Tecnologías punta y control absoluto: Así son las 'ciudades inteligentes' en China
Arabia Saudita ha lanzado esta semana NEOM, el "proyecto más ambicioso del mundo" para crear una "ciudad de nueva generación". Poco antes, la multinacional Alphabet Inc. (la empresa matriz de Google) anunció la creación de un 'distrito del futuro' en Toronto.
La idea de las 'ciudades inteligentes' ya se ha implementado parcialmente en varios países, incluida China, donde el programa de creación de estas urbes se realiza a nivel estatal y se prevé que incluirá más de 500 ciudades para fines de 2017.
En un artículo para el portal Republic, el analista Mijaíl Tíschenko explica cómo funcionan estas ciudades chinas, que son un "producto conjunto" de las empresas tecnológicas y del Estado, ya que son un "mercado prometedor" para las primeras y un medio potencial para el control de la población para el segundo.
Tecnología
Un ejemplo de estas 'ciudades inteligentes' es Hangzhou, un centro provincial en el este de China que alberga la sede del gigante del comercio en Internet Alibaba. De hecho, se trata de un proyecto conjunto de esta empresa fundada por Jack Ma y las autoridades chinas.
Esta gran urbe, con una población de más de 9 millones de personas, cuenta con un sistema de control de tráfico basado en inteligencia artificial y algoritmos para procesar grandes cantidades de datos. Este sistema controla más de un centenar de semáforos, monitorea los atascos, detecta accidentes y notifica a la Policía sobre los mismos. Además, puede predecir los cambios en el tráfico y cambiar el modo de funcionamiento de los semáforos, así como enviar advertencias a los ciudadanos.
Por otro lado, casi todas las tiendas en Hangzhou aceptan pagos a través de la aplicación móvil Alipay, uno de los productos de Alibaba, y en uno de los restaurantes de la ciudad incluso ya se puede pagar a través de un sistema de reconocimiento facial. El portal también ha abierto en la ciudad una tienda sin vendedores, donde todo el proceso de compra está completamente automatizado.
Control
Las autoridades chinas no ocultan su interés hacia este tipo de sistemas. Hace un par de años, el Ministerio de Seguridad Pública del país declaró que "debería haber una red de videovigilancia total y totalmente controlada" en todo el país, entre otras métodos, mediante el uso de tecnologías de reconocimiento facial.
Según Tíschenko, la tecnología de reconocimiento facial se usa en varias áreas en China, desde unas "relativamente inofensivas" —como la identificación de absentistas en una universidad estatal o el control de participantes en carreras deportivas— hasta para vigilar a los peatones en las calles. Si una persona cruza en rojo, las cámaras reconocerán su rostro y lo mostrarán en una pantalla de la calle, indicando si tuvo infracciones en el pasado.
Pero no solo esto: la tecnología se puede utilizar para rastrear a los visitantes de la iglesia cristiana (en China, las organizaciones religiosas cristianas están bajo presión) o a los críticos del poder.
Ranking social
Uno de los ejemplos de cómo se juntan los intereses del Estado y de las empresas en esta esfera es el llamado 'ranking social'. Se trata de una especie de "expediente informal" de cada persona, un indicador que toma en cuenta tanto su comportamiento financiero como social, usando datos sobre sus pagos móviles y su actividad en redes sociales.
De momento, la participación en estas clasificaciones —que se implementan tanto a nivel estatal como privado— es voluntaria, y se basa en recompensas: una calificación alta facilita el acceso al crédito, simplifica el alquiler de automóviles, la reserva de habitaciones de hotel o el proceso de obtener visados. Sin embargo, para 2020 será obligatoria y entonces, las personas que se consideren poco confiables podrían ser "castigadas", advierte el analista.
Los algoritmos utilizados por estos sistemas no se divulgan, pero al menos en algunos de ellos, las publicaciones en redes sociales o incluso el comportamiento de los amigos influyen en la calificación, con lo cual, podrían convertirse potencialmente en un instrumento del Estado para asegurarse la lealtad de la población.