Las declaraciones de Borrell que hicieron resurgir las tensiones entre la UE y Venezuela (y cómo ponen en riesgo la misión de observación electoral)
A finales de septiembre, el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, anunció que enviará una misión técnica de observación electoral a Venezuela para hacer seguimiento a las megaelecciones del 21 de noviembre, donde se elegirán todos los gobernadores y alcaldes del país.
Los partidos importantes de la oposición, así como muchos pequeños, han decidido participar después de varios años de abstencionismo.
La posición de la UE es clave en el cambio de estrategia opositora, puesto que, después que desconocieran las instituciones venezolanas –incluyendo el ente electoral–, así como los últimos cuatro comicios (que incluyeron las presidenciales de 2018), necesitan avalar una vuelta al camino político y así empujar a sus seguidores a participar después de haberse concentrado, fundamentalmente, en buscar una intervención militar extranjera.
Es allí donde se comprende lo que quiere hacer Borrell: entusiasmar a los opositores votantes y los dirigentes escépticos para participar y dejar de una vez por todas el camino abstencionista. "Si toda la oposición se presenta a las elecciones, incluso los partidos del señor Guaidó, pues tenemos que acompañarles porque les da mayores garantías a ellos que estemos presentes auditando el sistema", explicó el jefe de la diplomacia europea la semana pasada.
La posición de la UE es clave en el cambio de estrategia opositora, que necesita avalar una vuelta al camino político y así empujar a sus seguidores a participar después de haberse concentrado en buscar una intervención extranjera.
Sin embargo, el problema es que Borrell cometió un error en sus declaraciones, quizá infantil, que puede hacer perder todo el camino avanzado en este cambio de estrategia.
En un intento por defender su postura frente a los que lo atacan acusándolo de "darle oxígeno a Maduro y legitimar el próximo evento electoral", Borrell termina diciendo que la legitimidad del proceso no se lo da la participación de la misión de observación, sino el informe final de ésta: "¿Eso [en referencia a la participación de la misión de observación] legitima al Gobierno de Venezuela o a Maduro? Pues no. Lo que le legitimará o deslegitimará es el informe de la misión".
Y es allí donde viene el enfado del Gobierno venezolano y del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Un recuerdo reciente: Bolivia
Todavía está reciente en el recuerdo de América Latina el papel que jugó Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Bolivia durante las elecciones presidenciales de 2019.
En esa ocasión, el informe de la OEA, que denunciaba de manera exprés 'irregularidades y manipulación dolosa' del evento electoral, fue el trampolín y argumento central para que se disparara un golpe de Estado que obligó a la renuncia y exilio del entonces presidente Evo Morales. Además, promovió la efervescencia de una turba de derecha que linchó a dirigentes políticos y llevó, usando las fuerzas militares y policiales, al poder a Jeanine Añez de forma violenta, para luego, masacrar manifestaciones a favor de Morales.
Como todos sabemos, la UE ha tenido una posición hostil contra el Gobierno de Venezuela, le ha infringido sanciones y ha sido muy activa en legitimar los golpes de Estado y las acciones violentas de la oposición con el fin de derrocar al Ejecutivo de Maduro.
Por ende, es lógico que pueda esperarse que, ante un hipotético descalabro electoral de la oposición, la UE pueda ensayar un movimiento como el de la OEA en Bolivia.
Ambos entes tienen en común que sus voceros consideran, según sus propias declaraciones, que son "otorgantes de legitimidad", cuando constitucionalmente el único que produce legitimidad son los electores por medio del voto.
Por ello, Jorge Rodríguez, presidente del Parlamento venezolano y vocero del Gobierno en la mesa de negociación con la oposición, fue enfático en rechazar las declaraciones de Borrell, aclarando que "si tiene rollos políticos allá a lo interno de la UE, ese es su problema". "Si es así, mejor no venga", afirmó.
Además, el pasado domingo, el presidente del CNE, Pedro Calzadilla, ente con quien la UE firmó un convenio para la observación de los comicios, declaró: "Yo acabo de instruir se solicite no solo una explicación, sino que haya una disculpa al pueblo de Venezuela".
Borrell ha caído en un terreno pantanoso
Tratando de ayudar a la oposición y resolver los entuertos en los que la metió la propia UE en la gestión anterior, al mando de Federica Mogherini (además del Gobierno de Trump), y a la vez tratando de defender su posición frente a la derecha europea, que quiere dejar al Gobierno de Venezuela bajo un status de veto y aislamiento, y también frente a EE.UU., a quien según Borrell no "le entusiasma la idea" de la misión de observación, el funcionario pasó un límite que ahora le obliga a retractarse o, de lo contrario, perder el camino andado en el cambio de estrategia.
Borrell ha puesto en peligro la participación de la misión de observación, en tanto ha quebrantado el convenio firmado con el CNE y ha expuesto su intención de intervenir políticamente más que de coadyuvar a la normalización política del país.
Lo más seguro es que esta situación termine siendo un affaire más de los ocurridos en el pantanoso tema Venezuela, pero también es bastante probable que quite seriedad al trabajo de la misión
Con esta declaración, Borrell ha puesto en peligro la participación de la misión de observación, en tanto ha quebrantado el convenio firmado con el CNE y, además, nuevamente ha expuesto su intención de intervenir políticamente más que de coadyuvar a la normalización política del país.
Ahora, deberá excusarse y, con ello, ser nuevamente comidilla de la derecha europea, que lo acusará de débil frente al Gobierno venezolano. O si no, no participar como observador y dejar huérfana a la oposición, que depende de su acompañamiento para entusiasmar a sus electores y líderes que vuelven a la política después de no participar desde 2015, año en el que ganaron de manera contundente a pesar que la UE no envió misión de observación.
Hay que recordar que una vez el Gobierno de EE.UU. no quiere saber de Venezuela, solo la UE sirve de aliado efectivo.
Lo más seguro es que esta situación termine siendo un affaire más de los ocurridos en el pantanoso tema Venezuela, pero también es bastante probable que quite seriedad al trabajo de la misión y que cualquier duda o denuncia sobre los comicios que realice sea desechada debido al parcialismo que está demostrando.
A favor de Borrell puede decirse que está intentando desmarcarse de las políticas 'trumpistas' de su antecesora, Federica Mogherini. Esta diatriba entre la derecha y la izquierda europea, que produce profundas discusiones a lo interno de la UE, no se circunscribe solo a Venezuela, sino a las últimas decisiones de EE.UU. de aliarse con Reino Unido y Australia en un nuevo pacto de Defensa denominado AUKUS, donde la UE está dejando de ser el principal aliado de EE.UU.
Así que el giro no debería ser solo en lo concerniente a Venezuela; Francia ya lo está catalizando haciendo llamados al resto de países para desalinearse de los mandatos de Washington.
Las regionales del 21 de noviembre en Venezuela sirven también de carnada para que Europa abandone su subordinación a los lineamientos de EE.UU.
Borrell, quien lleva el timón de los asuntos internacionales, es un experto funcionario, así que veremos cómo sale de este trance de la diatriba con el Gobierno venezolano, pero también cómo desarrollará su política una vez asentado AUKUS.
Cerrando esta nota se conoció que Peter Stano, portavoz de la oficina de Borrell, trató de bajarle intensidad a la diatriba, afirmando: "La no interferencia en las elecciones está en el centro de la misión y está incluido en el acuerdo administrativo con la CNE". Además, el funcionario europeo corroboró el envío de la misión.
Veremos si el Gobierno de Venezuela considera suficiente esta respuesta para pasar la página o esperará unas disculpas públicas del alto comisionado.
Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.
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