¿Hará el acuerdo de submarinos nucleares que Australia sea más dependiente de EE.UU.?
Diferentes encuestas e informes realizados sobre la alianza trilateral AUKUS —compuesta por EE.UU., el Reino Unido y Australia— revelaron que los australianos comparten una serie de temores acerca del clima geopolítico actual en el país.
Formada en septiembre del 2021, AUKUS tiene el objetivo de aumentar la cooperación entre los tres países en el ámbito de seguridad y defensa. En el marco de la nueva coalición, se acordó que Australia adquiriría ocho nuevos submarinos de propulsión nuclear para reemplazar su flota envejecida, recoge South China Morning Post.
Según un reporte del año pasado de IPAN, una red de organizaciones en toda Australia que defiende una política exterior independiente, AUKUS volvería a Canberra "aún más dependiente de Estados Unidos y menos extricable de sus guerras".
Al mismo tiempo, IPAN, compuesta por grupos pacifistas, religiosos, ambientalistas, así como sindicatos, señaló que la coalición había llevado a "una mayor militarización de nuestra sociedad, mayores gastos de defensa y exportaciones de armas, formulación de políticas secretas y falta de responsabilidad por parte del Gobierno".
Sin embargo, una encuesta realizada en el 2022 por Lowy Institute, formado por un grupo de expertos australianos, mostró que el número de ciudadanos que afirmaron no sentirse seguros debido a conflictos mundiales, aumentó en comparación con el 2020.
El cuestionario registró una mayor cantidad de respuestas que decían que las hostilidades entre EE.UU. y China por Taiwán supondrían una amenaza para Australia. En este contexto, el 52% votó que AUKUS haría que Australia fuera más segura y poco menos del 50% opinó que pasaría lo mismo con la región circundante del Pacífico.
En otras encuestas separadas, hubo quienes apoyaron una coalición entre Canberra y Washington, pero también se destacó que AUKUS no debería socavar la soberanía del país.
¿Amenaza nuclear?
Tras la formación de la alianza trilateral, en Australia se llevó a cabo una serie de protestas ante el temor del uso de las capacidades nucleares del país, la posibilidad de ser arrastrado a una guerra y ser utilizado para ayudar en la defensa y la fabricación de armas estadounidenses.
Los Estados vecinos de Australia también se pusieron en alerta tras la noticia. Malasia e Indonesia se mostraron preocupadas por el hecho de que AUKUS podría convertirse en el impulsor de una carrera armamentística nuclear en la región, pero Canberra aseguró que el pacto implicaba la adquisición de submarinos de propulsión nuclear, no de armas nucleares en sí.
Melissa Conley Tyler, una experta australiana en política exterior, indicó esta semana que tales preocupaciones no se han desvanecido hasta ahora. "Australia deberá enviar un mensaje cuidadoso de que su objetivo es promover la estabilidad y el equilibrio, en lugar de agravar las tensiones", destacó.
Existen alternativas más baratas
Por otra parte, se cuestiona el alto costo que AUKUS genera a los contribuyentes. Para adquirir los mencionados submarinos, Canberra debe pagar 170.000 millones de dólares australianos (182.500 millones de dólares estadounidenses), sin embargo, los expertos señalan que existen opciones mucho más baratas.
El exsenador australiano Rex Patrick dijo que Australia podría haber adquirido como 20 de los últimos submarinos Air Independent sin propulsión nuclear, pero que también poseen capacidades avanzadas, por tan solo 30.000 millones de dólares australianos.
De ese modo, el resto del dinero se podría haber invertido en otras necesidades de Defensa. Según sus palabras, Canberra firmó el pacto AUKUS sin saber qué estaba comprando.
Al mismo tiempo, existen dudas sobre si Australia tiene suficiente experiencia para mantener y manejar estos submarinos. "Los barcos nucleares requieren una infraestructura de apoyo significativa, incluida la capacitación, para operar de manera efectiva", destacaron Pat Tyrrell y John Bruni, otros expertos en el tema.
"Hay muchas formas de disuadir a China, ¿por qué estamos eligiendo esta?", preguntó a su vez Sam Roggeveen, director del programa de seguridad internacional del Instituto Lowy.