"Fue un engaño al pueblo": Gorbachov recuerda 30 años después el golpe dirigido contra él que aceleró el final de la URSS

En un comunicado difundido este miércoles, el último mandatario soviético rememora cómo reaccionó en agosto de 1991 a su arresto en Crimea por los golpistas, cuyas acciones "delictivas" resultaron contraproducentes de cara a conservar la URSS.

Entre el 19 y el 21 de agosto de 1991, la Unión Soviética y el mundo contuvieron la respiración. Durante aquellos tres días, Moscú fue escenario de un golpe de Estado protagonizado por un grupo de políticos y de militares que buscaban evitar la desintegración del país. Sin embargo, paradójicamente, distintos expertos creen que los golpistas aceleraron con su acción la desaparición de la URSS, ocurrida cuatro meses después.

En la memoria popular, ese episodio histórico comenzó el día 19, cuando los residentes de Moscú vieron aparecer tanques por las calles de la ciudad. Sin embargo, el entonces presidente, Mijaíl Gorbachov, afrontó su mayor desafío al frente de la URSS un día antes, el 18 de agosto, cuando los servicios especiales lo incomunicaron del mundo exterior mientras se encontraba veraneando en su residencia de Forós, en Crimea.

"Cuando los golpistas, que me habían aislado en Forós desconectando todas las comunicaciones, me enviaron a sus delegados, rechacé rotundamente su petición de decretar el estado de emergencia", recuerda el exmandatario, de 90 años, en un comunicado difundido este miércoles por la Fundación Gorbachov. El 'padre de la perestroika' recuerda que en aquel momento calificó de "delictivas" las acciones de los golpistas, ya que se trataron de "un engaño al pueblo y una usurpación del poder".

El comunicado, emitido con motivo del 30.º aniversario de aquellos sucesos, recoge los motivos que adujeron en posteriores investigaciones los miembros del Comité Estatal para el Estado de Emergencia y varios generales (del Ejército y del KGB): dijeron que los había impulsado a actuar "la preocupación por la conservación del país", si bien los efectos fueron los contrarios, por lo que Gorbachov les atribuye una "parte enorme de la responsabilidad" en la disolución de la URSS.

Algunos de los golpistas ofrecieron una versión de lo sucedido y, posteriormente, la cambiaron, señala el expresidente. "Primero se arrepintieron y luego siguieron el consejo de uno de los conspiradores: ¡echen toda la culpa a Gorbachov!", recuerda el exmandatario. Sin embargo, finalmente, los hechos fueron "establecidos por la investigación" y "no se los puede refutar", sentencia.

Gorbachov destaca el papel que jugaron los miles de moscovitas que salieron a las calles para expresar su rechazo al golpe porque —recalca— "no querían que el antiguo régimen volviese". En su opinión, "las instituciones democráticas creadas como consecuencia de la 'perestroika', en general, superaron la prueba".

Pese a su fracaso, el golpe de Estado "complicó y debilitó las posiciones del presidente de la URSS", ya que las posteriores declaraciones de independencia que se desencadenaron en varias repúblicas dificultaron la tarea de preservar la Unión. El exmandatario considera que entre agosto y comienzos de diciembre de 1991 todavía existió la oportunidad de mantener la Unión sobre un fundamento renovado. Sin embargo, el 8 de diciembre, los líderes de las repúblicas soviéticas de Rusia (Borís Yeltsin), Ucrania (Leonid Kravchuk) y Bielorrusia (Stanislav Shushkévich) certificaron el fin de la existencia de la URSS con la firma del Tratado de Belovezha, que escindía las tres repúblicas de la Unión y alumbraba el nacimiento de la Comunidad de Estados Independientes.

Gorbachov considera vigentes hoy en día las "lecciones de aquellos días": "defender los principios de la democracia y del Estado de derecho, excluir cualquier posibilidad de una usurpación del poder o de acciones aventureras siempre debe ser una preocupación de la sociedad y del Estado". Asimismo, reafirma su idea de que la vía democrática de desarrollo es la única correcta para Rusia