Uno de los dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia de España (CNI) que fueron detenidos en septiembre del año pasado por espiar para la CIA, se encargaba del área de Rusia, reporta este lunes El País con referencia a unas fuentes familiarizadas con el caso.
De acuerdo con su información, la persona en cuestión, de más de 50 años, es un destacado analista cuya carrera militar se desarrolló en la Armada y tenía "una larga trayectoria en el servicio de inteligencia".
El artículo destaca que el individuo se encuentra en prisión preventiva, mientras que el segundo detenido es su subordinado y "quedó en libertad provisional con cargos".
En ese contexto, El País reitera que Washington y Madrid son "estrechos aliados" y sus agencias de inteligencia "colaboran en operaciones contra el espionaje ruso en territorio español y en el extranjero". No obstante, aparte de la información recibida de manera oficial, la CIA buscaba averiguar el grado de conocimiento de agentes españoles sobre "las redes rusas y qué lazos mantienen aún con Moscú".
El periódico cita a unos expertos que sostienen que el objetivo de la captación del agente no se limitaba a su área de responsabilidad. De acuerdo con las fuentes, "fue precisamente […] el intento de acceder a documentación que no correspondía a su área de trabajo lo que encendió las alarmas de la división de seguridad".
El País informa que el agente en cuestión estuvo destinado en EE.UU., y a principios de la década pidió una excedencia para trabajar en una compañía multinacional estadounidense. Presuntamente entonces la CIA lo "tanteó", reporta.
España expulsa a 3 espías de EE.UU.
En diciembre del año pasado, se dio a conocer que el Gobierno de España expulsó a tres espías estadounidenses y solicitó que un cuarto abandonara el país ibérico por haber pagado a dos agentes del CNI a cambio de información clasificada.
Anteriormente, se reportó el inicio de la investigación contra varios agentes del Centro Nacional de Inteligencia. Se informó entonces que la causa, que fue declarada secreta, apuntaba contra agentes que se encontraban bajo sospecha de haber revelado secretos. Sin embargo, la acusación podría agravarse y ser considerada como traición por espionaje para una potencia extranjera, por "procurar o revelar información clasificada como reservada o secreta" a un tercer país. En este caso, el delito implica una pena de entre 6 y 12 años de cárcel.