En qué fallan los medios de EE.UU. que hablan de Rusia y Putin

La imagen de la 'Guerra Fría' vuelve a surgir desde las aguas turbias de la política, ¿cómo están contribuyendo los medios estadounidenses a crear una imagen hostil de Rusia en los últimos meses?

En los últimos meses, los medios occidentales y, en especial, los estadounidenses, han puesto a Rusia y a su presidente Vladímir Putin en el punto de mira de sus informaciones.

En este tiempo, el líder ruso ha aparecido en diversas portadas y ha sido protagonista de numerosos artículos que hablan sobre las presuntas conexiones entre Moscú y el presidente de EE.UU., Donald Trump.

No obstante, en muchas ocasiones, los datos divulgados en las informaciones de estos medios carecen de pruebas fiables y no reflejan la realidad.

El portal ruso Meduza destaca algunos de los factores esenciales que explican esta tendencia de los medios actuales.

En EE.UU. hay actualmente una falta de analistas especializados en Rusia. Según reveló en una entrevista al portal el exembajador estadounidense en Moscú, Michael McFaul, las universidades de su país ya no preparan a expertos que se especialicen en las particularidades políticas de Estados determinados.

En su lugar, ahora "hay especialistas en grandes procesos como la relación entre democracia y países en desarrollo o las guerras civiles" que emplean datos estadísticos para comparar a las diferentes naciones.

Además, McFaul destacó que en EE.UU. "se han multiplicado los centros analíticos ('think tanks') donde cualquiera puede decir que es especialista en los asuntos de Rusia, tener un blog y aparecer en la televisión".

De esta forma, se consigue que "no haya ninguna diferencia entre un profesor de la Universidad de Harvard y un director de uno de estos 'centros analíticos' de Washington", critica McFaul.

Otro factor significativo es que para los periodistas extranjeros es difícil acceder a las fuentes en el Gobierno ruso, ya que los funcionarios y las personas cercanas a ellos prefieren comunicarse con los medios bajo condiciones de anonimato.

Como resultado de ello, gran número de las publicaciones relevantes que versan sobre la política de Rusia se basan en las declaraciones de personas que ya no forman parte del Gobierno o llevan mucho tiempo residiendo fuera del país.

Un ejemplo de esta desconexión con la realidad actual de Rusia es el artículo 'Trump, Putin y la nueva Guerra Fría', publicado en la revista estadounidense 'The New Yorker' el pasado 24 de febrero.

En él, se recogen las palabras de un exministro de Asuntos Exteriores ruso, Andréi Kózyrev, y de un exfuncionario del Comité para la Seguridad del Estado de la URSS (KGB, por sus siglas en ruso), Oleg Kaluguin, que dan su opinión sobre la situación política del país y de los métodos empleados por sus servicios de Inteligencia.

Sin embargo, Kózyrev está apartado de la política rusa desde finales de los años noventa y reside en EE.UU desde 2012. Kaluguin, por su parte, vive en el país norteamericano desde hace más de 20 años.

En muchas ocasiones, los artículos hechos sobre Rusia no contienen la versión de la parte rusa. El pasado 14 de febrero, el diario 'The New York Times' publicó una nota sobre un supuesto ensayo de un nuevo misil balístico realizado por Moscú. La información estaba enteramente basada en datos logrados a través de fuentes anónimas de los servicios de Inteligencia estadounidense.

El artículo ni siquiera menciona si intentaron recabar declaraciones al respecto por parte de los representantes oficiales de Rusia, incumpliendo así con una de las bases de la labor periodística: contrastar la información antes de publicarla.

Desde hace años, los periodistas estadounidenses suelen desconfiar de las informaciones propocionadas por los servicios de la Inteligencia de su país y por su propio Gobierno.

Esto se debe a casos como los de las informaciones falsas sobre las armas de destrucción masiva en Irak o la negación de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) de su programa de espionaje que espió a millones de sus ciudadanos.

Sin embargo, en cuanto se trata de asuntos relacionados con Rusia, los medios dejan de lado esta desconfianza y asumen sin cuestionar los informes de Inteligencia que aseguran que Moscú orquestó los 'hackeos' del Comité Nacional Demócrata antes de las presidenciales y los presentan como si se tratase de hechos probados.

Ninguno de los principales medios en EE.UU. ha tratado de forma crítica el informe especial de la Inteligencia de EE.UU. que habla de los presuntos intentos de Moscú de interferir en las elecciones del país.

Ninguno de ellos se fijó en el hecho de que el informe no contenía ningún dato nuevo ni tampoco pruebas fehacientes de los 'hackeos', y parece que a nadie le llamó la atención el hecho de que una gran parte del documento estuviera dedicada a la cadena RT.

Otro ejemplo llamativo vino del periódico 'The Washington Post'. El diario que destapó el caso Watergate afirmó a finales del pasado mes de noviembre que las autoridades rusas estaban detrás de "la propagación de noticias falsas", que, según ellos, contribuyeron a la derrota de la demócrata Hillary Clinton frente a Trump.

El rotativo se vio obligado a publicar después un editorial para distanciarse de la polémica web en la que se basó su artículo. En cambio, en la información, se califica al desconocido sitio PropOrNot como "un grupo independiente de expertos" sobre "propaganda rusa".

Esta supuesta web especializada, creada hace escasos meses, elaboró un informe que no solo acusaba a los medios rusos sino también a los estadounidenses de formar parte de la llamada 'propaganda rusa'.

A principios del pasado mes de enero, el portal estadounidense BuzzFeed divulgó sin contrastar un informe que señalaba los presuntos "lazos profundos" de Trump con Rusia, basados de una fuente anónima no verificada.

Antes de acabar en esta página web, el material había llegado varias redacciones, como por ejemplo la del diario 'The New York Times'. Sin embargo, la mayoría de los medios decidieron no publicarlo por no poder comprobar su veracidad.

La CNN, en cambio, fue uno de los medios que sí difundio la información, e incluso aseguró que el informe alertaba de que Rusia contaba con información "comprometedora" sobre Trump.

A pesar de que la publicación de BuzzFeed provocó una ola de críticas hacia el portal, las acusaciones infundadas y los ataques contra Rusia continúan reinando en los medios estadounidenses.

En la entrevista con el nuevo inquilino de la Casa Blanca celebrada el pasado 5 de febrero, el presentador de la cadena Fox News Bill O'Reilly llamó en directo "asesino" al presidente ruso. 

El Kremlin exigió disculpas por las "inaceptables" y "ofensivas" afirmaciones del presentador, pero O'Reilly respondió sarcásticamente que podría llegar a ofrecerlas, aclarando que eso no ocurriría antes del año 2023.

Cómo nacen los mitos

Los medios estadounidenses cuentan con un gran número de ejemplos de informaciones publicadas en forma no contrastada o directamente tergiversada.

La acumulación de este goteo incesante de informaciones negativas tiene como consecuencia final la creación de mitos bien desarrollados en la mente de lectores y espectadores de los medios de comunicación.

A finales del pasado mes de diciembre, el sondeo social YouGov descubrió que la mitad de las personas que votaron por Hillary Clinton estaban seguros de que Rusia hackeó las máquinas de votación para que ganase Trump.

Muchos siguen creyendo en ello a pesar de que tanto la Administración del expresidente Barack Obama como los miembros de la campaña de Clinton declararan que esta información es infundada.