EE.UU. intenta ajustar los resultados de la revolución en Egipto a sus intereses
Las revueltas en Oriente Próximo han reactivado el debate sobre la necesidad y los objetivos reales de promover la democracia.
A principios de año, los líderes europeos adoptaron una política de no intervención en las revueltas democráticas de Egipto. Sin embargo, ahora los norteamericanos llegan a la región buscando ejercer influencia en el proceso de democratización.
“Es muy preocupante ver que tantos consejeros vienen a El Cairo desde Washington, porque probablemente intentarán ajustar los resultados de la revolución a los intereses de Estados Unidos. Debemos recordar que Egipto fue un punto clave en la política exterior de Washington, teniendo en cuenta la importancia del Canal de Suez y la cuenca del río Nilo. Entonces, habrá fuerzas alineadas contra cualquier líder que aparezca en Egipto, y Washington seguramente intentará atraerlo a su bando”, informa el periodista y escritor británico, Afshin Rattansi.
Pero ¿qué pasará si el liderazgo es asumido por el movimiento “Hermanos Musulmanes”?
La organización, que tiene vínculos con Al Qaeda, parece estar ampliando sus filas y consolidándose bajo las cúpulas de las mezquitas. Y su portavoz ya ha anunciado ambiciosos planes de ganar el 75% de los escaños durante las elecciones de septiembre. Sin embargo, hay quienes presagian escenarios incluso más lúgubres.
Hassan Abouyoub, político marroquí, considera que “los Hermanos Musulmanes podrían pactar un trato con el Ejército para compartir el poder, y de este modo se apoderarían de toda la revolución. Es el movimiento político más antiguo y mejor organizado. Aunque después del derrocamiento de Mubarak todos tengan más o menos las mismas oportunidades, ellos podrían adelantarse a los demás gracias a su organización”.
Aunque Occidente vacila en determinar su postura hacia los Hermanos Musulmanes, la actuación fue diferente a la demostrada frente a la palestina Hamás, que algunos países consideran una organización terrorista. Tras su victoria en las elecciones democráticas del 2006, el Cuarteto para Oriente Próximo, integrado por EE. UU., Rusia, la Unión Europea y la ONU, respondió con severas sanciones.
Mubarak ha caído pero las estructuras de su régimen permanecen casi intactas
Después de la caída de Mubarak, sus generales, que han sostenido durante estos años la dictadura, siguen gobernando y controlando en torno al 35% de la economía egipcia.
Mientras tanto, el Ejército desaloja a los manifestantes de la plaza de Tahrir, en un intento de demostrar que las cosas han vuelto a su rumbo normal. Y efectivamente, después de varios meses de disturbios, los círculos que se mantienen en el poder no han sufrido muchos cambios.
Según James Denselow, experto en Oriente Próximo, el debate sobre el significado de las reformas pasadas es lo que polariza ahora la sociedad en Egipto. “Los egipcios están preocupados por el hecho de que al deshacerse del dictador, probablemente no hayan logrado hacer nada con la dictadura. Hay grandes dudas sobre si las reformas han sido lo bastante amplias, si las restricciones y el papel de los militares todavía son tan importantes para que aparezca una libertad verdadera”, asegura Denselow.
Las dudas y temores enturbian la alegría de las próximas elecciones. Con tantos jugadores en la mesa, el futuro del país se percibe difuso y se consumen las esperanzas de que los egipcios puedan cambiar a mejor sus vidas.