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Las víctimas del conflicto en Siria son cada vez más jóvenes
Mientras continúa la feroz batalla entre los insurgentes sirios y las tropas del Gobierno de Bashar Al Assad, cuyo epicentro ahora es la ciudad de Alepo, ambas partes necesitan cada vez más fuerzas.
El tema de la lección que estos jóvenes han de aprender es la muerte. A medida que crece el número de fallecidos en el conflicto sirio, la edad de sus participantes va disminuyendo.
Este integrante del Ejército había trabajado en la pequeña tienda de un familiar en Alepo antes de ser reclutado. Hoy tiene 19 años y se encarga de colocar los cadáveres en ataúdes. Pasado un año de este trabajo se muestra dispuesto a sacrificarse por el país.
“No tengo miedo a morir. Sería un honor para mí estar junto a mis camaradas difuntos y llegar a ser un mártir defendiendo a mi patria. Es un deber de hombre”, dice un joven militar de las tropas gubernamentales, Subhi Jukha.
El martirio es glorificado en los Estados musulmanes. Pero él es además una de las razones de lo grave que se tornó el conflicto sirio.
Estando listos a morir y matar para conseguir sus fines, los combatientes acaban olvidándose del valor de la vida. Pero sí lo recuerdan los parientes de los que se sacrifican.
(Bulent Kilic / AFP)
El padre y el tío de un joven soldado, asesinado por un francotirador, confiesan que no quieren ninguna venganza. Lo que sí anhelan es la paz que acabe con tragedias como la suya.
“Sólo queremos la paz. Mahoma, Jesús, todos los profetas llamaron a la paz. La necesitamos”, argumenta Mahrous Irbiniey, el tío de un soldado asesinado.
Necesitan una paz que podría frenar la infinita cadena de ataúdes en las ciudades de Siria. La demanda para esta mercancía es cada vez mayor.
Así en un hospital militar la reserva de féretros, destinados para una semana se agotó en 48 horas. Dos días que se cobraron casi un centenar de vidas de los soldados. Y no son solo sirios los que arriesgan y llegan a perder su vida, en un conflicto sangriento que no cesa desde hace más de un año.
Omar abandonó Dubai para unirse a la rebelión. A sus 23 años deseó compartir el destino de los insurgentes.
“Fundamos esta célula para apoyar a los combatientes jóvenes, sentir su dolor, experimentar lo que ellos están experimentando en el terreno y ayudarles en sus operaciones”, dice Omar, un miembro del rebelde Ejército Libre Sirio.
Dos veces al día Omar y sus compañeros abren fuego contra un vecino puesto de control del Ejército gubernamental, cerca de la ciudad de Homs. La calidad de las armas que utilizan va creciendo, pero no contribuye a la disminución de la cantidad de víctimas entre ellos.
La denominada “primavera árabe” llegó cuando estaban en la primavera de sus vidas. Inspirados por la promesa de un cambio, se armaron y salieron a combatir. Cualquiera que sea el resultado de su lucha, muchos de ellos ya no verán el verano.
Entretanto la situación en Siria, donde según los datos de la ONU ya han perdido la vida unas 16 000 personas, se agrava con el aumento de la presión desde el extranjero que no fomenta la paz ni el diálogo político. El lunes los Estados Unidos, que llaman a la destitución de Al Assad, confirmaron que continuarán "expandiendo" y aumentando la asistencia "no letal" a los insurgentes sirios.
A su vez, Turquía, otro opositor del régimen sirio que podría albergar campos de entrenamiento de rebeldes, ha trasladado este lunes un convoy de blindados, tanques y tropas de infantería a la frontera siria al norte de Alepo. Antes Turquía cerró su frontera con Siria y desplegó allí misiles de defensa antiaérea.
Mientras, el Ministerio de Exteriores sirio emitió una carta al Consejo de Seguridad de la ONU solicitando al organismo que exhorte “a los grupos armados a que salgan de las ciudades sirias y cesen sus acciones terroristas”. La carta responsabiliza a los rebeldes, “respaldados abiertamente con dinero y armas de Arabia Saudita, Qatar y Turquía”, de “delitos horrorosos” en Damasco y Alepo.
