La persecución de la Iglesia ortodoxa ucraniana (UPTs, por sus siglas en ruso), que ha sido denunciada no solo por Rusia, sino por la propia ONU, se agudizó esta semana en Ucrania en medio de los intentos del Gobierno del presidente Vladímir Zelenski de desalojar a los monjes del Monasterio de las Cuevas de Kiev.
La pugna por el legendario convento de la capital ucraniana, fundado en el siglo XI, acapara la atención mediática, en medio de una campaña de presión lanzada por Kiev desde el pasado otoño, con registros, tomas de iglesias y acusaciones por supuesta actividad prorrusa.
Sin embargo, el tenso tira y afloja tocó techo el pasado 29 de marzo, fecha límite del ultimátum dado por las autoridades a los monjes para que abandonaran el monasterio tras romper el contrato de arrendamiento de forma unilateral.
Desde el Ministerio ucraniano de Cultura aseguraban que el clero del monasterio podría permanecer allí si se une a la nueva Iglesia ortodoxa de Ucrania (PTsU), no reconocida por el Patriarcado de Moscú, pero activamente promovida por Kiev desde 2018 como una rama cismática independiente.
Sin embargo, los monjes persisten en su negativa de abandonar el recinto sagrado, a donde cada día acuden cientos de creyentes que asisten a misas oficiadas en defensa de la UPTs, hasta que haya una decisión judicial. La primera audiencia tras la apelación presentada por la rama canónica se celebrará el 26 de abril.
"Absceso" a cerrar vía quirúrgica
La gravedad de la situación se trasluce en declaraciones como la del asesor del jefe de la Oficina presidencial ucraniana, Mijaíl Podoliak, que comparó la UPTs con un "absceso" que debe ser "eliminado quirúrgicamente". En este sentido, sostuvo que en los primeros seis meses del operativo ruso hubo "una oportunidad única" de "eliminar físicamente todo lo prorruso" de forma "rápida y sin obstáculos", algo que ahora es "un poco más difícil", aunque —asegura— "no imposible".
El deterioro de la situación continuó el sábado, cuando las autoridades dictaminaron una medida preventiva de arresto domiciliario de 60 días contra el abad del Monasterio de las Cuevas, el metropolitano Pável, por, presuntamente, "incitar al odio interreligioso", "dividir la sociedad" y "justificar" el operativo ruso.
En la audiencia, que inicialmente estaba programada para el lunes, pero que acabó teniendo lugar el sábado, pese al malestar físico de Pável, se decidió que el sacerdote pasará los próximos dos meses en una localidad alejada de la Lavra, como también se conoce el monasterio, al tiempo que le colocaron una tobillera electrónica.
¿Habrá una toma por fuerza?
Ante este panorama de profunda división, el portal local Strana.ua recalca que "no se puede descartar" que las autoridades del país finalmente opten por una vía "radical" y lleven a cabo el desalojo de los monjes. El abad Pável ya advirtió el viernes de esta posibilidad, e incluso dijo que el monasterio podría ser tomado por fuerza, algo que no ocurrió.
Otro escenario que podría darse, entre otros, es el de una "confrontación de baja intensidad, principalmente en el ámbito jurídico", señala el medio. Paralelamente, seguirá la campaña de desacreditación contra la UPTs, lo que ya se refleja entre los sectores radicales, que difunden instrucciones sobre cómo provocar al clero en la Lavra, para grabar su reacción y diseminar el contenido en medios locales y europeos, sintetiza Strana.ua.
Un crítico de la UPTs declaró abiertamente a medios locales que hay que "poner de rodillas y disparar en la cabeza" al abad de la Lavra, y mostrar este video "en todos los medios rusos". Además, se quejó de que "los chicos están en guerra ahora y no hay nadie para quemar este santuario".
"Serán castigados por todo lo que han hecho"
Por su parte, el vicejefe del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, presagió este domingo que Zelenski y su Administración se enfrentarán no solo al juicio humano, sino también al divino, siendo "castigados por todo lo que han hecho".
Entretanto, el secretario del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania, Alexéi Danílov, prometió no utilizar la fuerza contra los fieles y sacerdotes de la Iglesia canónica para obligarles a abandonar el convento. "No lo haremos, nadie les arrastrará por las barbas", dijo.