El derretimiento del permafrost submarino en el Ártico genera una importante emisión de metano, un gas de efecto invernadero que puede provocar un cambio climático más intenso del que conocemos, así que científicos rusos realizarán una expedición para investigar cómo afectará esta circunstancia.
Varios estudios de la última década demostraron que las regiones con permafrost se extienden tanto por vastas áreas de tierra firme en Eurasia y Norteamérica como por el lecho marino y gran parte de ese fondo congelado se encuentra al norte de Siberia y el Lejano Oriente de Rusia.
El hielo funciona como un cemento para las rocas del fondo marino y, si se derrite, nada impediría el escape del metano atrapado en las capas inferiores, algo que ya ha sucedido en varias regiones continentales próximas al círculo polar. En 2013, integrantes de la Universidad Erasmus de Rotterdam (Países Bajos) calcularon el posible impacto económico mundial de este proceso: alrededor de 60 billones de dólares.
Sin embargo, miembros de la Universidad Politécnica de Tomsk (Siberia, Rusia) estiman que este deshielo en desarrollo incluso podría estar infravalorado, debido a la liberación de enormes cantidades de metano —incluidos los hidratos— y se están generando las mayores anomalías del planeta por la disolución de ese hidrocarburo en agua.
"Si no tenemos en cuenta los resultados de la investigación del permafrost submarino pueden suceder desastres ecológicos durante las actividades de reconocimiento e industriales", declaró el geólogo Ígor Semilétov, corresponsal de la Academia de Ciencias de Rusia, a la agencia RIA Novosti.
Dos efectos de la desglaciación submarina
Este experto opina que aparecerán nuevas áreas de riesgo cuando se instale alguna plataforma petrolera con un reactor nuclear en un lugar con una "estructura complicada" de permafrost submarino donde escapen gases de las rocas. Este peligro sería un efecto del derretimiento de las zonas congeladas, mientras que otro serían las consecuencias climáticas.
Las previsiones indican que se liberarán a la atmósfera del 1 % al 5% de los depósitos de hidratos de la plataforma marina del Ártico del Este —donde se concentra el 80 % del permafrost submarino— y ese aumento en la concentración de metano afectaría al clima de la Tierra.
Para detallar y medir ese cambio, una nueva expedición conjunta de investigadores universitarios y dos institutos de Oceanología rusos partirá del puerto de Arjánguelsk hacia los mares del Ártico Este el próximo 16 de septiembre. Con el mismo fin, también está programada una deriva del rompehielos Kapitán Dranitsyn en aguas glaciales durante el periodo 2019-20.