La cancillería siria informó que en Alepo los insurgentes “usan a los civiles de escudo vivo, matando a todos que no respaldan sus crímenes”. Además, el Ministerio reiteró que el Gobierno sirio apoya el plan del enviado especial de la ONU, Kofi Annan, y considera el diálogo nacional la única salida de la crisis.
Este integrante del Ejército había trabajado en la pequeña tienda de un familiar en Alepo antes de ser reclutado. Hoy tiene 19 años y se encarga de colocar los cadáveres en ataúdes. Pasado un año de este trabajo se muestra dispuesto a sacrificarse por el país.
“No tengo miedo a morir. Sería un honor para mí estar junto a mis camaradas difuntos y llegar a ser un mártir defendiendo a mi patria. Es un deber de hombre”, dice un joven militar de las tropas gubernamentales, Subhi Jukha.
El martirio es glorificado en los Estados musulmanes. Pero él es además una de las razones de lo grave que se tornó el conflicto sirio.
Estando listos a morir y matar para conseguir sus fines, los combatientes acaban olvidándose del valor de la vida. Pero sí lo recuerdan los parientes de los que se sacrifican.
(Bulent Kilic / AFP)
El padre y el tío de un joven soldado, asesinado por un francotirador, confiesan que no quieren ninguna venganza. Lo que sí anhelan es la paz que acabe con tragedias como la suya.
“Sólo queremos la paz. Mahoma, Jesús, todos los profetas llamaron a la paz. La necesitamos”, argumenta Mahrous Irbiniey, el tío de un soldado asesinado.
Necesitan una paz que podría frenar la infinita cadena de ataúdes en las ciudades de Siria. La demanda para esta mercancía es cada vez mayor.
Así en un hospital militar la reserva de féretros, destinados para una semana se agotó en 48 horas. Dos días que se cobraron casi un centenar de vidas de los soldados. Y no son solo sirios los que arriesgan y llegan a perder su vida, en un conflicto sangriento que no cesa desde hace más de un año.
Omar abandonó Dubai para unirse a la rebelión. A sus 23 años deseó compartir el destino de los insurgentes.
“Fundamos esta célula para apoyar a los combatientes jóvenes, sentir su dolor, experimentar lo que ellos están experimentando en el terreno y ayudarles en sus operaciones”, dice Omar, un miembro del rebelde Ejército Libre Sirio.
Dos veces al día Omar y sus compañeros abren fuego contra un vecino puesto de control del Ejército gubernamental, cerca de la ciudad de Homs. La calidad de las armas que utilizan va creciendo, pero no contribuye a la disminución de la cantidad de víctimas entre ellos.
La denominada “primavera árabe” llegó cuando estaban en la primavera de sus vidas. Inspirados por la promesa de un cambio, se armaron y salieron a combatir. Cualquiera que sea el resultado de su lucha, muchos de ellos ya no verán el verano.
Entretanto la situación en Siria, donde según los datos de la ONU ya han perdido la vida unas 16 000 personas, se agrava con el aumento de la presión desde el extranjero que no fomenta la paz ni el diálogo político. El lunes los Estados Unidos, que llaman a la destitución de Al Assad, confirmaron que continuarán "expandiendo" y aumentando la asistencia "no letal" a los insurgentes sirios.
A su vez, Turquía, otro opositor del régimen sirio que podría albergar campos de entrenamiento de rebeldes, ha trasladado este lunes un convoy de blindados, tanques y tropas de infantería a la frontera siria al norte de Alepo. Antes Turquía cerró su frontera con Siria y desplegó allí misiles de defensa antiaérea.
Mientras, el Ministerio de Exteriores sirio emitió una carta al Consejo de Seguridad de la ONU solicitando al organismo que exhorte “a los grupos armados a que salgan de las ciudades sirias y cesen sus acciones terroristas”. La carta responsabiliza a los rebeldes, “respaldados abiertamente con dinero y armas de Arabia Saudita, Qatar y Turquía”, de “delitos horrorosos” en Damasco y Alepo.
La cancillería siria informó que en Alepo los insurgentes “usan a los civiles de escudo vivo, matando a todos que no respaldan sus crímenes”. Además, el Ministerio reiteró que el Gobierno sirio apoya el plan del enviado especial de la ONU, Kofi Annan, y considera el diálogo nacional la única salida de la crisis.
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