Hallan vínculos entre las nubes noctilucentes y una gran erupción de volcán en el siglo XIX
La formación de las nubes mesosféricas polares, conocidas también como noctilucentes, podría estar relacionada con la histórica erupción del volcán Krakatoa en 1883. Un comunicado de la agencia espacial rusa Roscosmos, difundido este 20 de junio en cooperación con el Planetario de Moscú, revela esta hipótesis acerca del origen de este fenómeno.
Por este nombre se conoce a unas altas formaciones atmosféricas que aparecen a alturas comprendidas entre los 70 y 95 kilómetros y son medio transparentes, hasta un punto que se pueden vislumbrar las estrellas a través de ellas.
El fenómeno solo se puede observar desde la superficie del planeta en latitudes moderadas o próximas al círculo polar, tanto ártico como antártico. La segunda mitad de junio y la primera de julio es la mejor época para apreciarlas.
Nunca reportadas antes del desastre del Krakatoa
Estas nubes fueron descritas por primera vez por el astrónomo ruso Vitold Tseraski el 12 de junio de 1885. "Estas nubes brillaron en el cielo nocturno con unos rayos puros, blancos, plateados, con un ligero viso cerúleo, adoptando más cerca del horizonte un matiz amarillo, dorado", anotó ese día.
"El propio hecho de que este fenómeno atmosférico no fuera observado antes de 1885 llevó a muchos científicos a la idea de que su surgimiento estaba relacionado con un importante proceso catastrófico en la Tierra: la erupción del volcán Krakatoa en Indonesia el 27 de agosto de 1883", explica el comunicado de Roscosmos y el Planetario de Moscú.
Los astrofísicos recuerdan que en aquel entonces cerca de 35 millones de toneladas de polvo y cenizas y una inmensa cantidad de vapor fueron expulsados a la atmósfera. Independientemente del estudio de las nubes, se estimó y se fijó en la Enciclopedia Británica que aquellas cenizas se elevaron a una altura de hasta 80 kilómetros.
Hubo también otras hipótesis sobre el origen de estas nubes, como la meteórica, la tecnogénica o las que apuntan que son consecuencia de una lluvia solar. Hasta el momento, muchos de los datos recogidos sobre este fenómeno son incompletos y se contradicen. Por eso, enfatiza el comunicado, las nubes noctilucentes "siguen siendo un problema emocionante para muchos naturalistas".
Factores de visibilidad
Tres factores son necesarios para que aparezcan las nubes plateadas, explican los científicos. Estos son un volumen suficiente de vapor de agua, una temperatura muy baja y la presencia de partículas diminutas de polvo sobre las cuales se condensa el agua, convirtiéndose en cristales de hielo.
La luz solar que estos cristalillos dispersan proporciona a las nubes su típico color azulado. Sin embargo, "a causa de su situación elevada, las nubes plateadas solo resplandecen en tiempo nocturno y dispersan la luz solar que cae sobre ellas por debajo del horizonte".
De día, incluso cuando el cielo esté despejado, estas son invisibles, señalan Roscosmos y el Planetario de Moscú. Solo la oscuridad del anochecer permite apreciar el fenómeno en ángulos de 3 a 10 grados sobre la línea del horizonte mirando siempre hacia el norte (hacia el sur en el hemisferio sur).