"Una persona que se aproxima al arte provoca que una sociedad sea más crítica"
En el corazón de la colonia Roma de Ciudad de México resalta una construcción porfiriana edificada a principios del siglo pasado. Se trata de la casa estudio del artista Jorge Marín (Uruapan, Michoacán, 1963), un espacio ecléctico que, si bien surgió como parte de la influencia arquitectónica europea, con el paso de los años ha sido testigo del arte contemporáneo figurativo del escultor.
A lo largo de su carrera, Marín ha experimentado con materiales como la cerámica y la resina hasta encontrarse con el bronce, un metal que no solo constituye su sello distintivo, sino una inmejorable elección para que las manos y pies de sus personajes y las texturas de las venas, plumas o telas adquieran la perfección de la materia viva.
Fuera de la inmortalidad del arte, Marín es el "más cotidiano y vulgar ser humano", como él mismo se define. "Camino por la ciudad, me encanta ver a la gente, sentarme en una banca e imaginarme la vida de otras personas" debido a que "el ser humano es mi inspiración", con lo cual observarlo "es de mis grandes placeres".
"También lavo los trastes, saco a pasear a mi perro, hago ejercicio, leo, trato de ver una exhibición de arte y escuchar música. Además, barro y plancho: aunque no lo creas, soy muy ordinario", asegura este escultor.
RT: A finales de la década de los 70 comenzó tu carrera como ceramista y pintor. ¿En qué momento la escultura entra a formar parte de tu vida?
JM: No sé en qué momento llegó una cosa y se fue otra. Honestamente, creo que mi formación como artista y como productor de arte venía desde la infancia. No es una situación que pueda delimitar temporalmente, porque desde que era pequeño recuerdo que jugaba con barro y plastilina, moldeando figuras. En algún momento de mi vida, como a mediados de los años 80, me di cuenta de que tenía que enfocarme un poco en algo porque me gustaba todo, pero el 'hacer todo' en una vida no alcanza. Entonces, decidí que la escultura tenía que ser mi profesión, vocación y pasión por varias razones. La principal era que me parecía el medio en el cual me podía expresar ampliamente. Sentía mucha más empatía porque mi discurso estético se abordaba más en esta área: los 360º de una pieza, el volumen, la luz... En fin, concluí que iba más con lo que necesitaba expresar y comunicar porque, al final, un artista es un comunicador de sus propios miedos y fantasías.
RT: ¿Cuáles son los miedos y las fantasías de Jorge Marín?
JM: Mis miedos son la soledad, la muerte, la incapacidad tanto mental como física... además, son miedos muy humanos. Yo te aseguro que, si le preguntas a cualquier persona, casi todos vamos a coincidir con eso. Y mis fantasías, una que es muy universal es la de volar, la de ser libre e ir más allá de lo que son mis posibilidades físicas e intelectuales. Volar es una alegoría de que la gente puede transportarse con la mente y la imaginación a otros sitios. Creo que por eso hago tantos seres alados, tantos pájaros, tanta referencia a las aves.
"Un artista es un comunicador de sus propios miedos y fantasías".
Jorge Marín, escultor contemporáneo
RT: Hablas de tu discurso estético como escultor: personajes alados con un precario equilibrio, seres fantásticos, místicos e, incluso, anónimos por un momento. ¿Quiénes son esos personajes que moldeas en bronce?
JM: Es una emoción que está ahí, de querer ser algo a lo que aspiro. Quiero retratarme, alegóricamente hablando. Entonces, mi primera experiencia para hacerlo es sublimar lo que no soy, pero quisiera ser; la segunda es cuando alguien la comparte. Lo que me interesa es que tengan la posibilidad de verse reflejados en la escultura y también que tengan la opción de volar, de ser como un ave, de flotar en un solo dedo. Incluso, algunas esculturas tienen máscaras para que, al no ver la cara de un personaje, la gente pueda imaginar que son ellos los que están tras ese antifaz.
Artista con 'piel de bronce'
Con más de 200 exposiciones colectivas y múltiples exhibiciones en las galerías más prestigiosas del mundo, Jorge Marín ha incursionado en diferentes dimensiones escultóricas, que van desde la miniatura hasta la monumental. Sus piezas se han apoderado del espacio público y han generado un diálogo inédito entre la obra de arte y el espectador ya que, si bien su discurso se apega a la cotidianidad del ser humano, también representa un paisaje urbano donde convergen historias y materiales, en especial el bronce: una aleación metálica que tiene su razón de ser en su vida y obra.
RT: ¿Por qué el bronce y no otro material?
