Un proyecto hermana la música del son jarocho y los pueblos indígenas en resistencia en México
Un círculo de personas se reúne a los pies de esta montaña amenazada de Xochicuautla, en el estado de México. A un costado de una casa demolida por maquinaria se escuchan los versos de un son compuesto por esta población originaria.
En medio, canta la jaranera y compositora Marisol Yáñez, acompañada por niñas y niños de este pueblo: "Radi cuidahé na ma hoi [nosotros cuidamos nuestra tierra, en lengua otomí-ñätho]."
Se trata de un canto mestizo: Combina la música de la región llamada jarocha del estado mexicano de Veracruz, el tono de las danzas ceremoniales otomíes y la lengua del pueblo de Xochicuautla, ubicado en el gran bosque de agua que alimenta a la capital de México.
En este 2017 Xochicuautla cumple diez años en lucha contra una autopista íntimamente ligada a los intereses del presidente Enrique Peña Nieto, quien les expropió sus tierras mediante decreto. Árboles, animales, agua, casas están en peligro; por ello, este pueblo ha recordado, mediante foros, marchas y denuncias, la importancia que los bosques tienen para este país.
Esta vez, Xochicuautla arranca el año con un concierto donde participan sus propios niños, mujeres de sus pueblos vecinos y colectivos de estudiantes.
Los asistentes disfrutan de la presentación del disco 'Flor de Autonomía-Canto Semilla', primer fruto que brota del proyecto Kuikantos: canciones en lenguas originarias que tienen la intención de ser un puente entre los idiomas primeros de México, la practica del 'buen vivir', el conocimiento de las plantas y la defensa del territorio.
La fundadora del proyecto siempre lleva una jarana, un instrumento hecho artesanalmente en el estado costero de Veracruz.
Centenaria, mezcla del zapateado mestizo, con raíz afrodescendiente y de los pueblos indios de México, el son es la música que ha sido su vehículo de trabajo.
El jaranero es como un juglar de música mexicana que, donde llega, improvisa un verso o toca una de las tradicionales canciones del son. Si hay más jaraneros, las coplas o versos van, vienen, se responden, y se arma un 'fandango', la fiesta popular comunitaria por excelencia.
Marisol, siempre con su jarana, recorriendo pueblos originarios conocidos en el país por plantarle cara al modelo económico existente, explica a RT el proyecto en el que participa:
"Kuikantos es un juego de palabras: cuícatl, canto en náhuatl, evoca en composición en lengua nativa y en español. Se trataba de componer canciones en lengua originaria y hacer un puente con la mayoría de la población para acercarse a las raíces", afirma la jaranera.
La mayor parte de las veces, Kuikantos se apoya con los maestros de las comunidades indígenas. Primero, los talleristas piensan en una idea que quieran comunicar y qué quieren decir, después Marisol hace los versos y el maestro le ayuda a traducirlos. A veces ellos ya tienen ideas más claras y componen primero sus frases.
Los talleres se enfocan a las comunidades indígenas organizadas. Aunque en general las comunidades indígenas tienen asambleas, hasta hoy ella ha compuesto canciones en comunidades que emprendieron algún tipo de lucha social.
Pero Kuikantos no lleva solo a música, pues Marisol trabaja en las comunidades como promotora de salud y cultura desde que estaba en la Universidad de Guanajuato, una de las capitales culturales de México. Por ello, antes de realizar un taller de composición comparte otros talleres de herbolaria, alimentos, cultura.
"Mi intención es lograr unificar esas herramientas en el proyecto", afirma Marisol.
Hacerle justicia a los soneros
La fundadora del proyecto cuenta que el son jarocho, además de ser una tradición de música de México, es un movimiento social.
El movimiento jaranero tuvo un nuevo auge con el grupo Mono Blanco en la década de los setenta. Desde entonces cobra fuerza con grupos como Sonex y Los Cojolites, maestros del tallereo y con quienes Marisol aprendió.
Igualmente, el fandango tiene potencial social: "Una colectividad componiendo y versando y bailando y cantando y poniendo su ser en creatividad y en acción: todos participan".
Existe un son del compositor Arcadio Hidalgo que tocó la jarana en la revolución mexicana hace un siglo. La composición ayuda a entender la fuerza social del son y el motivo por el cual es la base de Kuikantos
Yo fui a la revolución / a luchar por el derecho,
a sentir sobre mi pecho / una gran satisfacción
mas hoy vivo en un rincón / cantándole a mi amargura
pero con la fe segura / de que es el hombre campesino
nuestra esperanza futura.
Las temáticas del son siempre varían, pero la impronta campesina es notable. Con la herramienta de la jarana y la habilidad versadora del son, Marisol ha logrado componer en colectividad con niñas y niños de las comunidades indígenas. Y tiene como pilar el taller con niños, hasta lograr la fuerza que hoy tiene en ciudades que poco tienen que ver con Veracruz como la capital de México o San Cristóbal de las Casas, en Chiapas.
Flor de autonomía
"Nosotros no hacemos guerra, aprendemos junto al tiempo", dice una de las canciones cantadas en el campamento que Xochicuautla mantiene justo en el trazo de la autopista que quiere cruzar su bosque para conectar el aeropuerto de la ciudad de Toluca con el exclusivo desarrollo de Interlomas (en el municipio de Naucalpan). La entrada constante de policías mantiene al pueblo en alerta.
Así como Kuikantos ya tiene un son para Xochicuautla, la intención del proyecto es realizar una 'geografía' de canciones y la grabación de un videoclip por lugar. A medio plazo deben realizar un documental para recopilar los kuicantos hechos.
'Flor de autonomía - Canto semilla' es la primera recopilación de sus composiciones. En el disco vienen diez cantos, algunos en comunidad y más personales. El disco es muy maternal, pues fue realizado en la etapa en la que gestó a su bebé, quien lleva el nombre quechua y aymara del sol: Inti. En el disco participaron músicos que tocaron instrumentos típicos del son como la leona, el cajón, el violín y la jarana.
"Con la composición pretendemos que se haga volar su palabra, que explique su entorno", cuenta Marisol.
Hasta la fecha, el proyecto ya cuenta con una canción mestiza entre el son y la música de la pirekua purépecha en el municipio autónomo de Cheran (Michoacán), una canción tsotsil hecha con maestras y niños en el neblinoso municipio de Zinacantán (Chiapas), una de Xochicuautla en otomí, y otra composición sobre la educación autónoma en el idioma maya tseltal, también de Chiapas.
"Todo es independiente y surge de maneras que tienen que ver con una sinergia de ese momento. No es lo mismo un comunicado que una canción que narre lo que pasó. El arte te sintoniza desde el corazón", afirma Marisol.
Esta primera actividad en Xochicuautla fue una especie de 'ofrenda musical'. Junto al proyecto Cuicantos se presentó el grupo Huentli, que significa precisamente 'ofrenda' y toca sones de los estados de Oaxaca y Guerrero. Marisol opina que animarse a hacer un disco, que actualmente nadie compra, es un acto de valentía y esperanza: "Lo central en el proyecto es nuestra conexión con la tierra, que la comunidad conozca su tierra, viva de ella, la defienda y la cuide: conocer sus plantas y hablar su lengua, un canto que explique todo eso".
Al-Dabi Olvera