Siete buenas razones para que EE.UU. abandone sus bases militares del extranjero
John Glaser, especialista en seguridad nacional del Instituto Cato en Washington, Estados Unidos, sostiene en un artículo para la revista estadounidense 'Time' que su país debería cerrar sus bases militares en el extranjero porque -afirma- "no responden a los intereses nacionales clave" del país.
El escritor considera que las bases militares estadounidenses ubicadas en territorio de otros países se perciben ahora como parte integrante de su política internacional, y recuerda que el Estado norteamericano dispone de "un verdadero imperio" de estas bases por todo el mundo con "unas 800 en más de 70 países".
Mucha gente considera estas bases como "la prueba de que EE.UU. es la potencia mundial dominante", opina Glaser, que cree que ha llegado la hora de cerrar las bases militares extranjeras de EE.UU., apoyándose en siete argumentos.
1. No protegen al país
Glaser recuerda que, según la retórica de los líderes estadounidenses, las bases militares extranjeras "protegen a sus aliados europeos de Rusia en Europa y a sus aliados asiáticos de China y Corea del Norte en Asia". Sin embargo, el autor subraya que todas estas medidas no garantizan la seguridad de Estados Unidos y añade que "80.000 soldados de bases europeas y más de 154.000 soldados de bases asiáticas no tienen nada que ver con la seguridad nacional de EE.UU.".
Asimismo, Glaser admite que si ellos regresan a casa, la situación no cambiará mucho. Según el escritor, la probabilidad de que estallen conflictos armados entre países es ahora muy baja de por sí, independientemente de la presencia militar de EE.UU. en otras naciones.
2. Su capacidad para detener al rival es exagerada
El autor recuerda que era poco probable que la Unión Soviética atacara a EE.UU. durante la Guerra Fría y que, por eso, "no había necesidad de desplegar fuerzas armadas estadounidenses en Europa Occidental". En este sentido, advierte que se da el efecto contrario a lo planeado, ya que, en vez de "detener la agresión militar rusa" con las tropas desplegadas en Europa, puede causar una respuesta de Moscú "como ocurrió en Georgia y Ucrania".
Glaser recuerda que la expansión de la OTAN, que continúa pese que la Guerra Fría tocó a su fin "despierta una profunda preocupación y el resentimiento continuo de Moscú". Asimismo, añade que la OTAN "solo hace menos estable la situación".
3. No evitan la proliferación de armas nucleares, pudiéndola incluso estimular
Otro argumento que utiliza la Administración estadounidense, según Glaser, es el de que "la presencia [de las bases militares] evita la carrera armamentista, y la proliferación de las armas nucleares en particular, al tranquilizar a los aliados". Sin embargo, el autor destaca que esta presuposición no funciona y pone como ejemplo Japón y Corea del Sur, países a los que EE.UU. no logró disuadir a la hora de desarrollar sus propias armas nucleares, provocando las actividades norcoreanas en la región.
Glaser añade que el último acuerdo nuclear iraní también es la "respuesta" del país musulmán a la presencia cercana de las bases estadounidenses. Asimismo, "todos los países aliados como Reino Unido, Francia e Israel se dotaron de misiles nucleares pese a la protección de las bases estadounidenses dentro y cerca de ellos", recuerda.
4. Pueden despertar resentimiento
El rencor de la población local causado por la presencia de bases militares extranjeras "puede durar generaciones", advierte Glaser, que recuerda las palabras de Robert Pape, especialista de la Universidad de Chicago, según el cual el terrorismo suicida es también "la resistencia a una ocupación extranjera".
5. Pueden hacer que EE.UU. apoye a las dictaduras
En este punto Glaser enumera una serie de casos en los que EE.UU. olvidó sus propios principios de la retórica internacional, como cuando en 2011, durante la Primavera Árabe, se violaban brutalmente los derechos humanos pero -recuerda- EE.UU. "guardaba silencio".
6. Involucran a EE.UU. en guerras innecesarias
Las bases militares de EE.UU. a menudo contribuyen a la intervención estadounidense en conflictos de la zonas donde se ubican, asegura Glaser. Y eso, según su parecer, conlleva el peligro de entrar en guerras de otros países que "no atañen a EE.UU." Así, "si estalla un conflicto sobre los territorios o las aguas en disputa en el mar de China Meridional", presupone el experto, EE.UU. "tendrá que entrar en una guerra contra China para cumplir con las garantías de seguridas dadas a Taiwán, Japón o Filipinas". "Y entrar en una guerra con China por unas rocas deshabitadas de nula importancia estratégica para EE.UU. no responde a nuestros intereses", destaca.
7. Son obsoletas desde el punto de vista tecnológico
Mientras algunos destacan que las bases militares de EE.UU. aseguran "una respuesta militar rápida", recuerda Glaser, "las tecnologías militares modernas han reducido de forma considerable los problemas de cubrir largas distancias". En este sentido, cita el último informe de la Corporación RAND, según el cual las tropas pueden llegar a desplegarse por aire desde EE.UU. "casi tan rápidamente como desde la región en que se encuentran". "Los bombarderos de largo alcance pueden volar a distancias de casi 14.500 kilómetros durante las misiones" y, debido a la posibilidad del reabastecimiento en pleno vuelo, "no existe necesidad de mantener bases militares extranjeras", subraya.
El autor resume que las fuerzas militares estadounidenses no deben "intervenir por todo mundo hasta que exista un peligro evidente para la seguridad de EE.UU." Y destaca que, pese a la retórica habitual de su país, "el mundo es cada vez más pacífico y EE.UU. está muy protegido de los peligros de fuera". "Nuestro nivel de seguridad extraordinario no requiere una política exterior tan activa", concluye.