Varios medios estadounidenses están siendo muy críticos con Donald Trump Jr. por una reunión que mantuvo con la abogada rusa Natalia Veselnítskaya en 2016. Este encuentro es utilizado activamente en EE.UU. para culpar una vez más a Rusia de haber interferido en las pasadas elecciones presidenciales, que dieron la presidencia a Donald Trump.
El analista de la agencia Rossía Segodnia Rostislav Íschenko cree que, a pesar de que esos comicios son ya cosa del pasado, todavía sigue la lucha entre los globalistas y los nacionalistas en EE.UU. Según sus palabras, los globalistas usarán las próximas elecciones presidenciales en el país "para vengarse por la derrota en 2016" y para volver a presentar acusaciones contra Rusia.
¿Puede haber una intervención legítima en unas elecciones?
El analista considera que existe un formato absolutamente legítimo que los políticos extranjeros utilizan para lograr la victoria del candidato que consideran más conveniente. "Nadie puede impedir que el presidente o el primer ministro de un Estado soberano declare que cierto candidato, según su opinión, contribuirá al desarrollo de las relaciones bilaterales", explica. Como ejemplo menciona que durante la campaña electoral estadounidense algunos políticos europeos se pronunciaron en contra de la candidatura de Trump.
Al mismo tiempo, asevera el analista, junto con los métodos legítimos EE.UU. recurre también a un formato ilegítimo de intervención en las elecciones en otros países. "Hoy en día, solo EE.UU. (y la UE, como un socio menor de EE.UU.) se permite realizar una intervención de fuerza en un proceso electoral extranjero", escribe Íschenko. En algunos casos, como en Libia, Siria o Irak, incluso involucran a sus Fuerzas Armadas para promover a los líderes que le convienen a Washington.
Según el analista, la influencia indirecta o directa de EE.UU. en el proceso político "podría ser considerada como eficiente", pero al mismo tiempo da lugar a cierta descalificación del político que sale ganador en las elecciones, ya que su victoria se basa más en el apoyo externo que en la confianza de su propio pueblo.
¿Cuál es el origen de la histeria antirrusa?
El analista señala que ha quedado claro que "el modelo occidental ya no es incondicionalmente atractivo". Su mecanismo de intervención "sigue funcionando, pero ya no da los mismos resultados que antes". "La elite globalista se ha dado cuenta de que ha perdido el control no solo sobre las elecciones en otros países, sino sobre las propias elecciones", pero como no entienden cuál es el motivo de ello, "la única explicación" que son capaces de encontrar es la supuesta injerencia de 'hackers' rusos en los resultados.
Pero en realidad, aclara Íschenko, no es necesario que el Kremlin gaste recursos para influir en las elecciones estadounidenses, pues los propios globalistas, con su política contraria a los intereses de EE.UU., lograron la división de las élites políticas que desembocó en el triunfo de Trump.
El Gobierno ruso ha rechazado en repetidas ocasiones las acusaciones sobre su presunta injerencia en los comicios presidenciales estadounidenses. Durante la entrevista concedida al cineasta Oliver Stone, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, acusó a Washington de intervenir "en campañas electorales de otros países de manera activa por todo el mundo" y señaló que, por ende, no debería "ofenderse" si alguien "de alguna manera influyera, tratara de influir o participara en esos procesos".
- El pasado 11 de julio, Donald Trump Jr. publicó todos los correos electrónicos de junio de 2016 relacionados con la reunión que mantuvo con Natalia Veselnítskaya en la Torre Trump, después de que algunos medios de comunicación valorasen ese encuentro como una prueba de que el equipo de campaña de su padre y presidente de EE.UU., Donald Trump, conspiró con el Gobierno ruso durante las elecciones presidenciales de 2016, una teoría desmentida en numerosas ocasiones tanto por el propio Trump y su Administración como por las autoridades del Kremlin.
- Trump Jr. subrayó que Veselnítskaya "no era una funcionaria del Gobierno", y que "quería hablar sobre la política de adopción y de la ley Magnitski". La propia abogada rusa negó tener conexión alguna con el Kremlin.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, calificó como "un disparate en gran medida" la polémica sobre esa reunión: "Es increíble que personas serias hagan una montaña de un grano de arena, aparte de que es posible que ese grano de arena ni siquiera exista".