El ojo humano abarca un rango limitado de longitudes de onda y los telescopios solo pueden registrar emisiones en una determinada región del espectro electromagnético. Sin embargo, las más modernas tecnologías de procesamiento de imágenes permiten combinarlas para apreciar la sobrecogedora complejidad y belleza del universo.
Expertos de la NASA han combinado imágenes de varios objetos espaciales captados en luz visible, infrarrojos o rayos X logrando un resultado deslumbrante. Como las diferentes longitudes de onda de la luz tienen diferentes energías, ello permite a los astrónomos comprender mejor la dinámica energética de estas llamativas formaciones cósmicas.
La aportación del telescopio espacial Chandra ha sido clave en los cinco ejemplos seleccionados esta semana para su publicación. El equipo que procesa los datos del Observatorio de rayos X Chandra se halla detrás de esta extraordinaria 'constelación' de fotografías.
El objeto cósmico de la constelación de Acuario designado con la letra 'R' (R Aquarii) consta de dos de estrellas situadas a 650 años luz de la Tierra: una gigante roja, conocida como la estrella variable Mira y una enana blanca sin nombre propio. No se perciben como dos puntos de luz, ya que ambos astros se encuentran estrechamente interrelacionados. Si se combinan las imágenes captadas por Chandra en rayos X (en color púrpura en la imagen), con las observaciones en infrarrojo cercano y en luz visible del telescopio espacial Hubble (rojo y azul), se aprecia el vínculo que las une.
Según explican en la NASA, el conjunto forma una violenta 'danza de la muerte'. Una de las estrellas llega al final de su 'vida útil', tras perder al menos la mitad de su masa, pero cuando refulge alcanza un brillo 1.000 veces mayor que el del Sol. En este sentido, la enana puede considerarse una estrella 'muerta', pues agota su combustible nuclear, aunque a medida que expulsa materia, la estrella roja lo absorbe, acumulándose en su superficie. Ello se traduce ocasionalmente en enormes explosiones termonucleares que lanzan dicha materia al espacio exterior.
Esta interacción explica por qué no vemos dos simples puntos brillantes, sino mucho polvo y gas en una nebulosa alrededor del sistema binario, agitada por sus interacciones gravitatorias y ondas de choque explosivas.
Uno de los objetos mejor estudiados de la Vía Láctea es Cassiopeia A, ubicada a 11.000 años luz. Es lo que los astrónomos consideran como un remanente de supernova: nunca vieron la descomunal explosión que la generó, pero saben que su lugar lo ocupó una estrella muy grande e incluso conocen los elementos pesados que la constituían. De hecho, la información recabada por el telescopio Chandra les ha permitido calcular que la nube remanente contiene el equivalente a 10.000 masas terrestres de azufre, a 20.000 masas terrestres de silicio, a 70.000 masas terrestres de hierro y a 1 millón de masas terrestres de oxígeno.
La imagen combinada de la NASA incluye una en rayos X y otra en distintos rangos del espectro electromagnético (púrpura oscuro, azul y blanco a cargo del observatorio Karl Jansky Very Large Array), que se suman a los datos ópticos del telescopio Hubble (naranja).
Hoy en día es la fuente astronómica de radio más brillante del cielo nocturno, que registra frecuencias superiores a 1 GHz. Es también impresionante la dimensión de la nube en expansión del material estelar, que mide 10 años luz de un extremo a otro.
Esta otra imagen muestra dos efectos diferentes generados por PSR B2224+65, una estrella de neutrones (púlsar) situada a unos 6.000 años luz, en la constelación de Cefeo.
A medida que gira, su núcleo colapsado emite rayos X (raya rosa), pero como también se desplaza por el espacio a una gran velocidad —aproximadamente a 1.600 kilómetros por segundo—, crea una estela visible en longitudes de onda ópticas (azul en la imagen) que se conoce como Nebulosa de la Guitarra por su forma característica.
El cúmulo de galaxias Abell 2597, que se encuentra a unos 1.000 millones de años luz, puede contener miles de galaxias, que se unen e interactúan por medio de la gravedad. El estudio de múltiples longitudes de onda ayudó a los científicos a entender que las vincula el comportamiento del agujero negro supermasivo en su galaxia central.
Hace varios años los astrónomos notaron que este gigante expulsaba gas molecular a medida que acumulaba materia gravitacionalmente. Este gas molecular luego cae en el agujero negro y alimenta el ciclo nuevamente en una 'espiral'. La salida caliente y la entrada fría se observaron utilizando dos herramientas diferentes, pero los datos de Chandra revelaron después que son parte de un mismo proceso.
Los rayos X (azul) del telescopio orbital de la NASA se combinan en la imagen con los ópticos brindados por el Digitized Sky Survey (naranja) y el Observatorio Las Campanas (Chile, rojo).
Dos galaxias en proceso de fusión en la constelación de Canes Venatici, a 40-50 millones de años luz de la Tierra, se perciben actualmente como un objeto celeste denominado NGC 4490. La comparación de sus imágenes obtenidas en distintas longitudes de onda reveló un secreto de su núcleo, que alberga no uno, sino dos agujeros negros supermasivos centrales, uno de los cuales solo es visible en datos ópticos, mientras que el otro solo se aprecia en ondas de radio e infrarrojas. Ambos se habían captado por separado, pero los astrónomos han necesitado años para juntarlos.
Este doble núcleo es el efecto de la propia fusión, ya que cada galaxia tenía su propio agujero negro. Los investigadores conjeturan que ambos agujeros se fusionarán en determinado momento, dando lugar a uno mucho mayor. Los datos ópticos de Hubble (rojo, verde y azul) crean casi la misma impresión que la imagen combinada, pero esta última, que incluye la señal en rayos X (púrpura), nos brindó una visión completa de la fase actual de fusión.
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