#MeTooMx: El estigma que cargamos por denunciar el acoso sexual

En las conversaciones en los lugares de trabajo, en los cafés, en las escuelas, tienen lugar de forma más frecuente los temas de acoso sexual y el movimiento #MeToo, que en octubre pasado abrió la caja de Pandora de la industria del cine en Hollywood. Si bien es cierto que el tema se ha puesto sobre la mesa y es positivo que en México también empiecen a denunciar figuras públicas –como recientemente las actrices Karla Souza, Paola Nuñez y Stephanie Sigman lo hicieran en CNN con la periodista Carmen Aristegui–, la respuesta de una parte de la sociedad y algunos medios de comunicación ha sido revictimizar a las denunciantes.
Y aunque casos en la industria de la televisión o el cine sobran, y quizá no sorprendan porque era un secreto a voces el cómo las televisoras, la Radio y la industria de la música, por decir solo las más conocidas, han permitido y promovido el abuso y acoso a miles de mujeres, sí es de aplaudir la decisión de hablar públicamente y el espacio que se les da a estas denuncias en algunos medios de comunicación con tacto y responsabilidad.
Existe un Harvey Weinstein en cada rincón, en cada profesión y área de nuestras vidas y muchas de nosotras hemos tenido que aprender cómo "torear" o lidiar con esas amenazas, con esa violencia; lo que por supuesto conlleva un desgaste emocional brutal que hay que incorporar a nuestras actividades y a nuestra carrera. Más aun, cuando denunciamos públicamente (como está sucediendo desde diferentes ámbitos), hay que revivir la dolorosa experiencia y lidiar con un linchamiento en redes sociales, medios de comunicación e incluso de nuestro círculo más cercano, donde lo que se evidencia es la poca empatía y el pato patriarcal como señala el poeta Javier Raya en un ensayo:
"Este pacto no es otra cosa que la espontánea identificación de los hombres con otros hombres; un ejemplo sencillo es que, cuando una mujer denuncia que sufrió acoso o violencia por parte de un hombre, otros hombres inmediatamente se sienten con el derecho a cuestionar las motivaciones de la mujer para realizar esa denuncia; se sienten directamente implicados en ella, como si el 'honor' del hombre denunciado pusiera en entredicho el honor de todos los demás hombres".

En el caso de Karla Souza, quien no quiso nombrar al productor que habría abusado de ella, el linchamiento hacia la actriz tuvo también como objetivo cuestionar las razones por las cuales no quiso identificarlo, sin tomar en cuenta su posición personal, emocional o legal.
Incluso, Monica Lewynsky, en un artículo publicado en Vanity Fair, reflexiona sobre lo que en su caso ha sido el estigma de su experiencia con el entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton:
"Ahora, a los 44 años, apenas estoy considerando las implicaciones de las diferencias de poder, que eran tantas entre un presidente y una interna de la Casa Blanca. Estoy empezando a considerar que en esas circunstancias, la idea de consentimiento podría ser discutible. (Debido a los desequilibrios de poder- y la posibilidad de abusar de ellos-, aun cuando el sexo haya sido consensuado)".
Posteriormente surgió el hashtag #YoNoDenuncioPorque, en donde el factor común en los argumentos en los tuits de muchas mujeres era que su acosador o abusador tiene muchas amistades en común con ella, porque es una persona sumamente respetada y/o querida dentro de una comunidad determinada, o porque sus amistades cercanas les dijeron que estaban exagerando.
#YoNoDenuncioPorque fue mi culpa por estar ebria. Porque me dijeron que por mi estado seguro yo no estaba segura de si yo lo había consentido. Porque es un hombre admirado y querido por mucha gente cercana. Porque ya pasó el tiempo y no lo hice en su momento.
— Aranxa (@abellobrindis) 23 de febrero de 2018
#YoNoDenuncioPorque una vez me preguntaron si no me daba pena que los hombres lo supieran, ya que ninguno quiere comenzar una relación con una chica que ha sido golpeada y violada.
— Maite (@maiteporter) 23 de febrero de 2018
Pues #YoNoDenuncioPorque mi papá me dijo que no hablara y no me quejara... no sabemos lo que esa pandilla puede hacerle a tu hermano o a tu mamá... (No, no denuncié el acoso sexual que sufría en mi colonia y esa respuesta me dio mi papá).
— LA PREFERIDA (@maihdz) 23 de febrero de 2018
#YoNoDenuncioPorque tiene mucho poder, es un académico reconocido internacionalmente, pero es muy cercano a mi casi-padre y me da miedo qué es lo que pueda acarrearme academica, profesional y personalmente si yo denuncio que es un pedófilo... 😞💔
— La de las Flores 💐 (@fillefleurs) 23 de febrero de 2018
#YoNoDenuncioPorque sí denuncié y perdí amigos y oportunidades de trabajo. Conocidos y desconocidos salieron a opinar que era mi culpa por haberme quedado después de la primera vez. Gente que no sabe nada de mí dijo que la del problema era yo por "permitir que me agredieran".
— Tania Tagle (@Tania_Tagle) 23 de febrero de 2018
¿Por qué no denunciamos en su momento? ¿Por qué tardamos tantos años en hacerlo? Por una razón similar por la que millones de personas no renuncian a sus trabajos o denuncian a sus jefes quienes los humillan, sobajan y los rezagan. Las consecuencias profesionales de una mujer que se atreve a denunciar son muchas: desde el despido y la inhabilitación; la estigmatización y la revictimización.
— Stephanie Sigman (@SigmanStephanie) 21 de febrero de 2018
Necesitamos un cambio cultural que pueda incidir en la sociedad desde los principales espacios del país para eliminar las actitudes machistas que se gestan incluso "inocentemente" desde el humor en las redes sociales y en los medios de comunicación, y a través de periodistas, políticos, líderes de opinión y toda figura pública.
Es indispensable empezar a crear redes de apoyo como en EE.UU. que trabajen para contener, ofrecer apoyo emocional, psicológico y legal; así como exigir un cambio en las leyes que contemple un marco legal robustecido contra la violencia hacia las mujeres en todas sus formas.
Por Adriana Buentello
@adituzita