Lamia Haji Bachar, de 18 años, es una de las miles de jóvenes yazidíes que el Estado Islámico secuestró en Irak para convertir en esclavas sexuales. Pero la joven tuvo la suerte de escapar del infierno yihadista y ahora cuenta su historia para que el mundo conozca la tragedia que sufre día a día su pueblo.
Actualmente Lamia vive en Alemania, adonde llegó desde el Kurdistán iraquí. La joven está estudiando alemán y ha sido sometida a varias operaciones de ojos y cara, ya que su rostro quedó gravemente deformado al ser herida por una mina cuando huía de su cautiverio.
"Me operaron de los dos ojos, y uno me lo pudieron salvar. Cada mes tengo que ir al hospital y someterme a operaciones porque mi cara todavía no está bien", cuenta Lamia, que perdió la visión en uno de los ojos, al periódico 'ABC' en Madrid, adonde llegó para participar en un encuentro organizado por la Casa Árabe y el Gobierno Regional del Kurdistán en Irak.
"Cuando son jóvenes las pueden vender"
Lamia fue secuestrada por el Estado Islámico durante el ataque de los yihadistas a su comunidad en el Monte Sinyar, donde fueron asesinados y capturados 9.900 yazidíes. "Mataron a casi todos los hombres y mujeres de mi pueblo, entre ellas a 80 ancianas porque no servían para nada; cuando son jóvenes las pueden vender, las pueden usar como esclavas sexuales...", recuerda la joven.
Pasó veinte meses en manos de los yihadistas, fue vendida como esclava sexual cuatro veces y experimentó tantos acosos, atrocidades y sufrimiento, que llegó a pensar en el suicidio. "El Estado Islámico capturó a toda mi familia: a mis hermanos, a mis padres, a mis tíos… También tengo una hermana, con cuatro hijos pequeños, que no sé dónde está: tal vez en Irak o en Siria...", confiesa la mujer.
Galardonada con el premio Sajarov 2016, al igual que otra joven yazidí, Nadia Murad, Lamia y otros activistas insisten en llevar a los terroristas ante el Tribunal Penal de la Haya y condenarlos por sus atrocidades. "Todavía están matando a hombres, mujeres y niños. No están dejando a nadie con vida. He ido a varios países a hablar de nuestra situación, al igual que Nadia, pero hasta ahora no se ha abierto ningún expediente", lamenta la joven.