El secreto que esconde el caza ruso Su-35 para destruir los F-22 Raptor de EE.UU.
El caza estadounidense F-22 Raptor, uno de los aviones de combate más avanzados del mundo, cuenta con varias deficiencias que hacen que sea vulnerable ante el caza ruso Su-35, señala el portal estadounidense The National Interest.
Por ejemplo, ese caza de quinta generación no dispone de sensores de búsqueda y seguimiento infrarrojo, una característica que sí poseen sus rivales potenciales y les permite detectar el calor de los propulsores enemigos.
Asimismo, el F-22 carece de radares laterales, que proporcionan actualizaciones de seguimiento sobre los misiles recién disparados incluso si modifica su posición más de 90 grados respecto a la trayectoria de esos proyectiles. Eso le obliga a mantener el rumbo más tiempo y aumenta el peligro de recibir ataques.
Carencias desde el comienzo
El origen de estas debilidades tuvo lugar en las fases tempranas de su desarrollo.
En 1981, la Fuerza Aérea de Estados Unidos otorgó contratos a General Dynamics y McDonnell para que realizaran los primeros diseños de un nuevo caza capaz de volar a una velocidad de 2,5 Mach y destruir tanques y otros objetivos terrestres.
Cinco años más tarde, el contratista modificó algunos de sus requerimientos para el F-22 y encargó a dos grupos de compañías trabajar en esa aeronave.
Al ofrecer sus prototipos en 1989, el cliente limitó el coste a nueve millones de dólares por avión, cuando una de las opciones suponía 16 millones por unidad. Para cumplir los requisitos, los fabricantes suprimieron diversos sistemas.
Hoy en día, el ruso Su-35 Flanker-E, de generación 4++ y principal rival del F-22, cuenta tanto con sensores de infrarrojos como con radares laterales.