¿Por qué quiere Japón dar un golpe de timón a sus 'fuerzas militares pacificas'?
El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, anunció este miércoles que tiene la intención de introducir cambios en la Constitución pacifista del país, redactada tras la Segunda Guerra Mundial, para adecuarla al contexto actual de seguridad, informa 'The Nikkey'. Según el jefe del Gobierno, dicha revisión constitucional debería entrar en vigor en 2020.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Tokio renunció a su ejército profesional y en 1954 creó una especie de análogo, las Fuerzas de Autodefensa. Sin embargo, desde 2002 en el país hay en marcha una reforma militar que busca cambiar su doctrina militar pacifista.
La Constitución japonesa, definida como pacifista por su artículo 9, prohíbe al país recurrir al uso de la fuerza para resolver conflictos internacionales. Sin embargo, en el día en el que la Carta Magna cumplió 70 años, Abe pidió "acabar con las discusiones estériles sobre si la Constitución debe ser cambiada o no", ya que, según su posición, sin un ejército con pleno potencial no es posible garantizar la seguridad de la nación.
La amenaza de Corea del Norte
La propuesta de Abe llega en un momento en el que las Fuerzas de Autodefensa de Japón y sus bases militares se han convertido en un objetivo para el Ejército Popular de Corea del Norte, tanto por su participación en ejercicios conjuntos con la Armada estadounidense, como por la presencia militar de EE.UU. en territorio japonés.
Según el periódico estatal norcoreano 'Rodong Sinmun', Japón alienta la crisis en la península coreana con su última participación en las maniobras navales conjuntas de Tokio y el grupo de ataque estadounidense liderado por el portaaviones Carl Vinson, recuerda la agencia Yonhap.
"En primer lugar, Japón, que alberga bases logísticas y de ataque de las fuerzas estadounidenses, se verá envuelto en nubes radiactivas si una guerra nuclear estalla en la península coreana", enfatizó el periódico estatal.
Tensiones territoriales con Rusia y China
Japón mantiene disputas territoriales con dos de las grandes potencias militares de la región, China y Rusia. Con la primera por las islas Senkaku (Diaoyu) y con la segunda por cuatro islas del archipiélago de las Kuriles.
China y Japón han intercambiado acusaciones los últimos años por el envío de fuerzas militares a las cercanías de las cinco islas Senkaku (Diaoyu). En la actualidad Pekín y Tokio no pueden delimitar sus zonas económicas exclusivas en torno a estas islas.
A finales de 2016 un portavoz del Ministerio de Defensa chino citado por 'The Japan Times' advirtió a Tokio que su patrullaje en la zona es "una idea errónea" y recalcó que "Pekín no permanecerá de brazos cruzados". "Si en Japón quieren patrullar o realizar entrenamientos en las aguas administradas por China, ellos realmente están jugando con fuego", subrayó.
Paralelamente, en los más altos niveles del gobierno nipón, Abe incluido, se siguen considerando a las Islas Kuriles del Sur (Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai) como niponas. El pasado febrero Japón elevó una protesta oficial a Moscú tras la decisión de las autoridades rusas de bautizar cinco islotes del archipiélago de las Kuriles.
La respuesta rusa no se hizo esperar, y el portavoz presidencial, Dmitri Peskov, señaló que Rusia tiene derecho a poner los nombres que considere convenientes a sus propios territorios. "Las islas Kuriles continúan siendo, sin lugar a dudas, territorio ruso, por lo que en este caso se trata de un derecho soberano", afirmó el portavoz del Kremlin.
Cambios a tono de las realidades
Desde 2012 Japón ha venido reafirmando su idea de una nueva doctrina militar. De hecho, en septiembre de 2015, el Parlamento japonés aprobó un proyecto de ley que permite a las fuerzas militares niponas tomar parte de nuevo en operaciones militares en el extranjero en el marco de la así llamada "autodefensa colectiva", es decir, en aquellas situaciones cuando la amenaza no afecta directamente a Japón, sino a alguno de sus aliados.
Corey Wallace, experto en seguridad de la Universidad Libre de Berlín, afirmó a CNN que los cambios que propone Abe son esencialmente simbólicos. "Sería un cambio cosmético en cuanto a implicaciones reales hacia la postura de defensa de Japón", dijo.
Por su parte, Valeri Kistanov, director del Centro de Estudios sobre Japón de la Academia de Ciencias de Rusia, detalló a RT que Abe necesitará el apoyo de dos tercios de los votos en el Parlamento y después convocar un referéndum.
Asimismo, asegura que no hay demasiada claridad sobre lo que ocurrirá después de producirse un supuesto cambio de la Constitución. Sin embargo, el aumento de la fuerza militar por parte de Japón será, sin duda, "un escenario negativo para Rusia". "Tokio tendrá que superar muchas barreras y deshacerse completamente de sus complejos históricos", por lo que —opina el experto— "las acusaciones de militarismo por parte de China y Corea del sur serán inevitables".
Según un sondeo publicado por 'The Nikkey', la propuesta del primer ministro japonés ha dividido en dos a la sociedad japonesa, con un 46% de los encuestados a favor de no cambiar texto, frente a otro 45% que apoya la introducción de enmiendas.