Un día después de que el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil decidiera investigar al presidente Jair Bolsonaro por sus ataques contra el sistema de votación electrónico, el mandatario contestó que no aceptará "intimidaciones".
"Juré dar mi vida por el país. No aceptaré intimidaciones. Voy a continuar ejerciendo mi derecho ciudadano, de libertad de expresión, de criticar, escuchar y atender, ante todo, la voluntad popular", comentó a sus seguidores a las afueras de su residencia oficial en Brasilia.
El ultraderechista afirmó que no aceptará "elecciones dudosas en 2022", año en el que está prevista la celebración de los comicios presidenciales. "Brasil va a tener elecciones el año que viene. Elecciones limpias, democráticas", reiteró.
El lunes, el TSE también concluyó pedir al Supremo Tribunal Federal (STF) que Bolsonaro sea investigado por difundir noticias falsas durante una retransmisión en Facebook la semana pasada, donde insistió en que hubo fraude en las elecciones de 2018 porque, según él, debería haber ganado en la primera vuelta.
"La amenaza a la celebración de elecciones es una conducta antidemocrática, la supresión de los derechos fundamentales, incluídos los de naturaleza ambiental, es una conducta antidemocrática, profanar el debate público con desinformación, mentiras, odio y teorías de conspiración es una conducta antidemocrática", sentenció el presidente del TSE, Luís Roberto Barroso.
Este martes, Bolsonaro cargó contra Barroso, a quien acusó de "cooptar" a los jueces del STF y del TSE para "imponer su voluntad".
Campaña de desprestigio
El mandatario, un excapitán del Ejército, lleva años con una campaña de desprestigio del sistema electoral brasileño, uno de los más informatizados del mundo y vigente desde 1996, y propone que se imprima un recibo después de cada voto en la urna electrónica, para que los totales puedan ser recontados físicamente.
Bolsonaro desató recientemente una gran polémica al sugerir que, si no se adopta el voto impreso, las elecciones podrían no celebrarse. Tanto la oposición y el resto de poderes vieron en esta postura del presidente, que nunca ocultó su admiración por la dictadura militar que vivió Brasil (1964-1985), una amenaza a la democracia. Los analistas también piensan que prepara el terreno para contestar una eventual derrota en los comicios.
En marzo de 2020, Bolsonaro comenzó a prometer que presentaría pruebas del supuesto fraude, algo que nunca ha hecho. La semana pasada, en su retransmisión en Facebook, admitió finalmente que no las tenía, pero se mantuvo firme en su postura.
Esta situación, llevó a Barroso y a todos los expresidentes del TSE desde 1988 –año de la Constitución– a publicar una misiva defendiendo el modelo de elecciones en el país.
Sin embargo, el discurso de Bolsonaro es aceptado por una parte de la población, que el domingo pasado salió a las calles para defender el voto impreso.
Toda esta polémica ocurre cuando Bolsonaro, con su popularidad mermada por su gestión del pandemia, se encuentra en el punto de mira de una comisión de investigación del Senado por supuestas irregularidades en un contrato de compra de la vacuna india Covaxin, que nunca se llegó a efectuar.
La Policía investiga si el mandatario cometió prevaricación al no denunciar lo sucedido, ya que supuestamente estaba enterado. El 'caso Covaxin' provocó que varios partidos políticos y diferentes entidades presentasen un superpedido de 'impeachment' contra él.