JM: El bronce tiene una historia fantástica y humanista que va ligada a la historia del hombre. Nuestros antepasados lo descubren como esta aleación que, incluso, resulta una parodia de lo que es la humanidad: es el fortalecimiento a través de la unión y de la mezcla de todas las clases de metales. Gracias a ello, se forma una raza o bronce universal que tiene muchísimas ventajas, más que los materiales que se componen de manera independiente, como el zinc. En ese sentido, el bronce es muy rico a nivel plástico, ofrece las posibilidades técnicas para realizar figuras etéreas, volátiles y balanceadas que otros materiales no me permitirían. Además, me encanta pensar que el ser humano está tan ligado al bronce. Yo creo que va más allá de un simple metal, considero que la humanidad debería ser de bronce.
RT: Hay sociedades como la mexicana que se adjudicaron el mote o el apodo de la 'raza de bronce'…
JM: ¡Por supuesto, me refiero a la nuestra! Me encanta esa referencia.
RT: ¿Qué connotación o lectura le das a las 'alas', ese elemento representativo de tus obras?
JM: Ese punto le toca al espectador descubrirlo, experimentarlo y espero que aprovecharlo porque, de alguna manera, la experiencia plástica tiene que ser muy individual. Siempre he promovido que la experiencia como espectador frente a una obra de arte tiene que ser única y con la única guía de tu propia emoción. Hay personas a las que les da miedo ver las alas porque piensan que son 'diabólicas' y otras se sienten muy a gusto, todas las expresiones son válidas. En ese sentido, nunca he querido intervenir en la apreciación o intervención de cada persona hacia mi obra: bienvenidas todas las lecturas. Lo único que quiero es que no se requiera de un catálogo para entender o un instructivo para saber lo que tienes que sentir al apreciar el arte.
"Que una sociedad tenga un acercamiento al arte la convierte en una población más preparada y exigente".
Jorge Marín, escultor contemporáneo
RT: ¿Quiénes son tus influencias artísticas? Parece que tu vocación está influenciada por tu entorno familiar: tu padre fue un gran arquitecto y dos de tus hermanos (Javier y Carlos) también decidieron dedicarse a las artes plásticas.
JM: Tú me has dado la clave. Creo que mi primera influencia para tener una visión del arte fue mi padre, porque no era una persona que tuviera una afición plástica en particular. Yo me acuerdo que, desde pequeño, en la casa y en su biblioteca personal había libros de arte, desde prehispánico y griego hasta romano y fenicio. El tener acceso a obras que se han hecho a lo largo de miles de años me convirtió en un mosaico de expresiones que hoy plasmo en mis esculturas.
RT: ¿Consumes y coleccionas arte?
JM: Lo consumo porque lo veo, pero tenerlo o no tenerlo es algo que nunca me ha aficionado.
RT: Pocas veces el arte es interactivo y puedes tocarlo, sentirlo y hacerlo parte de tu contexto. ¿Alguna vez pensaste que ibas a lograr esto con 'Alas de México', una de tus más grandes exhibiciones?
JM: No lo pensé, pero cuando lo experimenté la tentación fue enorme. He descubierto los beneficios de la obra y creo que hay que trabajar mucho sobre eso porque es importante interactuar con el arte, sobre todo cuando va a un público que está en la calle y es tan diverso, ya que puedes encontrar a alguien que no tiene idea o no se ha aproximado a corrientes como la pintura o, en mi caso, la escultura.
Jorge Marín se encuentra inmerso en dos proyectos ambiciosos. Así, algunas de sus piezas serán instaladas en Anaheim (California, Estados Unidos) y otras se podrán ver en Quebec (Montreal, Canadá). "Mi idea es que el arte tiene que estar en la cotidianidad de todos, porque eso siempre va a enriquecer su capacidad intelectual. Te ayuda mucho a tener un pensamiento muy subjetivo, a entender temas mucho más complejos porque así es la sociedad, muy compleja. Que una sociedad tenga un acercamiento al arte la convierte en una población más preparada y exigente para entender temas que se generan en cada país", asegura este artista.
RT: Si México fuera una obra de arte, ¿cuál sería?
JM: Creo que sería la 'Coatlicue' —la madre de todos los dioses del panteón azteca y una forma de la diosa de la Tierra—, una escultura compleja y difícil de entender que tiene una carga emocional y cultural enorme porque, cuando realmente comprendes y sientes esa pieza, la haces tuya para siempre. Yo tengo en mi cabeza esa figura, pero te confieso que no fue fácil llegar a apreciarla desde la emoción, me costó mucho trabajo. Yo creo que así es México, una gran 'Coatlicue'.
José Luis Montenegro