Meses pasaron ya desde que la marea roja afectó el oeste de la península de Florida (EE.UU.), provocando daños para la salud de quienes estaban en cercanías de la Bahía de Tampa y cubriendo sus playas con peces muertos. Desde entonces, se temió que el problema se extendiera hacia el sur y llegara a la costa este. Ese miedo ya es una realidad.
Las algas tóxicas se trasladaron hacia las aguas del océano Atlántico, lo que obligó a cerrar el acceso a algunas playas del condado de Miami-Dade, publicaron medios locales. "Estamos dando este paso proactivo para asegurar que nuestros residentes y visitantes no se vean afectados", mientras continúa la recolección de muestras de agua de distintas áreas, anunció este jueves el alcalde Carlos Giménez, tras recibir los resultados de los primeros análisis.
En tanto, se aguardan aún los informes de las muestras tomadas más al sur, en la zona de Key Biscayne. Mientras, en South Beach, algunos bañistas manifestaron complicaciones para respirar y otros síntomas que están relacionados con el contacto con el agua contaminada.
Ante esta situación, se teme que el daño ambiental sea aún mayor a medida que estas algas tóxicas avancen hacia el sur.
Un mal precedente
La presencia de las algas en la zona del Golfo de México, en EE.UU., sobrevivió a la llegada del último verano, época en la que suelen desaparecer y obligó a declarar el estado de emergencia en la zona.
Allí afectaron a más de 200 kilómetros de costa en las que mataron a miles de peces, un tiburón ballena y centenares de tortugas marinas, además de provocar daños en la salud de decenas de personas, que debieron recibir asistencia médica.