Al escondite de Bin Laden llevaron la lógica, las pistas y ¿las torturas?
Al exitoso operativo que permitió abatir al 'terrorista número uno', Osama Bin Laden, en las afueras de la capital paquistaní lo precedían unos 8 meses de seguimiento con aplicación de toda la variedad de métodos especiales a que acude el gobierno estadounidense en su lucha contra Al Qaeda. Así lo reveló el asesor del presidente Barack Obama para la lucha contra el terrorismo, John Brennan, en una rueda de prensa en la que ofreció más detalles de su fase preparatoria.
No se decía mucho en la reciente reunión con los periodistas sobre las tecnologías que habían facilitado obtener las declaraciones de dos de los cabecillas de Al Qaeda, Khalid Sheikh Mohammed y Mustafá al-Uzayti, pero resultaron siendo estas declaraciones el punto inicial de la cadena lógica que llevó a los agentes de la CIA a una mansión cerca de Islamabad. Ambos presos en la penitenciaría preventiva de Guantánamo mencionaron, en particular, a una misma persona que traía mensajes, con el voto decisorio, acerca de las cuestiones esenciales del mando de Al Qaeda.
Para conseguir de ambos sujetos confesiones semejantes, tuvieron que pasar por los campos secretos en Rumania o algún otro lugar en Europa Occidental. La organización de Human Rights Watch ha denunciado en varias ocasiones que Mohammed había sido torturado estando en custodia y basaba en ello sus confesiones. En febrero del 2008, se reveló que había sido sujeto a la técnica del ahogamiento simulado, denominada 'submarino' entre los torturadores. Unas afirmaciones similares surgían respecto a Mustafa al-Uzayti, más conocido por su nombre de combate, como Abú Faraj al-Libbi. Él sustituyó a Mohammed en la dirección operativa de la red terrorista desde el 2003 hasta su captura en el 2005.
Hace medio año la CIA consiguió por fin localizar e identificar a aquel emisario de confianza de Bin Laden, al que habían mencionado los presos y de quien hasta entonces era desconocido tanto el nombre, como el país de residencia. Le ubicaron en una vivienda vallada en la localidad de Abbottabad, valorada en un millón de dólares. Este mismo hecho, a sabiendas de los ingresos reducidos del dueño, provocó ciertas sospechas entre los detectives, de haber sido construida para albergar a alguien mucho más valioso que un simple correo.
Otros pormenores transformaron la sospecha en casi una convicción: los espesos muros alambrados de seis metros de altura y dos puertas de seguridad, escondían un edificio que no contaba, contra toda lógica elemental, con conexión telefónica ni Internet. Es más, los inquilinos quemaban su basura, en vez de tirarla como lo hacían todos los vecinos.
Brennan admitió que hasta la hora 'H', las pruebas de que fuera Bin Laden el inquilino principal de la morada intervenida el lunes, habían sido sólo “circunstanciales”, es decir basadas en unas pistas indirectas, pero a medida que se realizaba la vigilancia, el servicio secreto tenía “una confianza creciente” en que sus suposiciones iniciales eran razonables. Ya en el curso del operativo, una vez comenzado el intercambio de fuego, la que fue considerada como una de las esposas del 'terrorista número uno' confirmó involuntariamente la identificación de la CIA. Llamó a Bin Laden por su nombre, luego de que fue empleada como escudo humano y cayó víctima en el tiroteo.
El emisario de confianza del buscado terrorista fue abatido, cuando un pelotón del servicio especial estadounidense invadía su residencia, al igual que su supuesto hermano y el propio Osama. Su arma alzada contra los soldados estadounidenses le libró al menos de cierta perspectiva de engrosar la lista de presos de alguna penitenciaría secreta, donde podría trazar pistas hacia alguien más de los líderes de la red delictiva. La orden era de captura, con vida o muertos, de los que se encontraran en la mansión, afirmó el asesor Brennan ante los representantes de los medios de comunicación en Washington.