha explicado al sitio informativo Meduza cuáles son los peligros reales que implicaría el uso eventual de armas nucleares.
Un Tópol frente a Hiroshima
La potencia de las ojivas nucleares que se instalan en los misiles estratégicos oscila entre 150 y 550 kilotones (un kilotón equivale 1.000 toneladas de TNT). 550 kilotones es la potencia de la carga explosiva del misil balístico intercontinental Tópol-M, muy superior a la de las bombas que en 1945 arrasaron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, que eran de 15 y 21 kilotones, respectivamente.
Precisamente a estas ciudades japonesas se refirió recientemente el líder del Partido Liberal Demócrata de Rusia, Vladímir Zhirinovski, advirtiendo de las consecuencias que, a su juicio, tendría una victoria de la demócrata Hillary Clinton en las próximas elecciones presidenciales de EE.UU. "Habrá Hiroshimas y Nagasakis por todas partes", aseguró el veterano político en una entrevista concedida a la agencia Reuters.
Según los cálculos que cita el periodista, la explosión de una carga equivalente a 550 kilotones demolería todos los edificios situados en un radio de 5 kilómetros del epicentro. Destrucciones de distinto grado se producirán a 30 kilómetros de distancia. Conforme al último Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START-III), Rusia y EE.UU. tienen cada uno hasta 1.550 cargas nucleares con potencias comparables.
La bomba como herramienta política
La antigua URSS contaba con los aliados del bloque del Este, además de más recursos industriales y un mayor número de personal militar en comparación con la Rusia contemporánea. Eso permitía a las autoridades soviéticas apoyarse en la fuerza militar para solucionar los problemas internacionales, mientras que actualmente las armas nucleares son para Moscú una importante herramienta diplomática, opina el experto.
Para que esta herramienta funcione, "es preciso hacer que Occidente crea que en el Kremlin podrían apretar el botón 'rojo' en ciertas circunstancias". Con este fin, explica Golts, los políticos recurren a la retórica de la amenaza nuclear.
El experto no descarta los efectos del 'invierno nuclear', un fenómeno que multiplica las consecuencias primarias de las explosiones.
"Es la teoría más conocida pero no la única de las consecuencias ecológicas de una guerra con armas nucleares", recuerda Golts. Fue desarrollada por científicos estadounidenses y empezó a difundirse por el mundo en 1983. La idea es que tras una serie de potentes explosiones y los incendios posteriores centenares de millones de toneladas de humo y ceniza ascenderán a la estratosfera bloqueando los rayos solares. La escasez de la luz del Sol provocará un descenso de las temperaturas en la superficie del planeta, con la consiguiente muerte en masa de personas, animales y plantas.