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El tercer y último 'superdestructor' Zumwalt de EE.UU. pierde su sigilo

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La Armada estadounidense ha botado un buque con condiciones mucho menos avanzadas para ahorrar costes.
El tercer y último 'superdestructor' Zumwalt de EE.UU. pierde su sigilo

Estados Unidos ha botado el buque Lyndon B. Johnson, el tercer y último destructor de la clase Zumwalt, en el astillero Bath Iron Works (Maine), que pertenece a la empresa General Dynamics.

Por razones económicas, esta nave no posee una superestructura hecha de materiales compuestos, sino metálica, con lo cual este 'destructor del futuro' habría perdido su principal ventaja: el sigilo ante los radares enemigos, informa el portal Defense News.

Las embarcaciones del proyecto Zumwalt fueron concebidas como 32 naves universales para destruir objetivos marinos y terrestres y ofrecer apoyo antiaéreo a grupos navales. Sin embargo, su suerte ha estado definida por los altos costos: la Armada de EE.UU. redujo el número a tres de manera gradual y tuvo que buscarles una nueva misión.

Así, han pasado de ser buques diseñados para apoyar operaciones de desembarco con el conocido como Sistema Avanzado de Armas (AGS, según sus siglas en inglés) a ser una plataforma para lanzar ataques a tierra.

Reducción de costos

Cada uno de los tres destructores clase Zumwalt construidos ha requerido 4.000 millones de dólares, un precio comparable al de un portaviones de propulsión nuclear clase Nimitz o dos submarinos nucleares. Esa cantidad provocó la reducción de unidades y de la funcionalidad de las naves.

Los proyectiles LRAP inteligentes de las piezas de artillería del AGS resultaron ser monstruosamente caros (1,2 millones de dólares cada uno), así que el Pentágono abandonó sus planes de montarlos. Como las municiones convencionales no mostraron resultados sobresalientes, decidió que tendrían misiles de crucero, pero los innovadores lanzadores Mk57 también se convirtieron en víctimas del ahorro.

El resultado de este recorte, además del de una red informática única, es que los buques se convirtieron en destructores con características 'modestas': una floja defensa antiaérea y antisubmarina y una fiabilidad muy mediocre.

De hecho, la botadura de la cabeza de serie del proyecto DDG-1000 Zumwalt se pospuso varios años debido a deficiencias técnicas, mientras que el segundo destructor se deterioró inmediatamente después de zarpar.

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