¿Qué significa para los Balcanes, Rusia y la UE el fracaso del referéndum en Macedonia?
Este 30 de septiembre, solo 36,91 % de los macedonios acudieron a las urnas para votar a favor o en contra del ingreso de su país en la Unión Europea y la OTAN, bajo condiciones acordadas con Grecia. Pese a que no se mencionaba en los boletines electorales que el acuerdo con Grecia presuponía el cambio del nombre oficial del país, el referéndum se centró precisamente en determinar si Macedonia debía pasar a llamarse República de Macedonia del Norte.
La consulta logró el apoyo del 91,46 % de los votantes efectivos, pero debido a la baja participación (menos del mínimo establecido, que es 50 % de la población), la Comisión Electoral Estatal declaró los resultados como inválidos.
El subdirector del portal del Centro Carnegie de Moscú, Carnegie.ru, Maxim Samorúkov, ha hecho un análisis de la situación en el país balcánico y sostiene que el punto final en esta cuestión lo pondrá el Parlamento local.
Disputa con Grecia
Según explica Samorúkov, el referéndum sobre el cambio de nombre de la antigua República Yugoslava de Macedonia iba a resolver una larga disputa con Grecia, que a principios de los 90, cuando ese país balcánico obtuvo la soberanía, se indignó por el nombre escogido y no lo reconoció, imponiendo un embargo comercial. En 1995 la confrontación se calmó: Grecia reconoció a Macedonia, levantó el embargo y los dos países restablecieron relaciones diplomáticas.
Por ese entonces la disputa entre Grecia y Macedonia se redujo a mera formalidad, pero ya en el siglo XXI el gobierno griego vetó el ingreso de Macedonia –que buscaba sumarse a la integración europea– en la UE y en la OTAN, exigiendo que cambiara de nombre oficial y preferiblemente prescindiera de la palabra 'Macedonia'. El veto griego favoreció tanto a la UE como a la OTAN, que por su parte no querían aceptar un país pobre e inestable, pero tampoco querían rechazarlo abiertamente, sostiene Samorúkov.
Rumbo a la integración europea
"Con la postura de Grecia, las negociaciones con Macedonia podían durar decenas de años, lo cual hasta hace poco le convenía a la UE y OTAN. Pero en los últimos dos años los acontecimientos en Ucrania, la crisis migratoria y la activación de China, Rusia y Turquía en el oeste de los Balcanes, hicieron que Occidente reconsiderara su actitud hacia esa región", escribe el analista.
Fue así como Occidente decidió "allanar los antiguos conflictos en la región y devolver esos países al camino de una integración activa en la UE y la OTAN", sostiene Samorúkov. "El referéndum sobre el cambio de nombre de Macedonia tenía que convertirse en un potente símbolo del hecho de que Occidente volvía a asumir el papel de estabilizador en los Balcanes", señala.
Sin embargo, no alcanzaron ese "símbolo potente", ya que el plebiscito fracasó por la baja participación, y "ahora el Gobierno macedonio y sus socios europeos tendrán que buscar la manera de salvar la cara y fingir que todo va según lo planeado".
Baja participación
En los comicios votaron 666.743 macedonios, mientras que a las elecciones parlamentarias de 2016 acudieron alrededor de 1,2 millones de personas. Según datos de la ONU, unos 535.000 macedonios –casi la cuarta parte de toda la población del país– viven en el extranjero; pero incluso teniendo en cuenta ese dato, la participación fue muy baja, indica Samorúkov.
A su modo de ver, esto muestra que Occidente "decidió que podría promover el tema del ingreso en la UE y OTAN con solo el entusiasmo popular, sin conseguir el consenso entre las élites macedonias que están en el poder". Por eso, al igual que el Gobierno macedonio, ahora hace hincapié en que más del 90 % de los votos se manifestaron a favor, fingiendo que no hubo ningún fracaso, pero en el futuro quizá "actuará con más precaución".
En fin, dice, "el referéndum fue un acontecimiento notable, pero jurídicamente es solo consultivo". No obstante, y pese a que sus resultados se declararon inválidos, eso no impide al Parlamento macedonio proceder con dos tercios de los votos de sus diputados –que con alta probabilidad se lograrán– para firmar el acuerdo con Grecia e introducir las enmiendas necesarias en la Constitución.
¿Tiene Rusia intereses allí?
Para Rusia, el referéndum es una "buena oportunidad para desenredarse de las numerosas acusaciones de injerencia en los asuntos internos de Macedonia", sostiene Samorúkov. El analista opina que Moscú no tiene intereses serios en ese país, y lo único que le podría interesar es la perspectiva de su ingreso en la OTAN.
"Algunas declaraciones poco consideradas de diplomáticos rusos, y publicaciones en los medios estatales sobre este tema, dieron motivos para acusar a Rusia de intentar minar el acuerdo de Macedonia con Grecia, a fin de frenar la expansión de la OTAN", apunta el subdirector de Carnegie.ru.
Según el analista, la elección de Macedonia ya está hecha a favor de la integración europea, postura que apoya incluso el partido opositor VMRO-DPMNE, y es imposible detener ese proceso, en el que ahora solo se están acordando detalles menores.
"El ingreso de Macedonia en la OTAN no fortalece a la alianza de ninguna manera, sino al contrario: le genera problemas adicionales. Ese país sigue separado de Rusia por un cinturón ininterrumpido de otros miembros de la alianza", sostiene Samorúkov. "Así que si hay pérdidas aquí, son solo reputacionales: Rusia se los inventó por sí misma y luego convenció a los demás con sus declaraciones frecuentes de que de verdad existen", concluye.