La ruptura artística de la Revolución de 1917

La llegada al poder de los bolcheviques no significó solo un cambio político, sino también, la llegada de una nueva ola de expresiones artísticas que reflejaban la nueva época.

'Un mundo sin clases': esa pareció ser la línea rectora de la nueva corriente artística surgida a partir de la Revolución bolchevique, que dejó atrás las viejas expresiones de la época zarista.

Aunque desde ese momento se concretarían cambios, las ideas vanguardistas ya estaban instaladas desde antes, por ejemplo, con el denominado 'futurismo ruso' de 1912, que acuñó frases como 'Pushkin, Dostoievski y Tolstói deben ser tirados por la borda del vapor del Tiempo Presente'.

Para cumplir con estas ideas fue necesario aguardar hasta la caída del Gobierno Provisional y el establecimiento del dominio bolchevique. Entonces, se rompió con todo lo establecido, en especial, con la cultura de clases.

Así se instaló el objetivo del arte para masas, que consistía en hacer piezas de propaganda sencillas y comprensibles para los grandes sectores analfabetos, que abarcaban a más de la mitad de la población.

Bajo esta idea surgieron nuevas propuestas: basadas en la corriente constructivista se instalaron los pósteres soviéticos, que intentaban transmitir sus ideas de manera sencilla, para llegar así al mayor número de personas posible. Lo mismo ocurrió con la 'Propaganda Monumental', que utilizaba el arte visual, con monumentos y eslóganes revolucionarios que servían para propagar las nuevas doctrinas del comunismo.

La importancia del cine

"De todas las artes, el cine es para nosotros la más importante", afirmó Vladímir Lenin, dando paso a nuevas formas de arte social. Gracias a ese proyecto surgieron obras históricas que perduraron en el tiempo. Una de ellas, tal vez la más emblemática de la época, fue la película de Serguéi Eisenstein, 'El acorazado Potemkin' (1925), que narra el motín de esa tripulación contra la armada zarista.