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Egipto: desazón hacia las elecciones democráticas
A solo dos semanas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el ambiente vuelve a crisparse en Egipto. La condena a cadena perpetua contra Hosni Mubarak y su ex ministro del Interior ha decepcionado. Y es que muchos creen que su responsabilidad en la represión que provocó centenares muertos en febrero del 2011 debería ser causa de pena de muerte. Tampoco hay conformidad por la absolución de parte de su círculo íntimo, incluidos dos de sus hijos.
En Egipto muchos ciudadanos sienten frustración por el desarrollo del Gobierno desde la caída de Mubarak.
"El actual Gobierno militar es solo una continuación del régimen de Mubarak. Ha hecho muy pocas concesiones a la revolución", opina Mohamed Hassan Khalin, del Partido Socialista de Egipto.
En dos semanas los ciudadanos tendrán que elegir entre Mohamed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes, y Ahmed Shafiq, ex general y último primer ministro de Mubarak. La presencia de este último genera reticencia entre la población, que naturalmente lo asocia con el Ejecutivo del que fue parte.
"La corriente más popular en la calle es una tercera postura, que se opone a esta elección. No ha habido revolución en el mundo que permita al ex primer ministro del régimen derrocado presentarse a las elecciones", continúa Hassan Khalin. Dalia Ziada tampoco está conforme con los postulantes, pero conserva la esperanza. Fue parte de la revolución que acabó con la salida del dictador. Durante diez años ha sido trabajadora social y defensora de los derechos humanos. Para esta mujer los síntomas de la desazón que sienten muchos egipcios tienen más que ver con la situación económica.
"Estamos cansados, exhaustos económicamente en el día a día. Mucha gente ha perdido el trabajo, sobre todo los que trabajaban en el sector turístico. No saben cómo sobrevivir", dice la defensora de derechos humanos.
Las revoluciones son procesos altamente complejos. Y en el caso de Egipto muchos creen que tendrán que pasar varios años para que el país alcance la normalidad.
"No creo que Egipto sea políticamente estable en los próximos años. Ahora estamos dentro de algo parecido a un quirófano, se ven cosas feas y no muy agradables. El país será más estable y exitoso dentro de cinco años, cuando todas las fuerzas políticas se den cuenta de que no se pueden eliminar unas a otras. Que tienen que coexistir y negociar", expresa el doctor en ciencias políticas Said Sadek.
Sin embargo, esos años serán una verdadera prueba de paciencia para el pueblo egipcio. Un examen de entereza de cara a la instauración de un Gobierno democrático pleno, tal como solicitan muchos de los manifestantes.
Entre tanto, la gente todavía permanece en la plaza Tahrir, un lugar que fue escenario de las revueltas que acabaron con el régimen de Hosni Mubarak, pero que hoy se ha transformado en un símbolo del descontento de los egipcios precisamente con los resultados de esa revolución.
"El actual Gobierno militar es solo una continuación del régimen de Mubarak. Ha hecho muy pocas concesiones a la revolución", opina Mohamed Hassan Khalin, del Partido Socialista de Egipto.
En dos semanas los ciudadanos tendrán que elegir entre Mohamed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes, y Ahmed Shafiq, ex general y último primer ministro de Mubarak. La presencia de este último genera reticencia entre la población, que naturalmente lo asocia con el Ejecutivo del que fue parte.
"La corriente más popular en la calle es una tercera postura, que se opone a esta elección. No ha habido revolución en el mundo que permita al ex primer ministro del régimen derrocado presentarse a las elecciones", continúa Hassan Khalin. Dalia Ziada tampoco está conforme con los postulantes, pero conserva la esperanza. Fue parte de la revolución que acabó con la salida del dictador. Durante diez años ha sido trabajadora social y defensora de los derechos humanos. Para esta mujer los síntomas de la desazón que sienten muchos egipcios tienen más que ver con la situación económica.
"Estamos cansados, exhaustos económicamente en el día a día. Mucha gente ha perdido el trabajo, sobre todo los que trabajaban en el sector turístico. No saben cómo sobrevivir", dice la defensora de derechos humanos.
Las revoluciones son procesos altamente complejos. Y en el caso de Egipto muchos creen que tendrán que pasar varios años para que el país alcance la normalidad.
"No creo que Egipto sea políticamente estable en los próximos años. Ahora estamos dentro de algo parecido a un quirófano, se ven cosas feas y no muy agradables. El país será más estable y exitoso dentro de cinco años, cuando todas las fuerzas políticas se den cuenta de que no se pueden eliminar unas a otras. Que tienen que coexistir y negociar", expresa el doctor en ciencias políticas Said Sadek.
Sin embargo, esos años serán una verdadera prueba de paciencia para el pueblo egipcio. Un examen de entereza de cara a la instauración de un Gobierno democrático pleno, tal como solicitan muchos de los manifestantes.
Entre tanto, la gente todavía permanece en la plaza Tahrir, un lugar que fue escenario de las revueltas que acabaron con el régimen de Hosni Mubarak, pero que hoy se ha transformado en un símbolo del descontento de los egipcios precisamente con los resultados de esa revolución.
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