Desde que terminaron sus respectivos gobiernos se especuló con su "jubilación" pero, por el contrario, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri siguen siendo protagonistas indiscutibles del debate público en Argentina.
Ahora que gobierna el libertario Javier Milei, un inesperado "tercero en discordia", la expresidenta y el expresidente que representaron los extremos de la polarización política en Argentina durante dos décadas, se encuentran en pleno proceso de reconstrucción de sus figuras.
Ella regresó a través de sus ya tradicionales cartas públicas, que siempre generan debate y con el "lobby" que realiza en el Instituto Patria, el centro de estudios que ella misma fundó en 2016 y en donde recibe a figuras políticas.
Macri reapareció con su apoyo parcial a Milei y su incipiente campaña para ser elegido presidente de Propuesta Republicana (PRO), el partido que creó en 2005 y desde donde construyó su carrera política.
De esta forma, quienes fueran los dos líderes más importantes de Argentina en los últimos años, y que arrastran una animadversión que supera la rivalidad política y abarca el mutuo desprecio personal, intentan reconfigurar su centralidad en la era mileísta.
En ese proceso, recorren caminos en espejo. Fernández de Kirchner a partir de una ideología progresista atacada por el actual presidente; y Macri, con un corrimiento hacia la ultraderecha que lo acerca a Milei, pero que todavía no le garantiza una alianza total con el libertario.
Relevancia
Los paralelismos abarcan múltiples facetas. En los tribunales, por ejemplo, Fernández de Kirchner, la expresidenta que se enfrentó a lo que bautizó como "la mafia judicial", acumula fallos adversos; mientras que Macri celebra controvertidas sentencias favorables.
Otro dato a destacar es que ambos allanan su retorno a la arena política, a pesar de las reticencias públicas. De acuerdo con la encuesta más reciente de la consultora Zubán Cordoba y Asociados, Fernández de Kirchner arrastra una imagen negativa del 59,7 %, en tanto que Macri la supera hasta alcanzar un récord del 61,7 %.
Pero su escasa popularidad, basada en el desgaste de sus gobiernos y en la responsabilidad de ambos en la grave crisis económica que padece Argentina, no hace mella en la innegable relevancia política que tienen una abogada de 71 años, que ya fue senadora, dos veces presidenta (2007-2015) y una vez vicepresidenta (2019-2023); y un ingeniero de 65 años que gobernó la ciudad de Buenos Aires y luego el país (2015-2019).
La duda ahora es el peso que tendrán, ella en plan de líder opositora y él como aliado natural de un Gobierno de ultraderecha que irrumpió de manera sorpresiva el año pasado y que, con Milei al frente, mantiene al país en un clima de permanente tensión política.
Cristina
La expresidenta decidió mantener un discreto segundo plano durante los primeros dos meses de Gobierno de Milei, pero reapareció la semana pasada con un documento de 33 páginas en el que criticó el plan económico del actual presidente y planteó alternativas para salir de la larga crisis, que ya ha dejado a más del 50 % de la población en la pobreza.
Como siempre ocurre ante cada una de sus posicionamientos públicos, las reacciones se dividieron entre los aplausos del público fiel que la idolatra y las denostaciones de quienes la odian, porque Fernández de Kirchner es una de esas dirigentes que despierta pasiones. No es el caso de Macri.
Fiel a su estilo confrontativo, la expresidenta no dudó en responder a quienes la criticaron, como el ministro de Economía, Luis Caputo, quien de plano la instó a callarse al acusarla de ser responsable de la crisis.
"Buen día señor Ministro. No es el primero de su familia que intenta hacerme callar. Solo en un país con este Poder Judicial usted puede volver a ser funcionario público", le reviró la expresidenta al referirse al atentado que sufrió en septiembre de 2022, y por el que fueron investigados los dueños de la empresa Caputo Hermanos, familiares del ministro.
Con su regreso a la arena pública, que incluyó más mensajes en redes sociales, el desafío de Fernández de Kirchner es ayudar a reorganizar al peronismo para que encabece la oposición al mileísmo, en medio de la fragilidad institucional, política, social y económica que padece el país y, además, para que gane más escaños en las legislativas de 2025 y tenga opción en las presidenciales de 2027.
Causas
En contra de la expresidenta le juegan los juicios que enfrenta, en su mayoría por denuncias de corrupción, y que ella achaca a una persecución judicial en venganza por sus críticas y su intento de reformar al Poder Judicial.
La próxima semana, por ejemplo, la Cámara Federal de Casación Penal iniciará las audiencias para decidir si confirma, revoca o agrava la condena a seis años de prisión que Fernández de Kirchner recibió en diciembre de 2022, al ser encontrada culpable del delito de defraudación al Estado.
Además, este año iniciarán otros dos juicios orales que la tienen como acusada, en un caso por supuestos delitos con la obra pública y en otro, por el Memorándum con Irán que su gobierno firmó en 2013.
Por otra parte, se espera que se fije la fecha del juicio por la llamada causa "cuadernos", en la que está señalada como "jefa de una asociación ilícita" que supuestamente permitía que funcionarios cobraran sobornos a empresarios para mantener sus contratos con el Estado.
Mauricio
Si la misión de Fernández de Kirchner es ordenar a la oposición, la de Macri parece ser la de avanzar (o no) en un pacto con Milei que culmine en un cogobierno entre La Libertad Avanza y el PRO.
En las últimas semanas, varios columnistas advirtieron que era inminente el anuncio de un acuerdo entre ambas fuerzas conservadoras, lo que a su vez repercutiría en cambios en el gabinete para permitir el ingreso de figuras macristas.
"(La alianza) sería el vehículo de la libertad que podría sentar las bases de una Argentina que será grande nuevamente, el acuerdo va a fluir solo", afirmó Milei esta semana, al reconocer que existe la intención de fortalecer el acercamiento entre ambas fuerzas políticas.
Pero nada está firme aun, ya que un sector de los libertarios desconfía del macrismo y no quiere que el expresidente adquiera un protagonismo que opaque a Milei; para el expresidente, en tanto, el riesgo es quedar vinculado a un Gobierno que puede terminar en un fracaso.
Mientras se tejen estas alianzas, Macri ya comenzó su campaña para convertirse en presidente del PRO en las elecciones que ese partido tendrá el mes próximo y que reconfigurará a la derecha, ya que se prevé el reacomodo de liderazgos tanto en esta fuerza política como en sus aliados, la mayoría de los cuales no apoya a Milei.
De esta manera, Macri intenta reponerse del infructuoso intento por regresar a la dirigencia de Boca Juniors, ya que el año pasado perdió las elecciones en las que aspiraba a ser vicepresidente del club en el que comenzó su carrera política.
Además, el expresidente enfrenta con optimismo una agenda judicial que, desde que Milei comenzó a gobernar, le ha favorecido con una serie de fallos.
Por ejemplo, la justicia lo exoneró en los procesos en los que se le acusaba de espionaje ilegal y de presión indebida a los jueces para perseguir a opositores políticos, entre ellos, por supuesto, a Fernández de Kirchner.